EN BUSCA DE PALAFOX
Conocidos los sucesos de Madrid y la situación del rey en Bayona, el pueblo zaragozano se amotina el 24 de mayo de 1808. Los sublevados se dirigen a la capitanía general para deponer al General Guillelmi, de carácter afrancesado, y obtener las armas que se encuentran en el castillo de La Aljafería. Ante la falta de líder, el pueblo se limita a esperar las decisiones de la Junta.
El día 25, unos militares y algunos paisanos dan a conocer la presencia del general Palafox en el palacio de los marqueses de Ayerbe en La Alfranca, donde se ha refugiado tras huir de Bayona. Sin perder tiempo, Jorge Ibor, conocido como “tío Jorge”, al frente de algunos milicianos va en su busca y lo acompaña a Zaragoza para ser nombrado Capitán General.
Esta serie recuerda el itinerario seguido por el pueblo zaragozano aquel 25 de mayo de 1808.
Sirva de homenaje a todos los Defensores de la Siempre Heróica e Inmortal Ciudad Zaragoza, representados por algunos de los más conocidos.
LA RUTA
La ruta tiene una longitud de cerca de 16 kilómetros, solo ida. Discurre por un terreno llano. Se puede hacer en 4 horas caminando o 2 horas en bicicleta, más el tiempo dedicado a buscar cachés. No permite el uso de vehículos a motor.
Hay diversas zonas de descanso y algunas áreas donde es posible llegar con vehículo a motor. Es posible emplear el autobús interurbano entre Pastriz y Zaragoza.
JOSÉ DE PALAFOX
Nació en Zaragoza el 28 de octubre de 1775. Falleció en Madrid el 15 de febrero de 1847.
Hijo de los Marqueses de Lazán, fue oficial de la Guardia de Corps, escolta de los Reyes de España, desde 1792. Había sido de niño Infantico del Pilar. Tomó parte en 1795 en la guerra contra la Convención francesa.
Se escapó de Bayona cuando Fernando VII fue llamado allí por Napoleón y se vino a Zaragoza donde los paisanos, que habían depuesto y encarcelado al Capitán General Guillelmi por negarse a entregarles armas, le nombraron capitán general. Ratificado su nombramiento por el Real Acuerdo tomó disposiciones para movilizar tropas y recursos para contener la invasión francesa, nombrando Comandantes de los distintos Cantones fronterizos con Francia.
Dirigió la defensa de la ciudad en los dos Sitios, el primero del 15 de junio al 14 de agosto de 1808 y el segundo del 21 de diciembre de 1808 al 20 de febrero de 1809. En el primero con paisanos voluntarios y muy pocos soldados intentó defender la ciudad desde fuera, pero las derrotas sucesivas en Tudela, Mallén, Alagón, Epila, Belchite... le obligaron a encerrarse en la plaza y defenderse en una cerrada lucha de casas. El 4 de agosto, cuando los franceses habían llegado hasta el Coso, salió de la ciudad para buscar tropas de refuerzo que estaban en Pina y Osera, este refuerzo y la noticia de la victoria de Castaños sobre Dupont en Bailén obligaron a los franceses a levantar el cerco.
En el segundo Sitio dispuso de más tropas regulares venidas de Valencia, Murcia, Lérida y Mallorca y también de paisanos voluntarios, pero la superioridad en hombres y artillería de los franceses le obligaron a encerrarse en la plaza y recurrir a la defensa casa por casa frente a una cruel guerra de minas desatada por los zapadores franceses para ahorrar vidas que la guerra convencional les costaba a raudales. Después de dos meses de resistencia, agotadas las municiones y los víveres y diezmadas las tropas y la población por la epidemia de tifus exantemático del que también enfermó él gravemente, cedió sus poderes a una Junta que capituló ante el Mariscal Lannes.
Llevado prisionero a Francia, donde pasó cinco años, volvió a España tras firmar Napoleón con Fernando VII el Tratado de Valençay y regresó a Zaragoza con el Rey, siendo ambos muy aclamados por el pueblo. A partir de ahí se encontró Palafox entre dos lealtades, a su Rey al que no abandonó nunca y a la Constitución redactada por las Cortes de Cádiz en 1812 que al General le parecía beneficiosa y justa para el pueblo que había salvado a su rey. Esto le ocasionó el desvío del monarca que no le perdonó nunca haberse mostrado partidario de la Constitución. No obstante fue capitán General de Aragón, Comandante General de Alabarderos y Jefe del Cuerpo de Inválidos. Tras la muerte de Fernando VII la Reina Gobernadora Mª Cristina le concedió el título de Duque de Zaragoza. Murió en Madrid en la fecha citada a los 72 años. Enterrado en el Panteón de Hombres Ilustres, junto a la Basílica de Atocha, al cumplirse el CL aniversario de los Sitios en 1958 su cadáver fue trasladado con todos los honores a la cripta de la Basílica del Pilar de Zaragoza donde reposa.