Razas de D&D: Goliats. 13N

En las cimas de las montañas más altas, donde los árboles no crecen y soplan gélidos vientos, moran los aislados goliats. Pocos pueden decir que han visto un goliat con sus propios ojos, y aún menos pueden decir que son amigos de uno. Los goliats vagan por un reino desolado de piedra, viento y frío. Sus cuerpos parecen haber sido esculpidos de las rocas de las montañas, y les otorgan grandes capacidades físicas. Sus espíritus se parecen al viento, convirtiéndolos en nómadas que vagan de cumbre a cumbre. Sus corazones están imbuidos con el frío procedente de sus tierras, dejando a cada goliat con la responsabilidad de ganarse un lugar en la tribu o morir intentándolo.

Historia

Competidores impulsivos

Cada día trae un nuevo desafío para un goliat. La comida, el agua y el refugio son raros en las zonas más altas de las montañas. Un solo error puede traer la perdición a toda la tribu, mientras que el esfuerzo heroico de un individuo puede garantizar la supervivencia de todo el grupo.

Así, los goliats tienen en gran estima la autosuficiencia y la pericia. Tienen el impulso de competir, contando sus hazañas y logros para compararlos a los de los demás. A los goliats les encanta ganar, pero ven la derrota como una indicación de que deben mejorar sus habilidades.

Esta dedicación a la competición tiene un lado oscuro. Los goliats son competidores feroces, pero por encima de todo ansían mejorar sus esfuerzos pasados. Si un goliat mata a un dragón, puede buscar uno más grande y poderoso con el que luchar. Pocos goliats aventureros llegan a la vejez, y muchos mueres intentando sobrepasar sus logros pasados.

Juego limpio

Para los goliats, la competición sólo existe cuando viene acompañada por un terreno de juego apropiado. La competición mide el talento, la dedicación y el esfuerzo. Estos factores determinan la supervivencia en sus hogares, no la confianza en objetos mágicos, el dinero u otros elementos que podrían inclinar la balanza hacia uno u otro lado. Los goliats felizmente se valen de estos beneficios, pero recuerdan con cuidado que tal ventaja siempre puede perderse. Un goliat que dependa demasiado en ellos puede caer en la autocomplacencia, un ingrediente para el desastre en las montañas.

Este rasgo se manifiesta fuertemente cuando los goliats interactúan con otra gente. La relación entre nobles y plebeyos les confunde. Si un rey carece de la inteligencia o el liderazgo para reinar, entonces la persona más capacitada del reino debería ocupar su lugar. Los goliats rara vez se guardan estas opiniones, y se burlan de la gente que confían en las estructuras sociales o las normas para mantener el poder.

Supervivencia de los más aptos

Entre los goliats, cualquier adulto que no pueda contribuir a la tribu es expulsado. Un goliat solitario tiene pocas posibilidades de sobrevivir, especialmente uno viejo o débil. Los goliats no sienten pena por los adultos que no pueden cuidar de ellos mismos, aunque los individuos heridos o enfermos son atendidos, como resultado del concepto goliat del juego limpio.

Un goliat lisiado de por vida aún debe poner su grano de arena en la tribu. Típicamente, estos goliats suelen morir intentando seguir el ritmo, o se escabullen durante la noche para buscar la fría voluntad del destino.

De algunas maneras, el ansia goliat de superarse a uno mismo se alimenta de la siniestra inevitabilidad de su decaimiento y muerte. Un goliat preferiría por mucho morir en batalla, en la cúspide de la fuerza y la habilidad, que soportar la lenta decadencia de la vejez. Pocos han conocido nunca a un goliat anciano, e incluso aquellos que han abandonado a su gente luchan contra el impulso de dejarse morir a la vez que sus habilidades decaen.

Debido a los riesgos que asumen, las tribus goliat sufren de una carencia crónica de la experiencia ofrecida por líderes longevos. Suplican por sabiduría innata en sus liderazgos, ya que rara vez pueden contar con una adquirida con la edad.

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