La Pasarela de la desembocadura del Huerva es un puente de tipo peatonal construido sobre la desembocadura de este río en el Ebro.
Fue construida en 2008, como parte del plan de acompañamiento para la recuperación de las riberas del Ministerio de Medio Ambiente de España a través de la Confederación Hidrográfica del Ebro con motivo de la Exposición Internacional Zaragoza 2008. Se sitúa en el entorno de parques que conformanla ribera, interconectando el Parque Bruil y el Parque del Azud Manuel Lorenzo Pardo.
Estructuralmente es una viga de acero corrugado que soporta losas de hormigón armado. Tiene una longitud de 80 metros, de los que 60 componen el vano central con dos vanos al principio y final de 10 metros. Su barandado consta de una serie de vidrios contiguos en 12 + 12, que cada uno lleva una tirada y patrón distinto, a causa de la forma de lomo de burro, haciendo el trabajo mucho más complejo de lo que parece, y habiéndolo concluido satisfactoriamente.
Desde la desembocadura del Huerva existe la opción de remontar el río por una serie de zonas verdes de gran interés ambiental en ambas márgenes del río. Por la margen izquierda de este río se extiende un parque lineal con una serie de jardines y surtidores y un bosque lineal junto al río, con árboles de buen porte.
Dos pasarelas cruzan el Huerva permitiendo retornar por la margen derecha hasta la desembocadura. Si se sigue recto, sin cruzar el río, pronto se llega al muro que cerraba la finca de la torre de Bruil, hoy un bello parque urbano de más de 30.000 m2. En su origen este terreno perteneció al convento de San Agustín, hasta su desamortización en 1836. En 1842 pasó a ser propiedad de Juan Faustino Bruil, comerciante y Ministro de Hacienda en 1855, de quien toma su nombre, y que construyó una casa de campo con jardines laberínticos, trazados por diseñadores europeos, invernaderos, estanques, plantas exóticas, animales y entretenimientos variados como una montaña rusa. Hacia 1868 el lugar fue vendido y dividido, pero se conservó la porción comprada por la familia Montserrat, en la que el ayuntamiento, tras su expropiación, creó el parque en 1965.