Se trata de una actividad educativa y deportiva que favorece su buena integración dentro de la sociedad. Esta disciplina implica una relación armónica entre el perro y su guía, lo que redundará en la perfecta relación del equipo. Por lo tanto, es necesario que los participantes posean las bases elementales de educación y obediencia. En la competición el perro deberá superar una serie de obstáculos en un recorrido en el orden establecido tratando de emplear el menor tiempo posible y de no cometer penalizaciones.
Al inicio de la prueba el guía (la parte humana del equipo) dispone de unos minutos para reconocer y memorizar la pista, debiendo estudiar en detalle los giros, cruces con su perro y otros problemas que puede encontrarse. Posteriormente, realizará el recorrido corriendo junto al perro y dándole las indicaciones precisas. El perro no conoce el recorrido que debe realizar.
En nuestro país existen diversas asociaciones que practican el agility aunque la más importante es la dependiente de la Real Sociedad Canina de España (RSCE) y se rige por el reglamento internacional de la FCI (Federación Cinológica Internacional.