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El cuento de Diego Herrero 2 Traditional Cache

Hidden : 4/21/2014
Difficulty:
3.5 out of 5
Terrain:
3 out of 5

Size: Size:   micro (micro)

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Geocache Description:


Capítulo segundo: Os ex ossibus.

 

No había amanecido cuando Diego se despertó, estaba tapado con una manta porqué las paredes de tapial de su casita mantenían el interior fresco hasta en los días más calurosos de esa primavera. El invierno había sido duro, nevaba menos que en la sierra, pero el viento gélido de la llanura parecía cortarle a uno las orejas a cuchilladas.

Habían pasado unos meses desde que llegara al pueblo, en cuanto se hubo instalado en una pequeña habitación de la venta salió a recorrer los cortijos de los alrededores ofreciéndose como pastor. Tardó un par de semanas en encontrar trabajo, pero finamente lo consiguió en una finca cercana. Además de su sueldo le ofrecieron una pequeña casa cerca del corral, también podría recoger la leña que necesitara del monte cercano y la leche y el queso de las ovejas. En el pueblo vivía la familia dueña de los terrenos y el ganado, le trataban bien y le ayudaban cuando lo necesitaba, aunque echaba mucho de menos a auténtica familia, y a menudo se despertaba llorando, o las lágrimas asaltaban sus ojos inesperadamente de vez en cuando en el monte, por los caminos, o al anochecer frente al hogar.

Se vistió con pereza, calzas, camisa, alpargatas de esparto y sombrero de paja para salir al fresco de la mañana, desayunó rápido y abrió las portadas, los perros entraron y un ejército de ovejas comenzó a salir trotando hacia el camino. Ese trabajo sabía hacerlo bien, ahora llevaba muchas más cabezas, pero con la inestimable ayuda de los perros el ganado obedecía muy bien. Tenía tiempo para hacer lo que siempre le había gustado y ahora en primavera estaba todo rebosante de vida, podía ver legiones de pequeñas hormigas organizando los caminos para transportar la comida, una pareja de grandes águilas culebreras levantaron el vuelo a su paso, pero nada de eso le interesaba hoy, había estado tan ocupado en establecerse y mantenerse en invierno que no había vuelto a pensar en el tesoro de su padre, hasta hoy.

Aquella noche había soñado otra vez, de igual forma que la noche de la muerte de sus padres no fue un sueño normal. Vio grandes encinas como islotes desiertos en un mar de verde trigo, sentía en las sienes el palpitar de su corazón, una fuerza tiraba de él hacia un árbol concreto. Oyó el llanto de una mujer, o de una niña, no estaba seguro, y entre la neblina del sueño pudo ver una hermosa cara surcada de lágrimas, sentía la rabia y la impotencia de la chica, la buscaba. Se vio a sí mismo apretando los puños, golpeando las piedras con las manos desnudas, también lloraba. -Busca el tesoro, buscarme- oyó decir a la joven, y entonces despertó. Se levantó totalmente angustiado en medio de la noche, empapado en sudor, y cuando miró sus manos comprobó con terror que estaban cubiertas de sangre.

Durante el día no pudo alejar las terribles imágenes de su mente por más que intentará entretenerse con otros pensamientos más agradables, hasta que a lo lejos, paseando por el mismo camino que él llevaba, vio a José. Había sido el anterior pastor de ese ganado hasta que no pudo aguantar más el dolor de sus viejas articulaciones, era ya muy mayor y de vez en cuando salía con Diego a pasear con las ovejas. -buenos días nos de dios- saludó alegremente el anciano cuando se encontraron frente a frente- que mala cara traes hoy ¿te pasaste anoche con el vino de la cena?- rió el vejete con ganas.

-No he dormido muy bien, hay noches en las que sería mejor no pegar ojo- contestó el chico de mala gana mientras pateaba una piedra.

