El Puente de la Risa es tal vez la única prueba arquitectónica de la idea que Tomás Maestre había proyectado para el final de La Manga: una pequeña Venecia residencial. La otra prueba es la nominal: Veneciola, nombre con el que se bautizó a toda la zona y que, de acuerdo al primer proyecto urbanístico, se construiría con canales artificiales que servirían de calles de acceso a cada una de las viviendas. Los chalés, a su vez, tendrían un pequeño embarcadero y punto de amarre. La idea, configurada por el arquitecto catalán Antonio Bonet, se deshechó con el correr de los años a pesar de que se llegaran a realizar varias de las excavaciones para construir estos canales artificiales. Pero esta mini Venecia de veraneo del final de La Manga se iba a diferenciar de la ciudad italiana en un detalle: tendría también un acceso por carretera. Las arterias de asfalto que se habían trazado en el proyecto no eran tantas como as que hoy existen, pero de todas formas iba a ser necesaria la construcción de un puente de acceso para superar la Gola del Charco (uno de los canales naturales que cortan a La Manga). Es así como nace el Puente de la Risa.

Hace 30 años

Existen muy pocos datos acerca de su forma tan peculiar. Tampoco se sabe a ciencia cierta si fue bautizado y conocido con otro nombre en sus primeros años. Lo que sí se sabe es que se construyó en 1978 imitando el estilo de los puentes de la ciudad italiana. “Nosotros construimos el puente de acuerdo a las especificaciones del arquitecto: un arco que superaba el medio punto y llegaba a ser casi ojival”, comenta Ángel Olmos, uno de los encargados de la obra y hoy residente en San Javier. La construcción derivó en un pedalte tan pronunciado que, al cruzarlo en coche, genera aquella sensación de vacío en el estómago que a muchos les produce risa.

La peculiaridad de este puente

El nombre se quedó: el Puente de la Risa, y tanto su peculiaridad como su historia poco conocida se han convertido en una de las principales atracciones turísticas de La Manga. Un dato más: su estructura fue revestida con piedras del Cabezo de San Cayetano, muy resistente al salitre.

 

EL CACHE:

Es un cilindro negro de unos 7 cm. con tapa amarilla que se esconde en el borde del canal.