El ascenso más sencillo comienza junto a las ruinas de la ermita de San Roque. Antes de ascender puedes ir hacia la derecha y verás un puente romano en bastante buen estado. Este puente permite cruzar el río Espeja, que suele estar prácticamente seco salvo en temporadas de grandes lluvias. A lo largo de los años sus aguas han creado el cañón que llamamos La Torca, y que está equipado con una vía ferrata (que es la primera que se habilitó en Castilla y León, y que está en constante restauración y ampliación).
Hacia donde indica la señal "Pasarela sobre el desfiladero de la Torca" veremos una especie de "escalones" por los que se inicia el ligero ascenso.
Más arriba, si queremos, podemos seguir el sendero que nos llevará hasta el mirador sobre el desfiladero de La Torca, que en el pueblo llamamos “la Pasarela”. Está fuera del camino al caché pero las vistas merecen el pequeño desvío. Un helicóptero llevó hasta allí la pasarela de hierro de una pieza.
Tras encontrar el caché, se puede continuar hasta la cumbre. Ahí encontrarás las ruinas de una atalaya defensiva anterior al siglo X, que fue el origen del pueblo de Espeja de San Marcelino. La función de esta atalaya era primordialmente de vigilancia, y de ahí el hombre de Espeja, que deriva del latín "spelia" (vigía).