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Os
voy a contar una historia que sucedió hace mucho tiempo, mucho
antes de que se colocase la primera piedra de esta preciosa
iglesia.
Seguramente os preguntareis que tiene
esto que ver con la iglesia de San Juan Bautista, pues os lo
diré:
NADA
Pues bien, una vez aclarado este
tema comenzamos con la historia.
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Hace muchos años, cuando
por la tierra rondaban caballeros, príncipes, brujas y princesas.
El joven rey Arturo fue sorprendido y apresado por el monarca del
reino vecino mientras cazaba furtivamente en sus
bosques.
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El rey
pudo haberlo matado en el acto, pues tal era el castigo para
quienes violaban las leyes de la propiedad, pero se conmovió ante
la juventud y la simpatía de Arturo y le ofreció la libertad,
siempre y cuando en el plazo de un año hallara la respuesta a una
pregunta difícil. La pregunta era:
¿Qué quiere realmente la mujer?
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Semejante pregunta dejaría
perplejo hasta al hombre más sabio y al joven Arturo le pareció
imposible contestarla.
Con todo, aquello era
mejor que morir ahorcado, de modo que regresó a su reino y empezó
a interrogar a la gente. A la princesa, a la reina,
las prostitutas, a los monjes, a los sabios y al bufón de la
corte... en suma, a todos, pero nadie le pudo dar una
respuesta convincente.
¡¡ Eso si !! , todos le
aconsejaron que consultara a la vieja bruja, pues solo
ella sabría la respuesta. El precio sería alto, ya que
la vieja bruja era famosa en todo el reino por el
precio exorbitante que cobraba por sus
servicios.
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Llegó el último día del año
convenido y Arturo no tuvo más remedio que consultar a la
hechicera. Ella accedió a darle
una respuesta satisfactoria, a condición de que primero
aceptara el precio.
Ella quería
casarse con Gawain, el caballero más noble de la Mesa Redonda
y el más íntimo amigo de Arturo.
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El joven Arturo la miró horrorizado: era
jorobada y feísima, tenía un solo diente, despedía un
hedor que daba náuseas, hacía ruidos obscenos.
Nunca se había topado con
una criatura tan repugnante. Se acobardó ante la
perspectiva de pedirle a su amigo de toda la vida que asumiera
por él esa carga terrible.
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No obstante, al enterarse
del pacto propuesto, Gawain afirmó que no era un
sacrificio excesivo a cambio de la vida de su compañero y
la preservación de la Mesa Redonda.
Se anunció la boda y la vieja bruja,
con su sabiduría infernal, dijo: Lo que realmente quiere la mujer
es:
"Ser la soberana de su propia vida"
Todos supieron al instante que
la hechicera había dicho una Gran verdad y que el joven rey Arturo
estaría a salvo. Y así fue: al oír la respuesta, el monarca vecino
le devolvió la libertad.
Pero menuda boda fue aquella...
asistió la corte en pleno y nadie se sintió mas desgarrado entre el
alivio y la angustia, que el propio Arturo. Gawain se mostró
cortés, gentil y respetuoso. La bruja, se comportó fatal, comiendo
directamente del plato sin usarlos cubiertos, emitió ruidos y
olores espantosos.
Llegó la noche de bodas. Cuando
Gawain, ya preparado para ir al lecho nupcial, aguardaba a que su
esposa se reuniera con él. Ella apareció con el aspecto de la
doncella más hermosa que un hombre desearía ver. Gawain quedó
estupefacto y le preguntó qué
había sucedido.
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La joven respondió que
como había sido cortés con ella, la mitad del tiempo se presentaría
con su aspecto horrible y la otra mitad con su aspecto
atractivo.
¿Cuál prefería para el día y cuál para la
noche?
¡Qué pregunta cruel...! Gawain se apresuro a hacer
cálculos...
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¿quería tener durante el día a una joven adorable para
exhibirla ante sus amigos y por las noches en la privacidad de su
alcoba a una bruja espantosa? ¿o prefería tener de día a una bruja
y a una joven hermosa en los momentos íntimos de su vida
conyugal...?
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Conclusión
Para descubrir la elección que hizo
Gawain solo tienes que encontrar el cache. Suerte con tu
búsqueda.
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