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Palos de la Frontera. Serie Pueblos y Aldeas Traditional Cache

Hidden : 10/24/2018
Difficulty:
1.5 out of 5
Terrain:
1.5 out of 5

Size: Size:   micro (micro)

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Geocache Description:


Palos de la Frontera


Serie Pueblos y Aldeas de Huelva






Una estrella en la historia:


El margen izquierdo del río Tinto, poco antes de llegar al mar, es de Palos. Es una tierra luminosa y variada, donde los espacios anfibios imponen una transición gradual como si quisieran confundirse con el océano.

Esta zona tuvo el privilegio de conocer las antiguas civilizaciones romanas y musulmanas, como lo confirman restos de villas rústicas y caseríos. El nombre de Palos fue impuesto por los romanos, en referencia a la abundancia de pantanos, lagunas o estanques que existen en el término (Gordon y Ruhstaller 1992; 430).

Los primeros pobladores cultivaban los campos y se aprovechaban de un puerto, abrigado en una ensenada que llegaba hasta la fontanilla. La actividad de la bahía, vigilada desde una fortaleza construida en un cabezo cercano, fue esencial para la economía palerma y se completaba con factorías de salazones y hornos cerámicos, que nutrían un rico comercio exterior.

La conquista cristiana, hacia mediados del siglo VIII, reactivo la economía de la zona. El cambio de la luna por la cruz supuso una lucha enconada con el medio y la sustitución de olivares y encinares por viñedos y pinos, ya que la calidad de las tierras difícilmente podía soportar la demanda de nutrientes de cereales que garantizarse en la alimentación de la población. La vid fue durante toda la repoblación el cultivo estrella porque satisfacía, además de la demanda de vino, la necesidad de fijar y vincular población a la tierra. De otra parte, del pino se extraía la leña y piñones pero, sobre todo, cobraba gran importancia a su utilización en la fabricación de navíos.

El hilo de la historia deja a Palos bajo la jurisdicción del Concejo de Niebla por poco tiempo, porque Sancho IV otorga a Pay Arias Cherino la Torre de Palos, con derecho a nombrar alcaldes y alguacil y franqueza fiscal para 20 vecinos excusados (Ladero, 1992). La población aparece documentada de nuevo en 1322, tras la donación que Alfonso VI hace Alonso Carro y Doña Berenguela. Posteriormente, tras tortuosas relaciones de herencias, vuelve a realengo por compra de Juan I y en 1379 definitivamente a señorío, con Alvar Pérez de Guzmán, alguacil mayor de Sevilla, quien obtuvo franquicia fiscal para los 50 primeros vecinos que se instalarán en la villa. Sin embargo, el hecho de no estar vinculado a mayorazgo motivo que el señorío se fragmentase en partes, a las que los herederos no renunciaban por voluntad propia.

Ello creo un estado de confusión notable, porque durante el siglo XV las actividades desarrolladas en Palos adquirieron carácter internacional. Naves inglesas, bretonas, flamencas e italianas recalaban en su puerto para el intercambio de mercancías, no sólo agrarias, sino también pesqueras. Estas últimas se realizaban en la alota o lonja del pescado y constituía un lugar idóneo para fiscalizar la mercancía, siendo una fuerte de pingües ingresos para el señor.

Las continuas apetencias por controlar una villa tan floreciente y dividida hizo surgir la necesidad de elaborar ordenanzas municipales (González Gómez, 1976) y permitió, quedado los intereses económicos, que en 1492 los Reyes Católicos compraron la mitad del señorío, embarcándolo en la empresa colombina.

Pero la expedición se fraguó fuera de la villa, en el paraje de La Rábida, donde un monasterio franciscano continuaba la existencia del antiguo rivat, convento fortaleza para el control y vigilancia de la entrada del río Tinto. Esta atalaya se convirtió en un foco de luz y estudio desde 1412, en que el Papa Benedicto VIII concede licencia a fray Juan Rodríguez, para vivir con otros 12 frailes en un "eremitorio bajo la advocación de Santa María de La Rábida" (Domínguez, C. y Paz, J. J. de 1992, 39).

La visita de Colón a este convento cambió el rumbo de la historia mundial, porque, tras largos recorridos sin esperanzas de ver realizada la empresa de llegar a las Indias por occidente, encuentra a Fray Antonio Marchena, un gran entendido en astrología, y a fray Juan Pérez, antiguo confesor de Isabel la Católica. Ambos le apoyaron para que la soberana aceptarse el proyecto.

