El Espía
Tommy Stery se
inclinó hacia delante y asomó la cabeza por la puerta del vagón
… el andén estaba casi desierto; una gruesa señora mayor
ataviada con un horrible sombrero con plumas de color casi fucsia
arrastraba cojeando su pesada maleta hacia la salida de la
estación, un desaliñado limpiabotas recogía sus bártulos tras una
triste jornada de trabajo, un mozo de estación se dirigía
balanceando la cabeza hacia una puerta de servicio mientras en el
otro extremo uno de los revisores parecía charlar distendidamente
con el maquinista, mientras giraba juguetonamente su recién
estrenada gorra. Todo parecía estar en orden.
En su reloj eran las 21:43. Lo tenía todo
meticulosamente calculado; si no había ningún contratiempo, sólo
tenía que recoger el paquete para conocer el lugar elegido para el
encuentro que, como era habitual, no estaría muy lejos de la
estación. La hora del encuentro ya estaba fijada de antemano,
tenía tiempo suficiente.
Por un momento vino a su mente la imagen
de aquella playa del trópico. Se sentía viejo y se había prometido
a si mismo que definitivamente este sería su último trabajo.
Durante sus veintitrés años de profesión había hecho de todo,; era
el mejor y por eso le habían elegido a él para este encuentro que
cambiaría el curso de la historia. Había viajado por medio mundo y
tenía suficiente dinero ahorrado para desaparecer y pasar el resto
de sus días en aquella pequeña playa de la que se enamoró en uno de
sus trabajos. El pellizco que cobraría cuando terminase la misión
le garantizaba su retiro. Apartó de su mente la playa para evitar
desconcentrarse.
Cualquier precaución era poca, había
esperado a que todos los pasajeros abandonaran el tren. Se ajustó
el cinturón, se subió el cuello de la gabardina, se encajó su
sombrero de ala ancha y con decisión bajo los dos peldaños que le
separaban del firme suelo del andén. Mientras caminaba pausadamente
hacia la salida pensó que, a pesar de la tenue luz de la estación,
el frío de aquella noche de enero delataría por el vaho a
cualquiera que estuviese oculto entre las sombras.
Se dirigió directamente a la salida
deteniéndose al llegar al poste que indicaba “Vía 6”,
se agachó simulando que se ajustaba los cordones del zapato,
introdujo la mano en el hueco del poste y entre el metálico frío
recogió el paquete y lo guardó en el bolsillo de la gabardina. Todo
correcto: el paquete estaba en el sitio previsto.
Casi no había terminado de incorporarse
cuando sobre su hombro izquierdo entrevió la mole que se abalanzaba
sobre él. Era la señora que momentos antes había visto refunfuñar
arrastrando su maleta, con una súbita agilidad y ahora sin
sombrero. Casi al mismo tiempo sintió un intenso dolor en la nuca,
perdió el conocimiento ya con su cara apretada contra un frío y
sucio charco oyendo el crujir de las esposas que el supuesto mozo
de estación ajustaba con firmeza a sus muñecas.
Lo despertaron arrojándole a la cara un
vaso de agua. El agudo dolor de la nuca forzó una mueca en su
gesto, y sintió la necesidad de palparse el lugar del golpe, pero
aún tenía las manos esposadas a la espalda. Estaba en una sala de
interrogatorios, sentado ante una vieja mesa metálica con una silla
vacía frente a él. Simuló seguir aturdido mientras comprendía el
alcance de la situación. La puerta se abrió a su
espalda.
- Cada día os lo ponen más
difícil, eh Tommy? ……te mandan a una misión armado
solo con un lápiz.-
Tommy Stery no necesitaba verle para poner
cara a aquella voz. Era un viejo conocido suyo, el inspector Frac
Asado.
- No me alegro de verte
Frac,- dijo Tommy alzando dolorosamente la
cabeza.
Con un gesto, el inspector indicó al otro
agente que le quitase las esposas.
Frac Asado se sentó a la mesa y
dirigiéndole una exageradamente forzada sonrisa se inclinó hacia él
y le dijo en voz baja:
- Has venido por negocios o solo
a ver la Alhambra?.
Tommy no contestó, se limitó a devolverle
la sonrisa.
- Mira,
vamos a ser prácticos, tú me dices como descifrar esto que llevabas
en el bolsillo y todos nos ahorraremos muchos dolores de
cabeza.-
Frac Asado
arrojó sobre la mesa un pequeño cilindro negro metálico, del que
habían extraído una pequeña tira de papel de 29 x 1 cm, en la que
figuraban una serie de letras escritas a mano, aparentemente sin sentido.
- Anda, si se parece mucho, mucho,
mucho, mucho, mucho al logbook de un nano caché
magnético- dijo
Tommy Stery. ;o)))
Continuará……...
Locotoro
COORDENADAS FINALES
N 37º11,???
O 3º36,???