Paseo cómodo que alterna áreas de cultivo de cereal con manchas forestales de pino
albar, pino laricio y pino negral, con algún ejemplar de quejigo aislado y arbustos como
el rosal silvestre o el majuelo. Entre las plantas herbáceas que podemos observar en
primavera destacamos nazarenos, hierba del amor, colleja común, aciano azul,
lechetrezna serrata, estacarrocines y oropesa en las laderas terrosas del camino.
Abundan las orquídeas como monjitas (Ophrys fusca), flor de araña (Ophrys scolopax)
o la flor de abeja amarilla (Ophrys lute).
Entre las aves predominan tanto las habituadas a los espacios abiertos como aquellas
más ligadas a los bosques de coníferas, pudiendo observar especies tan interesantes
como el escribano cerillo así como alondras comunes, zarceros políglotas, pinzón
vulgar, tarabilla común o jilguero europeo.
Siempre más díficiles de observar, la presencia de corzo, jabalí, liebre o zorro; serán más
fácil de detectar por la presencia de huellas u otros rastros. Si nos fijamos en los charcos
de los caminos podremos observar y aprender a identificar las huellas de otros
vertebrados como lagartos o anfibios. En primavera y verano es fácil que veamos
revolotear varias especies de mariposas como la ícaro de dos puntos, la ajedrezada
menor o la curiosa esfinge colibrí.
En la mayoría del recorrido hay sombras gracias a los pinos de una de las lindes del
sendero. Pero cabe destacar que al principio de la ruta hay algunos tramos sin sombra
por lo que es recomendable llevar gorro o gorra en los meses de más calor.
Debes tener precaución por nidos de procesionaria.