Alcázar de Toledo
Situada en la parte más alta de la ciudad, es una fortificación sobre rocas que domina la ciudad. Su situación privilegiada ha hecho de él un lugar de gran valor estratégico militar.
Debe su nombre a uno de los dominadores árabes, que lo llamaron Al-Qasar, que significa “fortaleza”.
En el siglo III fue un palacio romano y en la época visigoda el rey Leovigildo estableció en él su capitalidad en el año 568.
Bajo la dinastía de los Trastamara empezó a ejercer la función de morada regia.
También fue residencia temporal de las reinas viudas Mariana de Austria, viuda de Felipe IV, y de Mariana de Neoburgo, viuda de Carlos II.
En la actualidad alberga la Biblioteca de Castilla-La Mancha, entre otras funciones.
El Alcázar fue restaurado y ampliado durante el mandato de Alfonso VI; Fernando III el Santo, la embellece considerablemente y Alfonso X El Sabio logró aunar las tres culturas que pasaron por Toledo, judía, árabe y cristiana, completó la fachada oriental y mandó construir las cuatro torres de planta cuadrada que forman las cuatro esquinas del edificio.
Durante los reinados de Pedro I, “el cruel o el justiciero”, Enrique I, Juan II, Enrique IV, siguieron las reformas interiores. Los Reyes Católicos acondicionaron la fachada oeste.
Durante el mandato de Carlos I, diseñaron un edificio compacto y cerrado, organizado en torno a un patio rectangular.
Sufrió varios incendios; el primero fue durante la Guerra de Sucesión, por las fuerzas austriacas. El segundo fue durante la Guerra de la Independencia, no se sabe las causas que produjeron el incendio.
En el año 1887 sufre un tercer incendio, comenzó en la biblioteca y se extendió por todo el edificio, destruyéndolo casi por completo.