Búnker de TB´s
“...¿A dónde nos va a llevar todo ésto? Al final siempre perdemos los mismos para lucrarse otros.
Nos vinieron a buscar de noche a nuestras casas. Tocaron la puerta y preguntaron por mi padre y por los dos hijos mayores de la casa. Nos asustamos mucho. Sabíamos que el día llegaría porque la cosa se estaba poniendo fea y cada vez había más bajas entre los nuestros. Aprovecharon y al ver a los dos chicos pequeños ahí también, los sacaron de mala manera de casa. Nos metieron en una camioneta y nos llevaron al cuartelillo. Nos dieron un fusil a cada uno. Nuestras miradas eran de auténtico horror. No podíamos hacer nada. Ya habían decidido por nosotros. Teníamos que jugarnos la vida en los montes para defender el territorio.
Se oían tiros a lo lejos. Nos metieron a un montón de hombres y niños en más camionetas y nos subieron un poco por la carretera. Nos dieron las instrucciones necesarias. Las instrucciones para matar. “Que no os tiemble el pulso. Es lo peor que os puede pasar. Tenemos que defender el territorio sea como sea.”
Los tiros ya no quedaban tan lejos. Cada vez se oían más cerca.
Nos hicieron bajar muy deprisa. Corrimos por entre los árboles. Cubriéndonos entre nosotros y observando todo a nuestro al rededor. Esta oscuro. Muy oscuro.
Maté al primero. Fue una sensación muy difícil. Algo que nunca se me olvidaría. Me cayeron lágrimas por las mejillas. Lo tenía que hacer. ¡Lo tenía que hacer! Nos dijeron que serían unos días y podríamos volver a casa. Con nuestras familias. Con nuestra madre y nuestras hermanas. Ese era nuestro objetivo.
Nos mantuvimos en todo momento unidos. Los 5 juntos. No podrían con nosotros.
Pasaron dos noches en las que recorrimos muchos kilómetros de un lado para otro. Otros compañeros nos dijeron que la cosa iba mejor. Que entre todos estábamos consiguiendo acabar con el enemigo y que al día siguiente seguramente podríamos bajar.
Se fue echando la noche encima. Pero llegamos al alto de Erro. Nos metimos por ahí. A mano derecha salía un camino que daba a una campa rodeada de árboles. Inspeccionamos la zona y nos decantamos por los árboles de la izquierda. Accedimos dando un saltito y ahí encontramos un buen escondite.
Pasó la noche y por la mañana salimos al camino para ir bajando de nuevo. Nos recogieron en una camioneta. ¡Estábamos vivos! ¡Los 5 volvíamos a casa! No nos lo podíamos creer.
Tocamos la puerta. Nos abrió mi madre. Asustada. Pero al vernos no pudo más que llorar. Nos abrazamos todos. Lloramos todos.”
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