


VAMONOS DE CAÑAS
Gracias a este material humilde y sencillo, podemos conocer este oficio tradicional. El cañicero.
El cañicero dedicaba su tiempo a fabricar cañizos. Los cañizos eran,, superficies rectangulares hechas con cañas, que tienen una media aproximada de 2 metros de largo por 1 ó 1/2 metro de ancho.
La construcción tradicional lo empleaba para cubrir las vigas, sirviendo de base a la cubierta de los tejados, para hacer tabiques y cielorrasos y, también, para proteger a los albañiles en los andamios de las fachadas; los agricultores lo venían utilizando, desde tiempo inmemorial, para secar al sol las ciruelas y diversos frutos, extendiéndolos sobre los cañizos.
Su alto contenido en sílice, permite a la caña mantener sus cualidades a través del paso del tiempo, así, un cañizo bien aislado en el tejado, puede mantener su consistencia durante más de 60 años. Su poco peso y flexibilidad, la facilidad para que agarre el yeso al entretejido de los cañizos, su capacidad como aislante y su bajo precio han sido las razones para que el cañizo haya llegado hasta nuestro tiempo.
El cañicero utilizaba muy pocas herramientas para su trabajo: una hoz para cortarlas por la base, un cortete (una hoz sin punta) para pelarlas y una hachuela para cortar las puntas y dejarlas a medida.
La construcción de un cañizo de 1 metro de anchura requiere entre 35 y 40 cañas y cinco pilares; el cañicero seleccionaba las cañas más rectas para las costillas de las columnas. El trenzado completaba el cañizo y se hacía con tiras de caña verde o remojada.
Los rajadores o abridores eran herramientas para sacar las tiras; había de 3 y de 4, en función de la finalidad del cañizo: los cañizos trenzados con tiras de cuatro se utilizaban para trenzar los cañizos dedicados a la construcción y los de tres tiras para cañizos de otros usos.
Un cañicero experto, con el material seleccionado y cortado, podía montar y tejer el cañizo en 20 minutos utilizando únicamente sus manos. También hacían cestas, mezclando el mimbre con las tiras de caña, diversificando así su oficio y su producto, que era más ligero y más vistoso.
Con materiales humildes y sencillos, el cañicero ha sido durante muchos siglos un colaborador inestimable de albañiles y agricultores, dando a la sociedad un producto barato y duradero obtenido de la naturaleza.
A Dios con ellos a este oficio tradicional que, pronto, quedará en el recuerdo de los más viejos.