Esta playa cuenta con un
aparcamiento bastante extenso gracias al sistema dunar previo a
la playa. Tras cruzarlo, nos encontraremos en
una playa muy larga y plana, de unos dos
kilómetros, donde la arena es muy fina. El lecho marino presenta
unas condiciones ideales para el baño, pues sigue siendo de arena y
con una inclinación muy suave. Podemos caminar decenas de metros
sin que el agua llegue a cubrirnos. Además, debido a las
ondulaciones del terreno, podemos encontrar grandes piscinas de
poca profundidad que la marea se encarga de mantener limpias.
En el ámbito lúdico, la playa está muy bien equipada, contando con
todo tipo de atracciones, incluyendo una zona de alquiler de
embarcaciones a vela. En el extremo más alejado, donde la playa se
transforma en un entrante rocoso, podemos ver los islotes de Es
Freud y el perfil de la isla de Formentera.
Sorpresas en playa de Las
Salinas
Pero la playa de Las
Salinas debe su nombre al lugar que nos podemos
encontrar continuando unos cientos de metros por la carretera, una
zona apenas visible y no muy llamativa desde la
propia playa, pero que se transforma a medida
que nos vamos acercando. Si vamos a pie, descubriremos las únicas
vías de tren que existen en la isla, y que quedan como un simple
recuerdo del paso de trenes de mercancía hacia el muelle de la sal.
Aquí descubriremos un enorme embarcadero apuntando al mar, sobre
una pequeña cala con casetas de pescadores. La entrada al
embarcadero ha sido rodeada por pequeñas casas tradicionales que
aún conservan el espíritu isleño. Sin lugar a dudas, una cala
perdida de las multitudes y un lugar para unos pocos
elegidos.
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