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LM: Vía de Alén. #25 Minas de Alén Traditional Cache

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guriezo_city: Ahí estaba. Aunque ya se ve que ha pasado el tiempo por él. Sigo replegando con los cachés de Legado Minero. Hasta aquí ha llegado este caché.

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Hidden : 8/4/2017
Difficulty:
2.5 out of 5
Terrain:
1.5 out of 5

Size: Size:   micro (micro)

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Geocache Description:


No sólo la margen izquierda de la ría de Bilbao sufrió la fiebre de la minería del hierro de finales del siglo XIX y principios del XX, la zona de Castro-Urdiales también aprovechó la coyuntura para la extracción del preciado mineral. Con LEGADO MINERO descubriremos una parte importante de la historia de Castro-Urdiales al redescubrir cerca de 200 vestigios mineros recorriendo las 7 vías mineras (Traslaviña, Alén, Dícido, Setares, Piquillo, Chiquita y Sonabia) por las que se trasportaba el mineral desde las profundidades de la tierra a los cargaderos situados en los acantilados. Luego, desde allí, buques mercantes repartían el mineral por innumerables puertos de Europa, Cardiff, Newcastle, Liverpool, Dunkerke, Rotterdam...

En nuestro recorrido por los cachés de LEGADO MINERO nos acompañarán cuatro personajes de la "época de hierro" que nos irán dando pistas y nos ayudarán a resolver los caches. Gracias a ellos descubriremos historias de inhumano trabajo, de accidentes mortales, de la búsqueda del progreso a toda costa, historias de innovación constante, espionaje, voladuras, submarinos... ¿Estás preparado?

El ferrocarril minero de Castro-Alén

Minas de Alén

El conocimiento de mineral férrico en esta zona se remonta a la Edad Media, época en que el hierro se trabajaba en las ferrerías. Las ferrerías que existieron en esta zona seguramente contaron con técnicas muy rudimentarias, utilizando fundamentalmente la fuerza humana para el funcionamiento de los fuelles, el desmenuzamiento del mineral a golpe de martillo, etc., incluso pudieron aprovechar pequeñas corrientes de agua y la fuerza del viento, de ahí que se encontraran a esa altura y se denominen ferrerías de monte. Ciertamente la productividad en este tipo de ferrerías sería escasa y tampoco obtendrían una gran perfección de fundido. Estas ferrerías producían lingotes de hierro, que luego en otros establecimientos eran convertidos y transformados en objetos de uso. La industria ferrona no tuvo continuación como tal en Alén durante la revolución industrial del pasado siglo, pero sí constituyó el precedente de la puesta en explotación de sus minas en los siglos XIX y XX.

Las explotaciones de las minas de Alén, (Amalia-Juliana, Sorpresa y María) tuvieron lugar a partir de aproximadamente 1890. En 1896 comenzó la actividad de la mina María siendo la explotación a menor altitud de las tres (200-300 metros de altura), y la primera en cerrarse (durante la primera mitad del siglo XX). La mina Sorpresa comenzó en 1909, por Manuel Taramona situándose a unos 450 metros. El cierre de la misma se produjo hacia 1972 aproximadamente. Por último, la mina Amalia-Juliana, abierta a unos 550 m. de altitud por Luis Ocharan, inicio su actividad en 1892.

Todas estas minas tenían un denominador común y es que el material que extraían lo dedicaban a la exportación a Inglaterra siendo el método para llegar a ese fin diferente en cada mina. Cada una de estas minas pertenecía a un dueño diferente y no compartían entre ellas ni obreros, ni material, ni siquiera el método de transporte del mineral hacia la costa castreña. Por ejemplo, el método de transporte de la mina Amalia-Juliana era mediante un tren minero que atravesaba el pueblo de Alén dirigiéndose al límite de provincial desde donde, mediante un plano inclinado, bajaba el material hasta los depósitos de Callejamala. Luego allí un nuevo tren llevaba el mineral hasta el puerto Castreño. Esta última parte del recorrido era compartido por la mina Federico. Pero el método de esta mina para llegar hasta Callejamala era mediante una línea de baldes de más de 3 kilómetros. En cambio, la mina Sorpresa al encontrarse en una cota inferior a Amalia-Juliana no podía utilizar ese tren. Así que el dueño de dicha mina ideo un sistema de baldes de más de 9 kilómetros que transportaban el mineral, no hasta Callejamala, si no hasta los depósitos de Baltezana. Luego desde allí un tren lo transportaba hasta el cargadero de Saltacaballo. Por último, la mina María al encontrarse un cota todavía más abajo que la mina Sorpresa y muy cerca de el pueblo de Las Barrietas, transportaba el material extraído mediante el tren minero de Castro-Traslaviña que pasaba cerca de su explotación.

El ferrocarril resultó ser el medio más cómodo, rápido y a la larga el más barato, pues en su montaje y construcción se utilizaron materiales autóctonos, aunque el picar y asentar la vía significó un gran trabajo. Aunque el ferrocarril de Castro-Alén comienza a funcionar hacia 1895, (la inauguración del cargadero fue el 12 de mayo de 1895), sabemos que existieron obras iniciadas desde antes y que pudieron verse paralizadas por la guerra carlista. "La Batalla de Las Muñecas", tuvo lugar justamente en el plano que enlaza a los dos tramos de ferrocarril, donde hay un desnivel salvado por un terraplén. En los comienzos de las explotaciones de las minas, seguramente hubo mucha gente rebotada de esta guerra que se encontraba sin oficio.

Tras la inauguración de la vía el ferrocarril normalmente realizaba seis viajes por día. Se pretendió marcar un récord que permitiera salir un tren cargado por hora, lo que hubiese significado obtener un barco cargado cada día y una mayor extracción de mineral pero el plano inclinado a mitad de recorrido ralentizaba el transporte. Este ferrocarril contaba con un ancho de vía de 0,70 m. y una longitud de 5 Km. hasta el barranco de Callejamala, siguiendo desde aquí a Castro a lo largo de 11 Km. Así pues la longitud de este ferrocarril era de 16 Km., 4 de los cuales pertenecían a Vizcaya y el resto a Cantabria. La capacidad de cada vagón era de 3 toneladas. El tren tenía 24 vagones y podía cargar aproximadamente con un total de 80 toneladas en cada viaje.

Al llegar la Guerra Civil, el ferrocarril de Castro-Alén ya estaba en decaimiento, incluso dando pérdidas, pues era una sociedad ajena a las minas. Las tropas nacionales por venganza hacia los mineros desmantelaron los carriles durante los 40 días que estuvieron en Alén, troceando las vías. Además, en el puerto de Castro las tropas republicanas en su retirada habían dinamitado el cargadero. Por ello, tras la guerra, los dueños creyeron que no merecía la pena la reparación de la vía, aunque sí el cargadero castreño. A partir de entonces, el mineral extraído de Amalia-Juliana, utilizaba la línea de baldes de la mina Sorpresa para llegar a los cargaderos castreños.



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