... Que vivía en estas tierras, el rico marqués tenía una preciosa hija llamada María que pronto cumpliría los 18 años, a esta edad, debía casarse con un conde elegido por su padre… pero ella aborrecía este destino impuesto, ella había sido llamada por Diós y estaba determinada a acudir a su llamada.
Cuando María le dijo a su padre que debía cancelar la boda, que ella sólo se casaría por amor… y que amaba a Diós, todo sucedió como en sueños.
El marqués enfureció, mandó encerrar a su hija en una de las torres del castillo hasta que entrase en razón, pensaba que esta “rabieta” de niña le pasaría en cuanto comprendiese que esa boda era lo mejor para sú futuro, que él hacía todo eso por su felicidad.
María lloraba e imploraba a su padre que la comprendiese, mientras los guardas la conducían a la torre. Pensativa avanzaba lentamente, un sentimiento de derrota invadía su ser… no lo entendía, tras la muerte de su madre, su padre había adoptado un papel muy importante desde su nacimiento, su madre había muerto al traerla al mundo y su única familia era él. Su padre, madre, amigo, maestro… su todo. No podía comprender por qué su padre no respetaba su voluntad e insistía en ese matrimonio de conveniencia.
Esa misma noche, María hizo una cuerda con las ropas de cama y consiguió escapar por la ventana , descalza, en camisón, no le importaba el frío , sólo pensaba en escapar a la voluntad de su padre… y pidió auxilio en el monasterio de la Concepción. El marqués decidió que si era lo que su hija quería, le permitiría seguir su vocación. Pensó que quizás desistiría y entraría en razón y accedería a la boda con el duque.
Pasaron los años y el marqués comprendió que el camino que María había elegido no le agradaba, apenas podía verla pues había ingresado en una orden de clausura, comprendió al fín que ella era felíz y eso era lo único que le importaba…
El marqués era muy rico, y se estaba haciendo viejo… pensando en que pronto llegaría su fin decidió utilizar su riqueza para construir un convento para su hija, con la intención de poder estar cerca de ella, mandó construir una cripta donde reposarían juntos para siempre, los huesos de su esposa y los suyos propios el día que llegase su fin, lograría reunir de nuevo a su familia.
FÍN
EL CACHÉ Y EL LUGAR.
El container es de tamaño micro y es necesario llevar algo para escribir. La zona suele estar siempre tranquila pero cuidado con los ojos tras los cristales.. el rincón del escondite es perfecto para ser discretos.
Sobre el convento, su piedra blanca, mandada traer de tierras lejanas por el marqués lo convierte en el más exquisito de los de los monumentos de la Villa, Casi oculto entre los tejados, su situación casi es una metáfora de lo que alberga, una congregación de monjas clarisas de clausura, de las que apenas quedan una decena de hermanas. Su exterior es bello y delicado, y su interior es cálido y ricamente decorado. Al verlo no es difícil entender por qué el rico marqués se arruinó al construir esta obra. En la puerta teneis los horarios por si os interesa visitarlo, si la puerta está cerrada os vais a la puerta del convento y una hermana os atenderá . Recordad ser muy respetuosos con el lugar y con la hermana que os atienda, se trata de un convento de clausura y las hermanas, “rompiendo” un poco las normas enseñan la iglesia a quien desee verla, pero para que las puertas continúen abiertas debemos tener respeto si entramos en su casa. Hay algunas obras únicas en su interior que merecen ser admiradas: como el sagrario, que está incompleto, pues el barco que traía el mobiliario y las imágenes , tiró la otra parte por la borda junto a muchas otras obras para aligerar peso y librarse del naufragio, cuanta ostentación yace en el fondo del mar!. Para encender las luces dentro nos hace falta una moneda de euro , que nos enciende las luces 10 min.
Esperamos que os guste este rincón.