
"El hombre pone piedra sobre piedra y hace un castillo;
siembra en la tierra y hace un bosque. Elija cada uno lo que
prefiera, pero el más pequeño bosque será siempre mayor que el
castillo más grande. Aunque no tenga más historia que la de sus
árboles."
Texto de José Saramago, Viaje a Portugal (citado
en La Memoria del Bosque, de Ignacio Abellá
La historia de los árboles dice tanto como la de las piedras.
Están ahí, unos y otras, testigos del pasado a los que, a veces,
podemos convencer para que nos susurren algo de lo que han visto
suceder. Mientras permanezcan en pie estaremos conectados por un
hilo casi intangible a quienes nos precedieron y andaron los mismos
caminos que tratamos de recorrer hoy. Pero las piedras se derrumban
y los árboles se talan. Y aunque la piedra perdida aún pueda
contarnos sobre quién la talló, un árbol una vez caído desaparece
para la memoria, y todos perdemos, con él, un poco de nuestro
pasado.

Nuestros antepasados veneraban a los árboles por una serie de
motivos. Uno de ellos era que el árbol puede enseñarnos mucho a
través de la observación. ¿Qué nos puede decir un árbol sobre la
vida y la espiritualidad?
Los árboles nos enseñan sobre el arraigo, la posición y la
fortaleza. Las raíces de un árbol nos recuerdan que muchas cosas
son invisibles a nuestros ojos y que debemos mirar por debajo de la
superficie. El árbol nos recuerda que las raíces proporcionan la
nutrición que sustenta a la vida. Las raíces nos dan la base y la
fuerza para resistir ante la adversidad.
Las ramas nos enseñan la importancia de la juventud y la
madurez. La fruta crece sólo en la madera vieja de la rama y sus
semillas aseguran la existencia de generaciones futuras. Las ramas
nuevas producen flores rápidamente y atraen el proceso de
fertilización. Juntas, las ramas viejas y las nuevas contribuyen al
futuro del árbol y al futuro de la arboleda.

El espíritu del árbol nos enseña a servir a los demás como
nos servimos a nosotros mismos. Mientras el árbol se yergue y
proclama su lugar en el mundo, también nos ofrece sombra, abrigo, y
ofrece un hogar y alimento a otros seres. Desde su centro, nos
enseña la lección de su espíritu:
- Ten una base con raíces profundas y mantente firme en el
mundo.
- Aspira a llegar alto para alcanzar cosas elevadas, y lejos
para extenderte al mundo.
- Ofrece sombra a quienes necesitan un descanso y abrigo a
quienes acudan a ti.
- Da frutos, y en abundancia.
- En los inviernos de tu vida, conserva tus recursos. En tus
primaveras, aprovecha las oportunidades para crecer. En tus
veranos, expándete. En tus otoños, despréndete de lo viejo y
renuévate.
- Finalmente, deja algunas semillas.>
Texto de Raven Grimassi, extraído del artículo "Seguir
el Camino", publicado en "La agenda de las brujas"
(2006), Ediciones Obelisco.