Naturaleza envidiable
Además de enclavarse en un entorno de campos hermosos e inmensos pinares, Calatañazor tiene un par de joyitas naturales que vale la pena conocer. El primero de ellos es la reserva natural del Sabinar de Calatañazor, que incluye un bosque de 22 hectáreas de sabinas con ejemplares gigantescos para la media de esta especie y, según se dicen, que llegan a ser milenarios.
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Además del porte elegante que alcanzan estos árboles cuando cargan siglos en sus ramas, una cosa que me gusta de ellos es la capacidad de sus troncos de retorcerse, abrirse y convertirse en auténticas y atormentadas estatuas vivas, llenas de cicatrices y rugosidades, fotogénicas como alguien que sufre.