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LA CASA DEL DIAMANTISTA Traditional Cache

Hidden : 1/12/2020
Difficulty:
1.5 out of 5
Terrain:
1.5 out of 5

Size: Size:   small (small)

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Geocache Description:


LA LEYENDA:

Situada  junto al conocido embarcadero del Barco Pasaje, la casa perteneció a Don José Navarro, autor de la corona de Isabel II. Pocos eran los orfebres toledanos capaces de trabajar diamantes y piedras preciosas a finales del siglo XIX como las que Don José Navarro tallaba y creaba.

Su fama había trascendido hasta llegar a la corte madrileña. Y Doña María Cristina de Nápoles,  envió a su más fiel lacayo a solicitar el trabajo del orfebre ante la próxima coronación de su hija la pequeña Infanta Isabel, ante la reciente muerte de su padre, el Rey Fernando VII.

El orfebre se sintió gratamente satisfecho con la petición de la madre de la Infanta, pero hubo de declinarla por los numerosos trabajos que tenía ya encargados, temeroso de no crear una obra lo suficientemente valiosa para la futura Reina. Y así regresó a la corte e informó a Doña María Cristina, quien no cejó en su empeño y un buen día de mediados del verano de 1833 llegó a Toledo para solicitar en persona el trabajo en su más preciada joya, la Corona, a José Navarro.

Ante la presencia de la Reina en persona, el orfebre no supo oponerse al encargo, y cabizbajo despidió su majestad, quedando en la más absoluta soledad ante tan terrible encargo: elaborar la corona de la futura Reina de España.

Desesperado, asustado y sin idea alguna, aquella misma noche, en pleno agosto y con el terrible calor toledano, Navarro subió a la segunda planta de su estudio,  cogió del estante un nuevo cuaderno de trabajo y de forma lenta comenzó a esbozar las ideas que le venían en mente para elaborar el encargo de la futura Reina.

Pasaron las horas, pero no conseguia realizar una corona digna de la futura reina. Así sucedió durante varios dias y noches. Contrató aprendices para sacar adelante el trabajo diario, ya que el encargo Real no le dejaba tiempo libre. Pasaba horas y horas delante de su estudio intentando recrear una imagen, un esbozo, de algo satisfactorio y digno de la futura reina.

El plazo se agotaba poco a poco, llegaba septiembre y con el la fecha de coronación. En varias ocasiones hubo de mentir a los enviados de la Corte, con promesas de estar elaborando la mejor corona jamás vista en España.

Decidió no descansar hasta obtener el digno resultado, y hora tras hora, día tras día y noche tras noche, trabajaba sin resultado alguno.

Cierta noche, de las que la luna llena baña las orillas del tajo y se refleja en sus aguas, el orfebre no pudo con el agotamiento y se durmió en un profundo sueño junto a su cuaderno de esbozos.

Al clarear el día, despertó sobresaltado y con increíble sorpresa vio como delante de él, en su cuaderno de dibujo, estaba dibujada la más bella corona que jamás había visto. No recordaba haber dibujado algo así y lo achacó a su cansancio por la cantidad de noches en vela.

 Pero no todo el trabajo estaba realizado, por que el boceto era muy complicado de realizar, y no conseguía reunir todas las piedras preciosas y los materiales necesarios para su elaboración.

Quedando tan sólo tres días para que expirara el plazo acordado la desesperación le llevaba una y otra vez a fallar en el montaje del metal precioso. Tampoco había conseguido las piedras preciosas necesarias para su obra, enviando mensajeros por todo el reino para localizar lo que necesitaba. Cayó de nuevo la noche, y nuevamente agotado por el trabajo realizado sin resultado, el orfebre de nuevo quedó dormido sobre su mesa de trabajo.

Nuevamente despertó sobresaltado y cual fue su sorpresa al ver sobre la mesa las más bellas piedras preciosas, del tamaño adecuado para la corona que estaba elaborando. Preguntó a los enviados que iban llegando, con las manos vacías, por si alguno había traído las piedras, pero ninguno supo darle una explicación satisfactoria de la procedencia de los materiales tan perfectos y ya tallados.

Esa misma noche, extrañado por los últimos acontecimientos, decidió fingir quedarse dormido en su taller y asi descubrir este misterio.

Pasada la media noche, observó con terror, cómo la puerta del estudio se abría sin ver que a nadie, pero cual fue su sorpresa cuando bajando la vista al suelo, vio algo increíble: unos pequeños duendes, vestidos con ropas de diferentes y variados colores, de extraños rasgos, y de muy rápidos movimientos, accedían a la estancia, y trepaban de forma veloz a la mesa de trabajo, cogiendo con una fuerza extraordinaria para su tamaño las herramientas, y finalizaron el trabajo que en los días anteriores habían comenzado.

En pocas horas su trabajo estaba concluido, dejaron una maravillosa obra de arte sobre la mesa, mirando con curiosidad al orfebre que fingía dormir, se marcharon del taller. Navarro, se levantó rápidamente para acercarse a la ventana y observar a los duendecillos, cruzaban el pequeño trecho de tierra que separa la casa del Tajo, para internarse en las aún oscuras aguas de éste y perderse para siempre.

La mañana de un 25 de septiembre de 1833, habiendo viajado a Madrid, Navarro entregaba delante de la pequeña Infanta Isabel la más maravillosa corona realizada jamás y que pocos días después sería utilizada por la Reina Isabel II en su coronación.

EL CACHÉ:

Un pequeño contenedor de plástico "tupper"

Contiene el geobook, lapiz y algunos obsequios para intercambiar y regalar.

 

Additional Hints (Decrypt)

Ny cevapvcvb qr yn fraqn, cbe rapvzn qr yn pnfn pbybpnqb rager ynf cvrqenf. Fv fnorf ire ybf "fvtabf" qr genqvpvbarf snpvyzragr yb rapbageneáf l fv ab yn "GNH" gr nlhqneá. "Gnh" l "Pevfgb qr Heqn"

Decryption Key

A|B|C|D|E|F|G|H|I|J|K|L|M
-------------------------
N|O|P|Q|R|S|T|U|V|W|X|Y|Z

(letter above equals below, and vice versa)