Ya a comienzos de siglo se comienza a
desarrollar una intensa política de regulación de las cuencas
hidrográficas con el fin de evitar las dañinas crecidas e
inundaciones y conseguir un mejor aprovechamiento de las aguas para
regadío en los meses de estío. Las primeras noticias en prensa
sobre el Pantano del Ebro aparecen en 1913, año en el que la
idea es presentada en el Congreso de Riegos que se celebró en
Zaragoza.
El Ingeniero D. Manuel Lorenzo Pardo llevaba
años acariciando un proyecto para suplementar el caudal del Ebro
durante las mermas del estío, almacenando las aguas del río Virga y
convirtiendo en un inmenso lago el páramo del mismo nombre. Pero
pronto desarrolló una idea mucho más ambiciosa, un pantano que
recogiese las aguas del Ebro, el Virga y el Proncio. El proyecto,
presentado en 1913 y publicado en 1916, propone un embalse en la
cabecera del Ebro de sesenta kilómetros cuadrados.

Con motivo del inicio de las obras de
construcción del Embalse del Ebro se retratan, entre otras
personalidades: de izquierda a derecha, sentados, el alcalde de
Reinosa, D.Arturo Alonso (tercero), el general Saliquet (cuarto) y
el autor del proyecto, el ingeniero D. Manuel Lorenzo Pardo
(quinto). De pie, D. Adolfo de la Peña (primero) y los directores
de La Naval, Sr. Mora (sexto) y de Cenemesa, Sr. Olano (octavo).
Año 1928.

Cartografía de la situación primitiva

Red de drenaje y contorno del embalse
El largo debate se prolongó muchos años, siendo
uno de los temas más polémicos el de la compensaciones, tanto las
correspondientes a las expropiaciones de terrenos e inmuebles para
poder llevar a cabo el proyecto, como a las obras que mejorarían la
calidad de vida de la zona.
Dos de las más importantes a día de hoy todavía
no se han cumplido:
- prolongar la línea del ferrocarril de la Robla
hasta Reinosa.
- reposición de las comunicaciones, incluyendo el viaducto entre
Arija y La Población (puente Noguerol).
El descontento y la desolación entre las gentes
de la comarca crecía a diario. Un buen ejemplo es el artículo
titulado "El pantano del Ebro y la tristeza del campo", publicado
en la revista Blanco y Negro en su nº. 2150, del 7 de agosto de
1932.
Todas las desesperanzas y sospechas se hicieron
ciertas cuando las aguas comenzaron a embalsarse en 1948
para que mas tarde, el 6 de agosto de 1952, el pantano del
Ebro fuese inaugurado por El Caudillo D. Francisco Franco.
En los periódicos del jueves 7 de agosto se publicaron reportajes
gráficos donde aparece Franco con traje de almirante sobre la presa
del pantano en la localidad de Arroyo.

Con el embalsado de las aguas alrededor de 60
kilómetros de superficie quedaron inundados por 600 millones de
m³ de agua que cubrieron completamente los pueblos de Medianedo,
La Magdalena, Quintanilla y Quintanilla de Bustamante y
afectaron, en mayor o menor medida, a Las Rozas, Renedo,
Villanueva, Llano, Orzales, Arija, Quintanamanil y La
Población, un total de unas 400 viviendas. Quedó anegado
todo un fondo de valle en cuyo paisaje (según algunos, una "pampa"
campurriana) destacaba la presencia de una importante cabaña de
ganado vacuno y caballar que, aún hoy, mantiene una simbólica
significación en la cultura campurriana. También desaparecieron
bajo las aguas algunas de las mejores expectativas económicas del
valle, su industria. Se expropiaron 6.200 hectáreas y se
perdieron cerca de 3.000 empleos industriales (mil de ellos
directos) con el cierre de las fábricas de vidrio y con la
restricción de las explotaciones mineras de la cuenca carbonífera y
de los aprovechamientos de arenas. A medio plazo, efectos como
el paro y su más inmediata consecuencia, el éxodo, afectaron a
ayuntamientos ribereños con más dureza que esas nuevas brumas que
aparecían por efecto de un cambio microclimático provocado por el
pantano.

