Siempre me ha gustado mucho este barrio, ya que a pesar de haber sido engullido por un entorno de edificios mucho más altos, se sigue sintiendo un cierto aislamiento en su interior. Cuando paso por aquí, suelo sentarme un rato en el parque, ya que me hace sentir fuera de la ciudad sin estarlo. Y tengo una cierta envidia al ver a sus habitantes disfrutando de sus jardines particulares.
La urbanización del Campo de Marte se llevó a cabo en 1929, con el objetivo de construir viviendas baratas para las familias de los obreros.
Hoy, aunque muchas de sus casas han sufrido importantes modificaciones por parte de los propietarios, que les han hecho perder la uniformidad original, el barrio sigue conservando todo el encanto que proporciona el mencionado aislamiento ficticio.