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La Bolsa y la Vida Mystery Cache

Hidden : 12/20/2012
Difficulty:
3 out of 5
Terrain:
1 out of 5

Size: Size:   micro (micro)

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Geocache Description:


La Bolsa y la Vida

 
Era un día frío, otoñal pero ya sin colores. La niebla se respiraba bien dentro y hacía prácticamente imposible distinguir las formas y por supuesto aún menos, al amigo del enemigo…
 
No era una noche para pasear, pero allí andaba yo. Buscando entre la espesura la majestuosidad del palacio de la bolsa, intentado adivinar su contorno que se veía casi más nítido cerrando los ojos…  ¡Maldita niebla!
 
Había destinado muchas horas al estudio de este edificio, al trabajo de su arquitecto Repullés y Vargas, sus ornamentistas Molinelli y Taverner, a su proceso de construcción  y posterior inauguración por parte de la Reina Regente María Cristina allá por 1893, sus problemas de financiación… etc, etc.
 
Obtuve un “sobresaliente cum laude” por la tesis. Pero, yo sentía un vacío en mi interior, pues realmente nunca había estado en el edificio, ni siquiera en su exterior, dónde ahora cegado me encontraba.  En mi mano llevaba una copia de mi trabajo y miré su portada con cierto pesar…
 
Ahora, después de tanto tiempo, ahora que por fin había viajado hasta este enclave para admirar sus dimensiones,  apenas podía imaginar sus formas… Permanecí allí rígido en el frío, intentando repasar su basilical nave principal, su cubierta de hierro y cristal, su hermosa escalinata y aquello que ahora mismo no podía ver, su imponente pórtico de seis columnas.
 
Mi frustración se fue liberando pensando en la gente que antaño trabajó allí, hoy en día todo es electrónico y no tiene ningún tipo de glamour,  y recordé que el propio Repullés era hijo de un corredor de bolsa y por tanto conocedor del estrés y nerviosismo que se respiraban en los parqués.  
 
De pronto me pasé a pensar, en algo que  ninguna tesis trataría jamás, en esas otras gentes…. Aquellas que, cegadas por la avaricia, la envidia y/o por el  engaño de otros, habían perdido una buena parte o la totalidad de sus vidas en la bolsa. Sobre sus dramas, sus tragedias personales,  incluso sobre sus muertes…
 
Un escalofrío recorrió mi espalda y una ráfaga de viento consiguió despejar sólo por un instante el ansiado pórtico. Entre sus columnas me pareció ver una incierta forma humana que parecía girarse hacia mí.
 
Quedé otra vez oculto por la niebla, no era capaz de pensar en nada, estaba totalmente paralizado. Tenía el presentimiento de que algo estaba a punto de cambiar todo.
 
Una cara apareció a cinco centímetros de la mía a la vez que una mano agarraba fuertemente mi cuello y me llevaba casi a volandas al otro lado de la calle, detrás de unos árboles. No pude reaccionar, intenté decir algo, gritar, pero no salía sonido de mi miedo…Mi espalda crujió al chocar contra el árbol, mientras su presión se intensificaba impidiéndome respirar más que ligeros hilillos de aire.
 
Pasamos así un rato aunque la presión fue menguando poco a poco. Yo miraba fijamente a sus ojos, viendo a través de ellos cierto desasosiego, tristeza e incluso diría que miedo. Esto me tranquilizó, su miedo sobrepaso al mío, y comprendí que esto no era un atraco del estilo ¿la bolsa o la vida? sin más….
 
A medida que su presión se desvanecía, me atreví a hablar lentamente.

- ¿Qué quieres de mí? Llevo algo de dinero… - casi susurré, aunque me temía que esto no iba a ser suficiente.
 
Silencio, sólo se oía el ruido de la noche y de la pesada niebla que se hacía más y más espesa. Volví a sentir el miedo en mi magullada garganta.
 
- Tengo… -comenzó a balbucear-,  yo… ¡lo siento…!  Tiene que ayudarme…¡Por favor!
 
Mi desconcierto supero al miedo que aún sentía. ¿Qué querría aquel tipo? ¿Por qué me ha atacado y ahora me suplica ayuda?
Aflojó totalmente su presión y me miró unos instantes antes de volver a suplicar.
 
- Mi vida, mi familia… Todo está en peligro. Moriremos todos otra vez…  Necesito ese número. ¡Por favor!
 
Metió la mano en su capa sin dejar de suplicarme con la mirada. En ese momento me percaté que su vestimenta parecía de otra época, de hace al menos cien años. Me estremecí.
 
Saco lentamente un papel de su capa y me lo metió en mi abrigo.
 