Fábrica de vidrio Santa Clara. Principio de
los años 20.
Como contraprestación a tal sacrificio, se ofrecieron unos
exiguos tardíos y mal pagados 60 millones de pesetas en
indemnizaciones, una importante, aunque coyuntural, oferta de
empleo durante el período de ejecución de las obras y, sobre todo,
un ambiente lleno de controversias, incertidumbres y retrasos
(incluido un paréntesis motivado por la guerra civil) que hicieron
inviable una reconversión económica ordenada para el valle. Los
pagos de las expropiaciones, que se efectuaron en algunos casos
utilizando valoraciones de la época del proyecto, se dilataron
hasta finales de los años 50; sobre todo los destinados a las
actividades agropecuarias, ya que las empresas industriales
supieron negociarlos con anterioridad a la guerra. Por otro lado,
las obras posibilitaron, en un primer momento, hacer frente a los
graves problemas de empleo existentes en la zona, a pesar de que la
construcción del embalse fue interrumpida entre los años 1928 y
1947 por distintos motivos. En definitiva, éste era el triste
balance que de las consecuencias locales del pantano se realizaba
en los años 60: pérdida de la riqueza agraria e industrial y olvido
de las promesas de indemnización, infraestructura de comunicaciones
y alternativas económicas a la población.
El impacto de la construcción del embalse del
Ebro no se limitó únicamente a los efectos ya comentados. Las aguas
no sólo acabaron con pueblos y fábricas, sino que también ocultaron
para siempre de la memoria de los campurrianos su anterior historia
industrial. En un momento crucial para la economía de la comarca,
el pantano apuntaló un auténtico proceso de reconversión industrial
que sustituyó un modelo de desarrollo forjado en el siglo pasado
por otro que aún hoy persiste.
Por la
misma época en la que se recogían opiniones a pie de campo sobre la
oportunidad del embalse, se hacía público el proyecto de
instalación en las proximidades de Reinosa de una fábrica
siderúrgica, la Sociedad Española de Construcción Naval
(Actualmente SIDENOR) que a partir de ese momento, habría de
convertirse en el motor económico de toda la comarca. El nuevo
modelo industrial abanderado por la Naval se va a caracterizar por
una fuerte especialización productiva concentrada en solo dos
grandes empresas, un alto componente estratégico y una localización
centralizada en Reinosa. Es decir, no se explotan recursos locales
(excepto el humano) sino que se aprovecha un emplazamiento interior
más seguro para la producción de material bélico. Tampoco existe
una trama de empresarios campurrianos vinculados a las fábricas,
sino que los capitales son foráneos y las decisiones sobre su
futuro están muy alejadas de Reinosa. Y no se trata de un número de
establecimientos dispersos por toda la comarca sino un complejo
situado en la capital, con lo que en su entorno se concentrará la
población que abandona los valles aislados y sin industria.
Con la llegada de la Naval se
ponía término a un grave problema de empleo generado en Campoo
desde finales del siglo XIX y también a la incertidumbre sobre las
posibilidades de desarrollo de la zona.

Primeros trabajos de construcción de la
Sociedad Española de Construcción Naval. Año 1919.
En definitiva, el pantano produjo una serie
de impactos negativos en la zona afectada derivados de los retrasos
en su construcción, la mala gestión de las indemnizaciones y la
ausencia de alternativas económicas para la población afectada.
Estos perjuicios sólo pudieron ser minorados mediante la oportuna
instalación de la Naval en Reinosa, que ofreció una salida a la
pérdida de empleo industrial generada por el pantano. Pero, al
mismo tiempo, ello supuso una reorganización de las estructuras
socioeconómicas de la comarca derivadas de una instalación
industrial estratégica, concentrada y centralizada. Características
que distaban mucho de parecerse a las de aquel otro modelo con una
tradición casi secular de cuyo recuerdo apenas queda hoy una breve
referencia en las crónicas a sus molinos o el nombre sin contenido
(Santa Clara, Vidrieras) perdido en alguna calle de Reinosa. La
memoria y la historia de aquella industria quedó también, en parte,
oculta bajo las aguas del pantano del Ebro.
El
caché.
En esta ocasión nos desplazaremos a
Villanueva, uno de otros tantos pueblos anegados por las
aguas allá por el año 1948. Desplazada por el pantano, es una
localidad del municipio de Las Rozas de Valdearroyo (Cantabria,
España) que actualmente cuenta con una población de 34 habitantes
(INE). La localidad se encuentra a 905 metros de altitud sobre el
nivel del mar, y a un kilómetro de la capital municipal, Las
Rozas.
Villanueva es un
pequeño pueblo de caserío disperso, irregularmente repartido por el
terreno que queda libre entre la carretera, el ferrocarril Bilbao -
La Robla y la orilla del pantano. Desapareció casi por completo
bajo las aguas, aunque se llegó a conservar la Torre de la
Iglesia de San Roque, que emerge fantasmal y misteriosa,
rompiendo la quietud del agua embalsada.
Para acceder al lugar
que alberga este caché podrás aparcar en: N 42 58.420 W 4 01.469.
Una vez allí dirígete hacia las coordenadas facilitadas.
Se recomienda que
hagas uso de la pista facilitada en el Additional
Hints.
**ATENCIÓN** El caché que en
esta ocasión os presentamos está dedicado al intercambio de
monedas, ya sean Pathtags, geocoin, de curso legal nacionales,
extranjeras, antigüedades etc, cualquier moneda será válida para
este caché.

Iglesia de San Roque en Villanueva, Las Rozas.
Fotografía de comienzos de siglo.

Iglesia de San Roque en Villanueva, Las Rozas.
En la actualidad.
Mucha Suerte y Feliz
Geocaching!!

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