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¡Bienvenidos a la formación de Agentes Secretos 102! Sabemos que si estáis aquí es porque siempre habéis sentido la creciente necesidad de resolver misterios y hacer de este un mundo mejor… Habéis podido acceder a esta clase, pero mi trabajo ahora es separar el grano de la paja. No todos ni todas llegaréis a convertiros en Agentes Secretos. No tendréis lo que hace falta…
Pero ya llegaremos a eso. Primero, vamos a ver el caso práctico de esta semana. (Si no has solucionado aún el caso práctico 101, te recomiendo encarecidamente que pases por allí primero, te será de utilidad).
Como sabréis, tras la disolución de la URSS y con el panorama geopolítico actual, existe un gran mercado negro de armas con un potencial de destrucción ilimitado. En su mayor parte acaban en manos de caciques locales que pretenden tener un seguro de vida para evitar ser desalojados de su posición pero no siempre es así.
Como parte de la Agencia, vuestro trabajo futuro consistirá en detectar esas amenazas que se salgan de lo normal y ponerles fin antes de que tengamos que lamentar desgracias. Para muestra, un botón. Hace cinco años tuvimos conocimiento de una extraña Sociedad que estaba implantándose en las principales ciudades del mundo. Se hacía llamar la Garra y podréis ver una reproducción de su logo en el Dossier. Aquí en Madrid nuestro objetivo fue el de controlar a los agentes de la célula local y averiguar lo máximo posible de sus planes.
Teníamos identificada su sede y a los principales colaboradores cuando nos llegaron informes de contrainteligencia de que se estaba preparando un gran golpe y que iban a darse a conocer al mundo. Por aquel entonces yo era el encargado de seguir los movimientos de uno de sus agentes para tratar de detectar si se ponía en comunicación con algún otro miembro de otra célula o con la matriz principal y, después de haber parado el primer golpe descubrí otra anomalía muy extraña en la conducta del tipo al que estaba siguiendo. Tras haber evitado ese primer golpe, el mismo agente al que seguía volvió a cambiar su rutina, pero debían tener un protocolo por si estábamos interceptando la información porque cambió también el patrón que transmitía. Una tarde, en vez de volver de su trabajo a casa en autobús como hacía siempre, volvió a coger un taxi que le llevó a una tienda de productos de Galicia donde compró algo de marisco. Cinco días más tarde cogió otro que le dejó en la esquina de la calle María de Molina con Lagasca y siguió la siguiente ruta:
Fue por María de Molina hasta Claudio Coello donde giró a la izquierda hasta General Oraá. Allí giró a la izquierda hasta Lagasca, donde dio la vuelta y fue hasta Serrano. Allí giró a la izquierda para bajar hasta Maldonado. Allí giró a la izquierda hasta Claudio Coello por donde subió hasta Diego de León. Se dio la vuelta para volver a Maldonado donde giró a la izquierda otra vez y llegó hasta Lagasca donde volvió a girar a la izquierda hasta Diego de León otra vez. Entonces se dio la vuelta de nuevo y bajó hasta Padilla, donde giró a la derecha para llegar a Serrano por donde subió hasta Juan Bravo. Giró de nuevo a la derecha hasta Lagasca y allí bajó hasta José Ortega y Gasset, donde giró a la derecha hasta Claudio Coello. Giró a la izquierda para bajar hasta Don Ramón de la Cruz, por donde volvió hasta Lagasca. En la esquina se dio la vuelta y fue hasta Serrano, donde giró a la izquierda para bajar hasta Ayala. Giró a la izquierda de nuevo y subió hasta Lagasca, donde giró a la derecha para bajar hasta Hermosilla. Allí giró a la derecha de nuevo hasta Claudio Coello, por donde bajó a Goya. En Goya giró a la izquierda para llegar a la esquina con Lagasca donde volvió a dar media vuelta para llegar hasta Serrano. Por Serrano bajó hasta Villanueva, donde giró a la izquierda para volver a Claudio Coello. Subió hasta Jorge Juan y bajó de nuevo a Villanueva para después girar a la izquierda hasta Lagasca. Por último subió hasta Jorge Juan otra vez.
Aunque miró algunos escaparates, no paró a comprar nada así que al terminar cogió un taxi y se fue a casa.
