María Luisa y Justo corrieron siguiendo a Azor. En cuanto fueron liberados, Azor comenzó a ladrar. Parecía querer llevarlos a algún sitio. Llegaron al lago y allí se encontraron con Vega. Ésta y María Luisa se abrazaron. En ese momento llegó Medor. Los tres perros comenzaron a hablar entre ellos. Parecían excitados. Justo y María Luisa los miraban atónitos y vieron cómo los perros dibujaban un cuadrante en el suelo, con sus patitas. Los llenaron de números y mostraron a sus dueños una hoja con cuadrados y letras. No comprendían nada.
Entonces apareció el dueño de Medor, un tal Paquito, aficionado a descifrar enigmas. Le enseñaron lo que sus perros mostraban y Paquito observó que había una relación entre letras y números. ¡Eran unas coordenadas! Y se dirigieron al punto que indicaban.
Allí encontraron una caja cerrada con un extraño candado. Estaban seguros de que tenían poco tiempo. Todo parecía indicar que el malvado dueño de Loba quería destruir el actual canódromo para construir uno nuevo y hacerse con el control de las carreras, las apuestas y obligar a los perros a luchar entre ellos. ¡Tenían que impedirlo!
Miraron el candado y nada se les ocurría. Sin embargo, Vega intuyó el posible mecanismo. Seguro que tenía que ver con las direcciones que ella, Medor y Azor habían seguido durante esa mañana. Ladró explicándoselo a sus amigos y entre los tres consiguieron que sus dueños lo entendieran:
“Apretad a fondo el arco del candado, como si lo quisieseis cerrar, un mínimo de dos veces para poner a cero el mecanismo. Luego, marcad las direcciones que siguieron Vega, Medor y Azor, por este orden, pasando siempre por el centro del candado. Una vez completado el itinerario, podréis abrir el candado. Recordad, son 9 posiciones y leed bien”
Los tres dueños comprendieron la forma de introducir la clave, preguntaron a sus perros por las direcciones seguidas y se dispusieron a abrir el candado. No pudieron. Algo había salido mal. Entonces Vega ladró llamando su atención. Era la dirección que ella había seguido. Se dieron cuenta del error, pusieron el candado a cero, introdujeron la clave y abrieron el candado. Entonces la vieron… Tenían que actuar. Ya no quedaba tiempo de avisar a los expertos…
Atención: el sello no es un objeto intercambiable y debe permanecer en el caché.