Érase una vez, una niña que quería ser atleta. Como era muy veloz probó con las carreras y, aunque siempre quedaba entre las tres primeras, aquello no le satisfacía. Después lo intentó practicando lanzamiento de disco, pero no consiguió grandes marcas.
Esta niña era muy cabezota y no pararía hasta encontrar su deporte. Por eso también volvió a correr, esta vez con obstáculos, e incluso se atrevió con el lanzamiento de jabalina. Practicando todos estos deportes disfrutaba un montón pero ella buscaba otras sensaciones.
Lejos de desanimarse, un día, caminando por el “Paseo de las estrellas”, vio una placa, colocada en octubre de 2010, que le llamó la atención. El personaje le sirvió de inspiración. Se trataba de una deportista que fue dos veces campeona olímpica, campeona del mundo, de Europa y de España.
Entonces, con determinación, miró al frente y, segura de sí misma, caminó unos pasos.
-Tendré que ejercitar mucho más mis brazos-pensó.
- Y siempre mantener los pies anclados en el suelo.
Ahí estaría el secreto de su éxito.