La Hermandad se puso en marcha en 1971 y el Centro de Transfusión Sanguínea, en 1990. Hace 30 años se le dedicó un monumento, del que ha desaparecido su placa en bronce.

Nos sigue recordando lo que en su día fue este entorno para Huelva. El de la Residencia Sanitaria del Seguro de Enfermedad, el conocido hospital Manuel Lois. En esta esquina hay una mirada solidaria. En un hospital y durante tantos años hay tiempo para muchas ocasiones cercanas. Lo sanitario es algo más que una profesión, una vocación y cuando así se ejerce es de agradecer.

Aquí se levanta desde hace tres décadas un monumento que hace referencia a la generosidad que nace en aquellos voluntarios que hacen posible que todo fluya como tiene que ser en el Centro de Transfusión Sanguínea de Huelva.

Es el Monumento al Donante de Sangre. Un homenaje a la solidaridad de la gente que se repite día a día. El 14 de junio, se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre. Una jornada que tiene un espíritu humanitario, de voluntariado y solidaridad y en el que se persiguen dos objetivos muy claros: ayudar a concienciar a la población sobre la necesidad de la donación voluntaria de sangre, y reconocer la contribución de los donantes regulares al sistema de salud de cada país. Donantes que, de forma voluntaria y altruista, salvan vidas todos los días. Así lo resalta Cruz Roja, que promueve el 30% de las donaciones de sangre de todo el mundo.

Este movimiento solidario toma cuerpo en Huelva en 1971 con la creación de la Hermandad de Donantes de Sangre, que ponen en marcha Miguel Raya Romero, como presidente, y José María Roldán, director la Cope. La gestión de la Hermandad de Donantes de Huelva alcanzó gran prestigió, incluso suministrando sangre a Cádiz y Sevilla.

Ese gesto solidario que diariamente hacían los onubenses se quiso simbolizar en un monumento en la confluencia de la avenida Federico Mayo y Vía Paisajista. Se inauguró el 18 de diciembre de 1985. En la edición del día siguiente en Huelva Información se recoge que es el primer Monumento al Donante de Sangre de Andalucía. Como todo, costó su trabajo y gracias al empeño y la generosidad de un grupo de onubense el monumento fue una realidad. Es una obra de Alfonso Aramburu, que tardó seis meses y realizó su trabajo desinteresadamente. El monumento, de hormigón, refleja de manera simbólica la unión de dos cuerpos en uno solo, donde un corazón repleto de salud consigue llenar otro vacío.

El monumento se encuentra tres décadas después siendo testigo de esta solidaridad, ocurre que está un poco olvidado, entre ramas y un semáforo. Ha desaparecido en él el tubo que unía los corazones y la placa en la que se podía leer: "Huelva al donante de sangre". Una pena.

No estaría mal recuperar la leyenda, aunque no en bronce para que no vuelvan a llevársela.