En el pedestal, la leyenda reza:

"Venustiano Carranza Presidente constitucional de México. El Gobierno mexicano a la ciudad de Huelva en el año de la nueva constitución española"

La primera constitución de México data de 1857. El revolucionario Ricardo Flores Magón escribió en 1903 "la justicia ha sido arrojada de su templo por infames mercaderes y sobre la tumba de la Constitución se alza con cinismo una teocracia inaudita, ¿para qué recibir esa fecha digna de mejor pueblo con hipócritas muestras de alegría?. La Constitución ha muerto".

Catorce años más tarde, el gobernador de Coahuila Venustiano Carranza, líder del Ejército Constitucionalista, sería el encargado de convocar la reforma de aquella constitución para incluir demandas exigidas durante la Revolución.

La segunda constitución mexicana, que aún rige en la actualidad, se promulgó en 1917 es la primera en la Historia que recoge derechos sociales, por más que Carranza fuera enemigo encarnizado de los movimientos campesinos revolucionarios, como los de Emiliano Zapata y Pancho Villa y reprimiera también violentamente al movimiento sindical y obrero.

El monumento a Carranza se inaugura en Huelva un año después del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre España y México, país que nunca reconoció a la dictadura franquista sino la legitimidad de la República Española en el Exilio.

En 1978 México se había convertido en el máximo exportador mundial de petróleo – y España que era, junto con China el país donde más había crecido el consumo de petróleo era, al lado de Estados Unidos e Israel su principal cliente.

El boom petrolero en México desencadenaría el despilfarro las excentricidades y el nepotismo: el presidente José López Portillo, nombraría a su hijo primogénito Secretario de Estado a su propia hermana, directora de Radio y Televisión a su primo Guillermo, director del Instituto Nacional del Deporte; y puso a una amante al frente de la Secretaria de Turismo. López Portillo también logró que por vez primera en la historia un papa fuera a México; y hasta a su misma casa, pues en ese viaje, Juan Pablo II, ofició una misa en la residencia oficial del presidente.

El lugar en el que se levanta el monumento a Carranza, la plaza Fray Genaro Prieto, ha sido elegida por la Asociación Pro-monumento al escultor Antonio León Ortega como espacio destinado a acoger la escultura que, obra de Germán Franco se proponen dedicarle a este imaginero con motivo del primer centenario de su nacimiento.

El boceto, a tamaño natural de la obra, se expone en la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Facultad de Huelva, en tanto se reunen los recursos necesarios para su ejecución en bronce.