El Puente de Santiago fue inaugurado el 13 de marzo de 1967 para completar los cruces del Ebro en el Casco Antiguo por el Oeste siguiendo un vado antiguamente cubierto por barcas y una pasarela, siendo esta desmontada para tristeza de nostálgicos y amantes de la arquitectura e ingeniería civil.
Obra de Tomás Mur Vilaseca, mide 187 metros de longitud y tiene tres carriles por sentido, conectando la Avenida de los Pirineos con la Avenida de César Augusto. Se mantiene en sus apoyos tradicionales, tres arcos de 38, 44 y 38 metros. Su construcción llevó aparejada la de un basamento en el lecho del río, con duras condiciones de trabajo para los obreros de la época. Se realizaban turnos cortos, ya que lo hacían en habitáculos de presión, en el interior del cauce del río, para evitar que entrara el agua.
Los escombros de su construcción perjudicaron la navegabilidad del Ebro y llevaron a la supresión de una prueba náutica que se solía celebrar en la ciudad.