- ¡Por favor!, Necesito el número, si no todo habrá acabado ¡Por favor, ayúdeme!
 
Miró alrededor y se dirigió rápidamente hacia el palacio.
 
Yo aún aturdido, salí de detrás del árbol, crucé la calle y subí las escalinatas del pórtico. Allí no había nadie.
 
Aún con una notable confusión me dirigí hacia el hotel, y sin saber bien cómo llegué hasta allí, entré en mi habitación y me derrumbé en la cama.
 
 
La luz del día me despertó. Me sentía pletórico después del reparador sueño. Había sido un viaje largo el de la noche anterior y había dormido profundamente. Me encontraba despejado pero tenía una extraña sensación en el estómago, ¡debe ser hambre!, me dije. Mientras me aseaba para bajar a desayunar, empecé a repasar las visitas que tenía planeadas para el día, empezando por el ansiado Palacio de la Bolsa… Nada más pensar esto, vinieron a mi mente, imágenes de un intensa niebla, del pórtico y de aquel espectro con que había soñado. Me quedé paralizado recordando el resto del sueño… 
 
El abrigo colgaba de una silla, tirado de cualquier modo. No pude evitar echarle un vistazo desde lejos mientras mi vello se erizaba en todo mi cuerpo. Con un miedo similar al del sueño de la noche anterior, me acerqué lentamente al bolsillo del abrigo. Metí la mano esperando no encontrar nada. Mi corazón se aceleró bruscamente cuando mis dedos detectaron algo en el interior y con sigilo sacaron al exterior una carta de otra época. Abrí la amarillenta carta, era una especie de problema que contenía dos imágenes deterioradas, unas letras aparentando un gráfico y en su final una inacabada igualdad…
 
 
Años más tarde leyendo un viejo libro de la época, encontré la tragedia de un pobre diablo que trabajaba en la bolsa allá por los años 90, siglo XIX. Trabajaba como recadero y contaba la historia que aparentemente perdió un pagaré por valor de mil pesetas de las de entonces, una fortuna. Para poner esta cifra en contexto, hay que recordar que el palacio de la bolsa se comenzó a construir con unos fondos de 200.000 pesetas y su presupuesto inicial fue de 1.250.000 pesetas. Al pobre tipo le acusaron de robo y le condenaron con el pago de todos sus bienes presentes y futuros, al pago de la misma. Esto le llevó a la completa ruina, y con la suya la de toda su familia.
 
Unos días antes de su muerte recibió una carta. En ella, unos ricos señoritos de la bolsa le proponían un juego fatal. Tenía que resolver un misterio,  si lo conseguía recuperaría el dinero perdido, en caso contrario se enfrentaría a su propia suerte…
 
Ante la imposibilidad de resolver el misterio, decidió denunciar el hecho a la policía, intentando demostrar con la carta,  que había sido víctima de un cruel y caprichoso juego y de su inocencia en el supuesto robo del pagaré. Unos días más tarde él y su familia fueron encontrados muertos en la vereda del río, aparentemente víctimas de un grupo de asaltadores. El tiempo acalló el revuelo inicial de aquellos días y el dinero nunca apareció.
 
Busqué aquel viejo papel que de manera tan extraña había llegado a mí poder y me puse a trabajar en el cálculo de aquel número. ¡Tal vez demasiado tarde...! Fue una compleja y mareante tarea, pero al final lo conseguí, comprendiendo que en su época debió tratarse de una tarea prácticamente imposible. Me imagino la angustia que debió sentir aquel pobre diablo.
 
Ahora que tenía el número, tenía que encontrar dónde y cómo aplicarlo. Un día, en mi afán por la lectura de la época,  recordé haber leído sobre unas antiguas cajas de caudales encontradas en una antigua ermita no muy lejos de allí. ¡Vaya esto podía encajar con la ermita y la caja mencionada en la carta! Parece que aquél era sitio de reunión de ciertos señoritos de la época y se rumoreaba que era también lugar elegido para la práctica de rituales de carácter masónico. Investigué sobre el tema y encontré que varias de aquellas cajas fueron adquiridas por un anticuario de la zona. Me sentía profundamente asombrado. Estaba como en un sueño sintiéndome mágicamente guiado, y consciente de  que había sido sabiamente elegido por mis conocimientos sobre la época. Aquel, mi fantasma, sabía que yo era la persona adecuada para la resolución de este misterio.
 
Ya en la tienda mi sorpresa fue aún mayor, cuando el anciano nieto de aquel antaño anticuario, ahora al frente del decrépito negocio, recordó tener unas viejas cajas de caudales almacenadas en el sótano, totalmente inútiles y sin ningún tipo de valor dado su estado de deterioro. 
 