Al día siguiente de nuevo cogió un taxi pero esta vez sólo paró a comprar la cena para llevar en una conocida franquicia de comida americana. Encargó hamburguesas y patatas con queso. En cuanto el pedido estuvo listo se fue a casa y cenó con toda normalidad.
Siete días más tarde volvió a alterar su rutina y el correspondiente taxi le dejó en la esquina de Lagasca con María de Molina. Desde allí fue hasta Claudio Coello por donde bajó a General Oraá. Allí giró a la derecha hasta Serrano, donde dio la vuelta para volver a Lagasca. Giró a la derecha y bajó hasta Maldonado, donde volvió a girar a la derecha hasta Claudio Coello, por donde subió a Diego de León. Giró a la izquierda hasta Serrano y bajó hasta Padilla. Allí giró a la izquierda para llegar a Claudio Coello otra vez, por donde subió a Juan Bravo. Se dio la vuelta y bajó de nuevo hasta Padilla para girar a la izquierda hasta Lagasca y volver a subir a Juan Bravo. Volvió a girarse y bajó hasta Don Ramón de la Cruz. Debió haberse pasado o algo porque se dio la vuelta otra vez y subió a José Ortega y Gasset. Allí giró a la izquierda hasta Claudio Coello, por donde volvió a Don Ramón de la Cruz para girar allí a la derecha y llegar hasta Serrano. Volvió a subir hasta José Ortega y Gasset y al llegar a la esquina se dio la vuelta de nuevo para bajar hasta Hermosilla. Allí giró a la izquierda y subió por Claudio Coello hasta Ayala, donde se dio la vuelta para volver a bajar hasta Hermosilla y girar a la izquierda hacia Lagasca. Subió hasta el cruce con Ayala y se dio la vuelta para bajar hasta Goya. Giró a la derecha y llegó al cruce de Goya con Serrano.
Una vez más, sin haber comprado nada, cogió otro taxi y se fue a casa.
El día siguiente fue a ponerle pilas a su reloj en la relojería de su barrio, poco antes de irse a trabajar. Nueve días más tarde se repitió el patrón de los paseos por el centro pero esta vez desde Maldonado con Lagasca hizo caminando esta ruta:
Bajó por Lagasca hasta Juan Bravo donde giró a la derecha y llegó hasta Claudio Coello. Allí giró a la derecha de nuevo para volver a Maldonado donde giró a la izquierda hasta Serrano. Por Serrano bajó hasta Padilla, donde giró a la izquierda para ir hasta Lagasca. Allí se dio la vuelta y volvió hasta Serrano, por donde bajó hasta José Ortega y Gasset. Allí giró de nuevo a la izquierda para volver a Lagasca, por donde subió hasta Padilla, otra vez. Se dio la vuelta y bajó hasta Don Ramón de la Cruz, donde giró a la derecha hasta el cruce con Claudio Coello. Por Claudio Coello bajó hasta Ayala donde giró a la derecha para llegar a Serrano. Se dio la vuelta y fue hasta el cruce con Lagasca donde giró a la derecha y bajó hasta Goya. Giró a la derecha hasta llegar al cruce con Claudio Coello, por donde subió hasta Hermosilla. Allí giró a la izquierda para llegar a Serrano por donde bajó de nuevo a Goya. En ese momento desandó todos sus pasos hasta volver a la esquina de Goya con Lagasca y bajó por Lagasca a Jorge Juan. Allí giró a la derecha hasta Claudio Coello por donde siguió bajando hasta Villanueva. Giró a la izquierda en Villanueva para llegar hasta Lagasca, donde dio media vuelta y avanzó hasta Serrano. Por Serrano bajó hasta Columela donde giró a la izquierda para volver a Lagasca. Subió por Lagasca a Conde de Aranda y allí giró a la izquierda para volver a la intersección con Serrano.
Dando por finalizadas sus andanzas, volvió a su casa y ya no hubo ningún día más en el que le diera por pasear al agente. Pasé la información al Departamento de Análisis y supieron averiguar a qué hora (el día ya lo sabíamos) y dónde iba a ser este siguiente atentado. Ahora es trabajo vuestro averiguarlo. Si lo averiguáis, podréis acceder a la localización de este segundo microfilm donde tendréis que dejar vuestra firma con vuestra propia máquina de escribir.
Comprobad vuestras respuestas en el siguiente Certitude para obtener las coordenadas finales.
Puedes validar la solución a tu puzzle con certitude.