Historia
En 1385, entra en Galicia el Duque de Lancaster, pretendiente de la Corona de Castilla y aliado de Xoán I de Portugal, que se había proclamado en Ourense Rey de Castilla. Esto provoca que el obispo Pascual levante un muro de protección. Desde la finalización de la construcción, la ciudad queda cercada por un "vergonzante" muro. La muralla estaba formada por las partes traseras de las casas y las partes más pequeñas eran cerradas por tapias. La muralla contaba con 13 puertas por las que había necesariamente que pasar para entrar o salir de la ciudad. Esta edificación será uno de los elementos de protección de la ciudad junto con las fortalezas de la Catedral y los Pazos del Obispo, así como varias torres defensivas en el interior (la de Sta. María -adosada al Pazo Episcopal-, la de los Brancos y la del Curral), pero el común de las viviendas estaba desprotegido. Esta decisión determinó que la ciudad quedara enlatada en un contorno perfectamente definido que se mantuvo inalterable hasta mediados del siglo XIX.
La mención más antigua sobre las puertas de la ciudad figura en un "privilegio" concedido a la ciudad de Ourense por Fernando IV del año 1310, en el que se manda que "tenga ensina de seu e que tenga las llaves de la puerta de la villa".
Las puertas polarizaban determinadas industrias, como la Puerta de la Burga que aprovechaban las aguas calientes, los mesones en la Porta da Corredoira y la del Concello. Las puertas servían sobre todo para pagar impuestos aunque también para frenar la entrada de personas con peste o famélicas, como medida sanitaria de choque contra la peste y otras enfermedades, así como ordenaban a los vecinos a mantener una vigilancia férrea.
A Porta da Aira estuvo situada exactamente en las coordenas del mystery.
De la "Porta da Aira" aún hoy quedan unos restos incrustados en una fachada, del comienzo de la Calle Xulio Prieto Nespereira, uno de los símbolos arqueológicos y arquitectónicos urbanos de mayor significado en el pasado medieval y de la Edad media de la ciudad de Ourense, aunque solo se conservan 5 metros de una de las dos cuatro pilastras, con unos siete metros y medio de altura cada una.
Los actuales restos de la puerta son del siglo XVII, construida en orden toscano, con sillares almohadillados y en las pilastras, y estaba situada sobre la Porta da Aira originaria, a la que sustituyó, que era muy estrecha y tenía dos torreones, uno a cada lado.
Se encomienda su diseño en el año 1616 al maestro cantero Antonio Martínez de Araque (a quién se le habían encargado los planos de una reforma de la catedral de Ourense en el año 1608, concretamente para edificar una girola o deambulatorio alrededor de La Capilla Mayor, reforma que jamás se llevó a cabo), que obliga a construirla en ese mismo año, si bien parece que no fue finalizada hasta octubre de 1617, además de posteriores reparaciones hasta el año 1621.
La Porta da Aira fue respuesta a la expansión urbana cara el sur durante la Edad Media y Moderna. Era conocida por su esplendor y significado, cuando se recibían allí a los que entraban en Ourense desde el camino de Castilla, aunque también era la puerta por donde salían los gallegos que marchaban hacia Castilla, y muchas veces no volvían por los atracadores de los caminos.
Pegados a la puerta existen restos visibles de la antigua cerca de la ciudad, que estaría formada por paredes de las casas y por cierres de huertas interiores del casco urbano, sin que se pueda constatar una protección medieval con entidad suficiente para considerarla una muralla.
Tras diversas modificaciones y avatares históricos fue derribada definitivamente en el año 1837, cuando se dispuso la demolición junto con la Puerta de la Burga y la de la Horta do Concello.
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