José era muy simpático, le gustaba charlar durante horas contándole historias de la gente del pueblo mientras daba tragos a su pellejo de vino. Sus movimientos eran lentos, y su caminar recordaba al de un perro viejo, abatido por el trabajo y los años, en parte por el vino y en parte por el mal estado de sus piernas. Caminaron un rato en silencio hasta que pasaron junto al esqueleto desperdigado de una oveja. Había visto muchos huesos a lo largo de su corta vida, pero en esa ocasión Diego se quedó petrificado, un sudor frío recorrió su espalda y sin darse cuenta contuvo la respiración, ni siquiera sabía por qué. El anciano se dio cuenta -los viejos cuentan historias sorprendentes, a veces no se acuerdan bien y otras veces el paso del tiempo tergiversa los relatos hasta hacer imposible diferenciar la realidad de la fantasía- comenzó a decir para aliviar un poco al muchacho -cuentan que hace muchísimo tiempo, mucho antes de que los reyes cristianos conquistaran estas tierras, por esta zona hubo una cruenta batalla, la sangre empapó la tierra de tal forma que hasta los arroyos fluyeron rojos durante semanas. Los cadáveres de los combatientes quedaron como pasto para buitres y zorros, hasta que la enfermedad empezó a invadir los pueblos cercanos. Entones, entre las gentes surgió la idea de deshacerse de tanta muerte, y fueron amontonando en una gran fosa común los cuerpos de los caídos que habían sido abandonados en el campo de batalla. Por eso a este pueblo se le conoce como Ossa desde tiempos inmemoriales, significa huesos en latín ¿sabes? Porqué bajo su fértil tierra esconde los restos de los vencidos en aquella contienda. A veces, cuando veo montón de huesos, me acuerdo de esta historia y pienso hasta qué punto sus almas habrán alcanzado el descanso- cuando vio la expresión de Diego, con la cara pálida y los ojos muy abiertos estalló en una gran carcajada -pero no te asustes, muchacho, los cuentos de vieja son sólo eso, retazos de historia mezclados con la imaginación de cada boca que las cuenta- dio una palmada en el hombro del joven y le hizo un guiño amistoso- sé que echas de menos a tus padres, y que su recuerdo perturba tus sueños, pero ya va siendo hora de que los entierres en tu cabeza como hicieron los antiguos, no digo que los olvides, pero sí que comiences a caminar sin su sombra tras tus pasos, guarda un bonito recuerdo de ellos y sigue adelante sin que te lastren los pies, soy ya viejo y he perdido a las personas que me acompañaron a lo largo de mi vida, por eso se de lo que hablo, joven amigo-. Siguieron caminando en silencio.

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Diego paso el resto día sólo, pensando, aunque no consiguió apaciguarle del todo la charla del viejo le hizo reflexionar, ¿y si tenía razón?, ¿y si su búsqueda de aquel estúpido tesoro no era más que una salida de su cabeza para mitigar un poco el dolor? Con esto mantenía cerca a su padre, persiguiendo una fantasía creada en brazos de una fiebre asesina, un cuento lleno de ilusiones vacías que no hacía más que atarlo a un recuerdo, atormentado con sueños que su mente entristecida creaba para mantenerlo con vida.

Llegó la noche y ya en su casita se acostó sin ni siquiera haber cenando, derrotado. Pero esa noche volvió a soñar, con más violencia que la anterior, volvió a la encina, a escuchar los sollozos desesperados, a golpear las piedras, pero cuando despertó no estaba en su cama, había caminado dormido, el suelo frío de la sala le mordía la espalda, y esta vez, al abrir las manos, encontró dos piedras ensangrentadas en su interior. Se levantó de un salto, cubrió su cuerpo con una manta y salió corriendo en la oscuridad, las luces del alba asomaba por el este, y corrió desesperado sin saber hacia dónde iba hasta que en la distancia, recortada por la naranja luz del amanecer vio la silueta de la encina de su sueño. Sabía que tenía que ir allí. Cuando llegó ya se veía lo suficiente como para distinguir las piedras amontonadas el pie del tronco y empezó a retirarlas con ansia, una tras otra fueron quedando esparcidas a su alrededor, escucho el llanto y siguió excavando desesperado, sintió un aliento cálido en la nuca, arrancó romeros, pateo las rocas, las manos le dolían, la sangre goteaba entre sus dedos, y entonces vislumbro un objeto blanco, un hueso, más largo que el de cualquier parte de una oveja, después asomó otro, y por fin, cuando el sol arrancaba jirones de niebla de la tierra vio una blanca calavera humana rota cubierta por las hebras de un saco.

 

El Caché:

Este es el segundo de una serie de seis caches normales y un mistery final. Para acceder a las coordenadas finales del séptimo trendreis que apuntar el número y la letra que hay escritos en cada uno de los log books que completan la serie. 

Os aconsejo que hagais la serie en orden, y leyendo cada capitulo antes de su busqueda, ya que hay pistas en el texto que os ayudarán.

Ha costado bastante trabajo la fabricación de los contenedores, ya que son todos miméticos con camiuflajes hechos a mano. Espero que los disfruteis y los mantengais todo lo posible, tratarlos con cuidado y dejadlos exactamente como los encontrasteis, por favor. 

En esta serie agradecería que se logearan pronto los DNFNo Encontrados, para poder reponerlos en cuanto me sea posible y que no quede interrumpido el mistery.

Buena caza.

 

Additional Hints (Decrypt)

Bf rk bffvohf Ny cvr qr hab qr ybf gebapbf

Decryption Key

A|B|C|D|E|F|G|H|I|J|K|L|M
-------------------------
N|O|P|Q|R|S|T|U|V|W|X|Y|Z

(letter above equals below, and vice versa)