La comitiva hacia las Indias se materializó en el puerto de Palos, donde Colón encontró la ayuda inestimable de los hermanos Pinzón y pudo armar dos carabelas y una nao, que partieron hacia lo que sería América. Especialmente fue decisiva la postura del avezado marino Martín Alonso Pinzón, que aporto dinero y convenció a la marinería palerma, en principio reticente, de la oportunidad de la aventura colombina.

La partida el 3 de agosto de 1492 y el encuentro con un nuevo mundo, el 12 de octubre del mismo año, trajo expectativas de desarrollo inusitadas para una España y Europa en expansión comercial. Sin embargo, Palos comienza a enquistarse, cada vez más, en sí misma, perdiendo los bríos con que inició el siglo XV. Las sucesivas expediciones que siguieron a la original, entre las que destacan las de Pedro Alonso Niño y Cristóbal Guerra y Vicente Yáñez Pinzón vaciaron a estas tierras de sus mejores gentes. Quintero, Bermúdez, Domínguez... Dejaron su estela en la historia, en pos de una América que prometía fortuna y fama. Así, desde mediados del siglo XVI, Palos experimenta una decadencia que se prolongó hasta mediados del siglo XX.

La razón es de la misma hay que buscarla, además de la descapitalización humana que Palos sufre desde el Descubrimiento, en la evolución adversa del medio, que le ciega el Puerto. Efectivamente, la llamada americana atrae maestres, pilotos, armadores, contramaestres, capitales, marineros..., de cuyas iniciativas audaces se ve privado Palos. De otra parte, los procesos de erosión, acelerados desde la repoblación, acumularon tantos sedimentos en el fondo del canal del puerto que a los barcos les fue imposible llegar hasta la villa. La alota arruinada y las actividades pesqueras en declive vieron crecer una zona de carrizos donde antes existía una excelente puerto.

A Palos le cupo la estrella de iniciar la empresa americana pero, subido en una larga crisis, apenas fue capaz de llevar la pesada losa de la historia. La caída de las rentas de los señores no se hizo esperar y de un millón de maravedíes que tenían en 1498 pasaron a 215.000 en 1512. En el siglo XVII Palos tiene la aduana de menores ingresos (Pulido, 1986). Hacia 1642 la población solo agrupa 94 vecinos, es decir, poco más de 400 personas.

El siglo XVIII arrincona la tradición marinera de Palos, que se hace cada vez más rural. Inutilizable la ensenada-estero, la recesión socioeconómica se muestra en la escasa población que sustenta 28 vecinos en 1713. Solo desde mediados del siglo XVIII se puede rastrear una tímida recuperación, hasta alcanzar los 70 vecinos en 1752. Pero éstos, casi 350 personas (Núñez Roldán, 1987), dejan entrever la entidad de una villa que transita a duras penas por el acontecer de los siglos.

Durante el siglo decimonónico la fortuna no se muestra más que magnánima. Seiscientas fanegas de viña ocupan gran parte de los 843 habitantes de Palos y las 300 de cereales, dan trigo "escasamente para el sostenimiento de la población" (Madoz, P., 1845). Así pues, el vino es el producto más abundante y el único patrón de cambio externo. El arbolado es insignificante, aunque el pasto abundante puede sostener algunos rebaños marginales de cabras y ovejas que, junto con la caza, complementan las débiles economías campesinas.

Siguiendo la tónica provincial del renacer demográfico, Palos dejó el siglo XIX incrementando sus hijos hasta los 1621 habitantes de 1920, en una trayectoria que no destacaba sobre las medias provinciales y regionales hasta 1964.A partir de esa fecha, se recogen los frutos demográficos de una industrialización provincial, que trajo miles de migrantes a la villa.

En los albores del siglo XXI, Palos ha dejado en el camino su tradición marinera y se vincula la industria y, paradójicamente, a una nueva agricultura, que ha propiciado un renacer de las potencialidades internas del municipio, frente al industria "impuesta". Así, el Palos de la Frontera de hoy no solo es la historia. El pueblo no vive del pasado, sino del sudor de sus hombres que luchan para labrarse un nuevo horizonte.


Tierras y aguas:


El término de Palos de la Frontera se extiende por 4.925 hectáreas, bordeadas de agua por todas partes, excepción de sus flancos Este, que limita con las tierras de Moguer, y extremo Sureste, que hace frontera, de nuevo, con Moguer y Lucena y Almonte. En esta situación, el desarrollo histórico de palos le confirió al río Tinto un papel de primer orden, porque todo los caminos terrestres debían atravesar el Moguer de los Portocarrero y la presión de su físico.

