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#381 - En un lugar de la Mancha Mystery Cache

Hidden : 8/1/2017
Difficulty:
1.5 out of 5
Terrain:
1.5 out of 5

Size: Size:   micro (micro)

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Geocache Description:


 




‘‘Y no toma ocasión su amarillez y sus ojeras de estar con el mal mensil, ordinario en las mujeres, porque ha muchos meses, y aun años, que no le tiene ni asoma por sus puertas, sino del dolor que siente su corazón por el que de contino tiene en las manos, que le renueva y trae a la memoria la desgracia de su mal logrado amante; que si esto no fuera, apenas la igualara en hermosura, donaire y brío la gran Dulcinea del Toboso, tan celebrada en todos estos contornos, y aun en todo el mundo’’. ‘‘¡Cepos quedos! –dije yo entonces–, señor don Montesinos: cuente vuesa merced su historia como debe, que ya sabe que toda comparación es odiosa, y así, no hay para qué comparar a nadie con nadie. La sin par Dulcinea del Toboso es quien es, y la señora doña Belerma es quien es, y quien ha sido, y quédese aquí’’. A lo que él me respondió: ‘‘Señor don Quijote, perdóneme vuesa merced, que yo confieso que anduve mal, y no dije bien en decir que apenas igualara la señora Dulcinea a la señora Belerma, pues me bastaba a mí haber entendido, por no sé qué barruntos, que vuesa merced es su caballero, para que me mordiera la lengua antes de compararla sino con el mismo cielo’’. Con esta satisfación que me dio el gran Montesinos se quietó mi corazón del sobresalto que recebí en oír que a mi señora la comparaban con Belerma. –Y aun me maravillo yo –dijo Sancho– de cómo vuestra merced no se subió sobre el vejote, y le molió a coces todos los huesos, y le peló las barbas, sin dejarle pelo en ellas. –No, Sancho amigo –respondió don Quijote–, no me estaba a mí bien hacer eso, porque estamos todos obligados a tener respeto a los ancianos, aunque no sean caballeros, y principalmente a los que lo son y están encantados; yo sé bien que no nos quedamos a deber nada en otras muchas demandas y respuestas que entre los dos pasamos. A esta sazón dijo el primo: –Yo no sé, señor don Quijote, cómo vuestra merced en tan poco espacio de tiempo como ha que está allá bajo, haya visto tantas cosas y hablado y respondido tanto. –¿Cuánto ha que bajé? –preguntó don Quijote. –Poco más de una hora –respondió Sancho. –Eso no puede ser –replicó don Quijote–, porque allá me anocheció y amaneció, y tornó a anochecer y amanecer tres veces; de modo que, a mi cuenta, tres días he estado en aquellas partes remotas y escondidas a la vista nuestra. –Verdad debe de decir mi señor –dijo Sancho–, que, como todas las cosas que le han sucedido son por encantamento, quizá lo que a nosotros nos parece un hora, debe de parecer allá tres días con sus noches. –Así será –respondió don Quijote. –Y ¿ha comido vuestra merced en todo este tiempo, señor mío? –preguntó el primo. –No me he desayunado de bocado –respondió don Quijote–, ni aun he tenido hambre, ni por pensamiento. –Y los encantados, ¿comen? –dijo el primo. –No comen –respondió don Quijote–, ni tienen escrementos mayores; aunque es opinión que les crecen las uñas, las barbas y los cabellos. –¿Y duermen, por ventura, los encantados, señor? –preguntó Sancho. –No, por cierto –respondió don Quijote–; a lo menos, en estos tres días que yo he estado con ellos, ninguno ha pegado el ojo, ni yo tampoco. –Aquí encaja bien el refrán –dijo Sancho– de dime con quién andas, decirte he quién eres: ándase vuestra merced con encantados ayunos y vigilantes, mirad si es mucho que ni coma ni duerma mientras con ellos anduviere.



40.026407 -2.661204



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