El polvoriento y oscuro sótano guardaba en algún rincón unas viejas cajas fuertes medio corroídas por el paso del tiempo y una tenaz humedad.  El anticuario, probablemente ya con achaques reumáticos, prefirió dejarme trastear a mis anchas indicándome hacía donde debía dirigir la búsqueda. Tras media hora de movimiento de viejos trastos y muebles que casi se deshacían, aparecieron las prometidas cajas. Una de ellas, rápidamente levantó mi confundido ánimo pues mostraba, entre la herrumbre, pertinazmente grabados los tres primeros dígitos de un número que me era muy conocido,… Saqué mis notas dónde tenía anotado el número. Efectivamente, coincidían. La caja seguía mostrando, en relativo buen estado, su rueda y su palanca de apertura y tras un primer giro de ruleta algo duro, noté ceder los engranajes del mecanismo. Parece que aún funcionaba pero, ¿cuál sería la combinación?  La carta decía, tres del principio, tres del medio y tres del final.
 
Probé los tres primeros números, nada. Busqué de nuevo entre mis anotaciones y conté buscando las posiciones centrales, lo repetí para comprobar. Tardé un rato. Una vez confirmados los introduje en la caja…, tampoco paso nada. Empezaba a pensar que estaba dando palos de ciego, que aquello no iba  a funcionar, pero había que intentarlo… Probé los tres últimos números. Tras el último número, algo distinto sonó dentro… Intenté girar la palanca de apertura, pero no se movía. Volví a intentarlo apoyando esta vez todo mi peso en ella y la palanca lentamente comenzó a ceder.  Tiré de la ella para abrir la puerta, esta vez con fuerza, entendiendo que el óxido acumulado complicaba todo tipo de movimiento. Mi corazón latía deprisa, era consciente de que estaba llegando al final de todo aquel misterio que me había tenido obsesionado durantes meses. Se aceleró aún más cuando la puerta empezó a ceder y cuando pude ver el interior de la caja.
 
Parecía vacía, totalmente vacía. Pero, rápidamente mi vista quedó fija en un pequeño cajón que tenía en su parte superior. Lentamente tiré de él, consciente de que allí encontraría el descanso esperado…. En su interior había una carpeta. La abrí y observé una vieja foto en la que aparecía mi bien conocido Palacio de la Bolsa y gente cruzando lo que por aquél entonces se denominaba La Plaza del Comercio. ¡Un momento, aquel tipo de la izquierda…! ¡No puede ser! ¡No puede ser! Era él, sin lugar a dudas, era él.
 
Al coger la foto para analizarla de cerca, algo cayó al suelo. Lo recogí y antes de mirarlo entendí que ésta era la salvación para aquel pobre personaje de la foto, para mi fantasma particular. Fortuna que nunca consiguió encontrar… Lo miré y observé un billete de la época. Lo conocía.  Era uno de los primeros billetes emitidos por el recientemente unificado Banco de España y que fueron emitidos en una moneda nueva, en pesetas. Era un billete emitido de 1874, un billete de mil pesetas…   ¡Lo había encontrado!
Me quedé mirando la foto y la silueta de aquel tipo, pensando en como un simple juego, un simple billete, en definitiva un simple papel, habían conseguido acabar con su vida… Sentí una intensa rabia por semejante crueldad e injusticia. La rabia dio paso a una profunda tristeza por él y por su familia.  Un instante después se apodero de mí un tremendo sentir de alivio, porque ahora, por fin, aquel desafortunado individuo descansaría en paz.
 
 
Dejaré el billete oculto en otro lugar, para que otros conozcan la historia y su misterio y como tributo en recuerdo de aquel pobre hombre.
 
Os dejo unas fotos que tomé de la caja fuerte, de la antigua fotografía que encontré en su interior, así como una reproducción de la misteriosa carta.
 
 
Esta es una historia de ficción creada por el equipo Irejo para un juego de geocaching. Cualquier parecido con la realidad o con cualquier otra historia será mera coincidencia.
La documentación histórica sobre la época, sobre el Palacio de la Bolsa, etc., han sido obtenidas de fuentes consideradas fiables pero no garantizamos su exactitud y/o que puedan incluir errores.
 
  • Fotos:
     
 
 

 
 
  •  La carta :


 
El caché no está en las coordenadas iniciales.


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Additional Hints (Decrypt)

Záf dhr cvfgn, npynenpvóa: Ra ry aúzreb dhr ncnerpr ra ry chagb 2) unl ha . l han , Va fvgh: Ire fcbvyre

Decryption Key

A|B|C|D|E|F|G|H|I|J|K|L|M
-------------------------
N|O|P|Q|R|S|T|U|V|W|X|Y|Z

(letter above equals below, and vice versa)