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Una princesa rusa asesinada en la isla del Barón Traditional Cache

Hidden : 09/06/2013
Difficulty:
1.5 out of 5
Terrain:
1.5 out of 5

Size: Size:   regular (regular)

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Geocache Description:

Junto a la orilla, Bajo dos pinos un cache lleno de entrenetidos obsequios os espera.


Este cache es solo apto para aventureros y aguerridos lobos de mar, nosotros mas lobos de monte, fuimos a dejar este hermoso cacheton en una pequeña barca inchable de 3 plazas. Un potente motor de 2 caballos uno en cada brazo asidos a sus respectivos remos y mucha pero mucha moral y paciencia ... una hora de paciencia para ir, mas hora y media en volver, se levanto un refrescante viento en contra.

El cache esta en un lateral de la isla en la que no existen carteles de propiedad privada, y esta junto a la orilla. Desde el mar vereis 2 pinos uno grande y otro pequeño esa es su residencia. Dejad la barquita por alli y en cosa de 3 minutos tendreis este cache con sus muy entretenidos obsequios para amenizaros la vuelta a tierra firme.

Quizas vereis desde el agua que. hay un pequeño embarcadero y unas apetecibles sombrillas, pero no se pueden utlizar porque toda esa zona esta indicada como propiedad privada, aunque nos encontramos con los "habitantes" y fueron sumamente amables dejandonos incluso comer por alli en su zona de sombrillas antes de volver a darle al remo.

 

LA HISTORIA

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La isla del Barón atesora el inquietante asesinato de una princesa rusa

Entrada enviada por Garbo

Contexto histórico y genealógico

 

El Barón de Benifayó, don Julio Falcó d’Adda, nació en Milán (Italia) el 22 de febrero de 1834, y falleció el 29 de enero de 1899, a los 65 años de edad, en San Pedro del Pinatar (Murcia). Era hijo de don Juan Jacobo Falcó y Valcárcel (1797-1873), XIII marqués de Castell-Rodrigo, XI marqués de Almonacid de los Oteros, príncipe Pío de Saboya y Grande de España de primera clase, y doña María Anna d’Adda y Khevenhüller (1814-1875), XIII marquesa de Castell-Rodrigo y princesa Pío de Saboya. Emparentado con la realeza española, fue Montero Mayor y amigo íntimo de Amadeo I de España (reinado, 16 de noviembre de 1870 – 11 de febrero de 1873).

 

 

El Barón de Benifayó, de la casa italiana de Saboya, era un hombre liberal y aventurero, que fue condenado y recluido en la isla Mayor o Conejera, en la Manga del Mar Menor (Murcia), por matar en duelo a don Diego de Castañeda, en defensa de María Victoria dal Pozzo della Cisterna, princesa de la Cisterna y Belriguardo y, posteriormente, reina de España, tras su matrimonio, en 1867, con Amadeo I de España. La isla, también conocida posteriormente como “la del Barón”, que pertenecía a la Armada Española desde 1726, se convierte desde sus inicios en uno de los centros penitenciarios de la época. A continuación, se descubren las palabras inéditas que pronunciaba el barón al recordar este hecho:

 

 

“Yo soy el barón de Benifayó, y en grata hora me batí en duelo con cortesano tan relevante como fue don Diego de Castañeda, y digo fue, pues no puede serlo más después de que mi florete le atravesara el pecho de parte a parte en perfecto lance. Murió el malhayado don Diego y quisieron los cielos que en castigo, fuese yo confinado en singular isla, nacida y reinante en el centro mismo del mar que llaman certeramente, menor” (1).