Por el Sur, el Océano Atlántico recorre una veintena larga de kilómetros de playa hasta llegar a la desembocadura del río Tinto y penetra, tierra adentro, por el llamado Canal de Palos. En este recorrido, cordones dunares y acantilados ocultan un traspaís lleno de actividades y de lagunas.

Siguiendo las aguas, hacia el Noreste del Canal, los acantilados dominan un amplio estuario y marismas, donde La Rábida es el principal resalte topográfico. Pero además en las faldas del cabezo donde se asienta la villa, existió un castillo que velaba por las actividades del Puerto. Sin embargo, la decadencia de la fortaleza fue paralela a la crisis de las actividades marítimas, siendo prácticamente destruido y absorbido por la villa. Efectivamente, la inviabilidad del puerto, conectado por el llamado Estero de las Estacas o de la Fontanilla, se vio comprometida y posteriormente anulada por intensos procesos erosivos que ha experimentado su territorio en tiempos históricos.

Las tierras del Este tampoco se libran de la presencia de las aguas, porque este espacio "más continental" debe salvar el cauce y las aguas estancadas del Estero Domingo Rubio, declarado Paraje Natural, y la extensa Laguna de las Madres, que tiene cerrado su paso al mar por un denso cordón dunar y enlaza, ya por el Sur, con un rosario de lagunas, entre las que destacan Laguna Primera de Palos, Laguna de la Jara, y Laguna de la Mujer.

Con todo, quizás, el apelativo que más le cuadra al espacio palermo sea el de anfibio porque, en su evolución geológica, las tierras han surgido en fechas tan recientes, que aún se están conformando. A la par de estas transformaciones, los usos y funciones del territorio han cambiado. El puerto fue la estrella que se apaga, a medida que el espacio continental se agranda, y los campos son el astro que renace.

La morfología actual es el resultado de un gran descenso del mar, ocurrido hace 18.000 años aproximadamente, al que sigue otra fase de ascenso del nivel de las aguas llamada "transgresivo flandriense" hacia el año 6000 a. n. e. Esta nueva situación esculpe rías y acantilados, modelando los fondos de las aguas bahía. Poco a poco los estuarios y esteros se van colmatando, hasta llegar a un importante "episodio de colmatación posmedieval", que anega los cauces de aguas de arcillas, arenas y fangos, imposibilitando la navegación por canales y marismas, hacia el interior del espacio anfibio. Especialmente se vio afectado el Estero de la Fontanilla, que dejar de ser navegable y subió a la villa en una profunda crisis de identidad productiva.

Las razones de esta gran hecatombe para la actividad portuaria la encuentran algunos autores (Pozo F.; Campos, J. M. y Borja, F., 1996) en el impacto que sobre los sistemas naturales ejercieron los procesos de poblamiento. Así, amplias formaciones de pinos y encinas, con sotobosque de jaras, brezos y helechos, fueron sustituidos durante el dominio musulmán por olivos y, tras la conquista y repoblación cristiana, por vides y pastizal.

La estructura geológica y la distribución del relieve organizan la red de drenaje y tres grandes unidades ambientales: la "plataforma septentrional", que tributa directamente al río Tinto; los amplios espacios que vierten al Estero Domingo Rubio y, finalmente, la zona arreica del ámbito lagunar.

Efectivamente, las tierras más antiguas de Palos se localizan en el Norte del termino y sobre ellas se asienta el primer poblamiento y la propia ciudad. Son de la Era Terciaria y, concretamente, del periodo Mioceno saheliense, de hace aproximadamente, como mucho, unos 15 millones de años. Los materiales predominantes son las arenas y areniscas que, cementadas en algunas áreas, han dado lugar a "cabezos" o altozanos. De otra parte, la zona más septentrional, de edad pleistocena-holocena, resuelve la llegada al río mediante acantilados discontinuos, que dan paso a la marisma y a pequeñas terrazas de fango.

Los cursos de agua que recorren la plataforma septentrional y llegan al Tinto son muy escasos. Destaca en el Este el Arroyo de las Cabañas, que, al llegar a las inmediaciones del núcleo urbano se convierte en el Estero de la Fontanilla. Este, con motivo de la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, fue profundamente manejado, con objeto de reivindicar "el canal perdido del que salieron las carabelas". La mejora del antiguo Estero se ha realizado con reforestación ornamental de los márgenes, accesibilidad peatonal y un leve drenaje que permite conservar una lámina de agua en gran parte de su trayecto. Entre la zona residencial de La Rábida y Palos, un segundo arroyo que drena el Prado de Alcalá y el Cabezo del Mar, sin apenas agua, llega a la marisma bordeando campos, perforados por innumerables pozos que dan su agua a vergeles de huertas y frutales.

