Ya en el conjunto monacal, y no sin antes poder contemplar otro hito relacionado con el camino, en este caso, protagonizada por los componentes del Rotary Club, en forma de placa de bronce, obra también de Xosé Cid y situada en la calle de la Botica, todo hace recordar a Rosendo Guterres, el fundador y su familia, así como a la propia tradición jacobea, representada fundamentalmente por una espectacular figura de Santiago a tamaño natural con su caballo blanco luchando contra los moros y situado a modo de capitel de una de las cuatro columnas salomónicas que conforman el grandioso retablo mayor de la iglesia. A ello hay que sumar las figuras y las urnas que guardan las reliquias de San Rosendo y del discípulo de Santiago, San Torcuato.
La capilla de San Miguel y la roca que la antecede nos hablan de los tiempos del fundador, así como de alguna que otra leyenda ligada a los muchos milagros atribuidos al santo, tal es el caso de la misa y la cruz de los ángeles que durante siglos coronó y probablemente cristianizó también la roca-santuario pagano en donde, a decir de algunos, se asienta todo. (CI 81)