 

Sobre la belleza de la Manga del Mar Menor, sus playas, arena, islas y atardeceres se ha escrito mucho. Aquí aparece una muestra de ello:

 

  • “La Manga del Mar Menor
    es un edén celestial,
    de fama internacional,
    y de insólito esplendor,
    ubicado entre dos mares,
    que custodian su riqueza,
    y armonizan su belleza
    las olas con sus cantares”

 

Al acabar su cautiverio en 1878, el barón, embelesado por la belleza de la ínsula, la adquiere para fijar su lugar de residencia. Inmediatamente, manda construir un palacete en la isla, diseñado por el arquitecto madrileño Lorenzo Álvarez Capra. Realmente, era una copia reducida del Pabellón que realizó para España en la Exposición Universal de Sevilla, celebrada en 1873. Este edificio es un magnífico ejemplo de la arquitectura neomudéjar que, por su estilo y materiales de construcción, está emparentado con el Hotel Victoria de Murcia, construido en 1880 por el arquitecto Fort. Está formado por varios cuerpos de edificación que, en su aspecto externo, toman la forma romántica de una especie de castillo con almenas y torreones, rodeada por un gran parque. Disponía, además, de un pequeño embarcadero particular y una casita para el guarda.

 

 

Al mismo tiempo, compró un terreno en San Pedro del Pinatar donde construyó otro palacete similar al de la isla, pero con una torre más. El interior del palacete era un museo en sí mismo, con infinidad de cuadros y retratos familiares, una biblioteca de casi cuatro mil volúmenes (repartida entre la casa de San Pedro y la de la isla): manuscritos, incunables e impresiones góticas; panoplias con armas de diferentes épocas y una colección de autógrafos de reyes y nobles; entre otros.

 

La leyenda

 

Tras este contexto genealógico, geográfico e histórico, iniciamos una historia que evoca el pasado, un misterioso e inquietante asesinato que se mece entre voces marineras en las cálidas aguas del Mar Menor.

 

 

Como su fortuna era abundante, los pensamientos del barón se centraban en la organización de frecuentes celebraciones, donde tuviera la ocasión de lucir aquel idílico paisaje. A una de esas frecuentes fiestas asistió una princesa rusa, de la que se enamoró perdidamente por su juventud y belleza. La familia de la joven, arruinada, dio el beneplácito para que ambos contrajeran matrimonio. No obstante, ella no amaba ni deseaba esa relación que había surgido por la obligación de sus padres.

 

 

Obligada al cruel destino que le esperaba, cerró su corazón y perdió para siempre su vista en el mar con melancólico gesto. Constantemente descendía hasta la playa de los contrabandistas, desnuda y abandonando sus reflexiones entre las olas que golpeaban fuertemente las rocas. Invitados y pescadores observaban con embeleso y lujuria los largos paseos de la princesa, que no tuvo nunca más dueño que el mismo mar; el mar era la fuente que hacía olvidar aquellos pensamientos que consternaban diariamente a la joven, siempre sumida en una lacónica tristeza.

 

 

El barón, mientras tanto, iba llenándose de rabia e impotencia, sabiendo que nunca podría conseguir su amor. Una noche, durante una de las habituales fiestas, la joven rusa abandonó el bullicio palaciego para perderse nuevamente en sus pensamientos, contemplando el horizonte desde la orilla de la playa. El barón aprovechó dicha oportunidad, envuelto de egoísmo y derrota, para matar a la joven, valiéndose de uno de sus criados. Nadie volvió a ver a la bella princesa con vida.

 

 

Han pasado dos siglos y el alma del barón ha quedado encerrada entre las ruinas de aquel palacete que, en vida, fue su morada y ahora es sólo su cárcel. No obstante, en nuestros días, aún quedan marineros que perjuran haberse encontrado con el fantasma de aquella espléndida mujer, adornado con un resplandor que provoca el aturdimiento, en las más oscuras madrugadas, que envuelven esta isla de tinieblas, enclavada en el corazón de la albufera de Murcia.

Additional Hints (Decrypt)

Ire ybf qbf Cvabf, hab tenaqr l bgeb crdhrñb, onwb ry crdhrñb ha zbagba qr cvrqenf yb pbovwn.

Decryption Key

A|B|C|D|E|F|G|H|I|J|K|L|M
-------------------------
N|O|P|Q|R|S|T|U|V|W|X|Y|Z

(letter above equals below, and vice versa)