A poco de dejar el núcleo urbano, en dirección al Estero Domingo Rubio, aparecen limos, arenas, calizas y margas de épocas más recientes. Es un Plioceno removido por la red de drenaje del Estero, que aparece a ambos márgenes de la llanura inundable.

La cuenca hidrográfica del Estero Domingo Rubio, situada en la porción central del municipio, abarca buena parte del término. Por su margen derecha recibe los arroyos del Príncipe, de Juan Juiz, de la Pañuela, de la Rábida y del Politécnico que, en erosión remontante, están desmantelando la plataforma miocénica. Sin embargo, la acción de estos cauces es insignificante si la comparamos con el aterrazamiento que realiza la nueva agricultura, abriendo frentes pioneros de la frontera agrícola. Por doquier, aterrazamientos, pozos, casas, plásticos e infraestructuras de riego originan un paisaje singular, muy humanizado y distante de los originales, que tenían en los lugares más secos árboles y, en los húmedos, una abundante sotobosque de helechos y juncias.

El paisaje de humedales predomina todavía en el Estero Domingo Rubio, el cual ha tenido que ser, en parte, alambrado por la codicia de tierras de agricultores. Estos han avanzado hasta situar los campos en el borde mismo de las aguas. En el estero, declarado Paraje Natural, sobreviven importantes colonias de anátidas y cigüeñas, así como diversas especies anfibias y mamíferas, que vieron peligrar su existencia en la sequía de años anteriores. Las lluvias de 1995-96 han dado lugar a una marisma llena y a una explosión de vida que, sin embargo, pone en peligro la eutrofización de las aguas, porque reciben un aporte en exceso de abonos de los campos cercanos.

Por el margen derecha, el Estero recibe el arroyo de Juan Delgado y el de los Cabezos de Begino. Sobre la cuenca del primero se ha realizado una amplia desforestación de pinares sustituidos por fresas e interrumpido por las infraestructuras y el diario de las industrias que prolongan el Puerto Exterior de Huelva. Mientras tanto, el arroyo del Cabezo de Beguino aparece, entre la carretera Huelva-Mazagón y la Refinería de Petróleos, integrado en un paisaje lunar de chimeneas de industrias y depósitos de gasóleos.

El contacto con el océano se realiza a través de terrazas arenosas muy recientes, con formaciones dunares que cierran la salida de las aguas al mar y conforman un rosario lagunar. La zona arreica del ámbito dunar presenta un paisaje originario de pinos, retamas, juncos, jaras, romeros, helechos..., y soberbios campos de fresas, que crecen hasta las mismas orillas del complejo lagunar de Palos y Las Madres. Éste, sobre 693 hectáreas, ha sido declarado Paraje Natural. Dentro del mismo, es necesario destacar la Laguna de las Madres porque, a caballo entre los términos de Moguer y Palos ha jugado un papel muy importante en la reactivación económica de la provincia y, al mismo tiempo, encierra una rica historia natural y humana.

La Laguna de las Madres fue un auténtico paraíso en miniatura de Doñana (Melero, 1992), transformando progresivamente desde 1957 por la explotación de la rica turbera que cubrían sus aguas. La inviabilidad económica de la misma hizo experimentar diferentes alternativas agrícolas, traídas desde California. Éstas cuajaron hacia mediados de los años 70 con el cultivo de fresón que, una vez saltó los límites de la finca, se hizo menos rentable y ha dado paso actualmente a flores, helechos, kakis..., que emplean la más alta tecnología agrícola.

El clima que disfruta este territorio es mediterráneo oceánico, con precipitaciones que alcanzan los 460 mm. y una temperatura media de 16,7°C. Y aunque la evotranspiracion potencial, es decir, el agua que debía pasar a la atmósfera, resulta muy alta, unos 848 mm, las plantas suelen tener acceso al agua por la peculiar estructura geológica, que desde muro a techo, es decir desde el sustrato impermeable hasta la superficie, diferencia a grandes rasgos tres estratigrafías, relacionadas con facies históricas: miocénica o de arcillas, pliocénica o de conglomerado y holocénico o arenas. Las arcillas almacenan las aguas sobre los conglomerados y las arenas, que alimentan a un complejo lagunar sin salida al mar y a innumerables pozos que perforan las arenas hasta el acuífero sobreexplotado para regar los campos (Márquez Domínguez, 1989, I).

Additional Hints (Decrypt)

Zntaégvpb

Decryption Key

A|B|C|D|E|F|G|H|I|J|K|L|M
-------------------------
N|O|P|Q|R|S|T|U|V|W|X|Y|Z

(letter above equals below, and vice versa)