El viejo Quijano velaba las armas en la plaza de la locura, ninguna soledad es más intensa que la de la incomprensión pero él no se siente solo. El frío propio de las noches manchegas, aunque seco, suele calar y llegar al hueso convirtiendose en dolor, el dolor te encoge, te torna minúsculo pero al anciano parece engrandecerle, sus ojos clavados en la luna llena brillan de ilusión.
La noche avanza, desaparece la luna entre las nubes, el cielo se torna vertical tintineando parsimoniosamente sobre la coraza tendida en el suelo pero el viejo sigue con la mirada alzada, él aún ve la luna.
En la plaza de la locura el suelo que antes era de piedra vieja se muestra ahora sublime, de mármol blanco, el cuco de labranza ahora es un castillo con altas torres desde las cuales se puede tocar el cielo...
...¿Quién quiere cordura?
Ruego tener mucho cuidado con los Geomuggles, dejate llevar por tus dotes artisticas y disimula cuando lo cojas. Deja el caché tal y como lo encontraste.
IMPORTANTE, LLEVA TU LAPIZ O BOLI PORQUE NO HAY EN EL CACHÉ, NO CABÍA.