Espíritu de Ermua.
Explorando la zona para esconder un caché, me encuentro por sorpresa con este pequeño jardín, con estatua, dedicado a Miguel Ángel Blanco.
Si tienes ya unos años, recordarás la angustia de aquéllos días de julio en los que Miguel Ángel Blanco permaneció secuestrado por ETA y el anuncio su ejecución si el Gobierno de España no cedía a sus presiones.
El 1 de julio de 1997, la Guardia Civil liberó a José Antonio Ortega Lara, un funcionario de prisiones al que mantuvo secuestrado durante 532 días en una nave de Mondragón custudiado, entre otros, por Josu Uribetxeberría Bolinaga.
Tras el éxito de la liberación, a los pocos días ETA secuestró a Miguel Ángel Blanco Garrido, un concejal de la localidad de Ermua. En un comunicado reivindicando el secuestro, ETA anunció que lo ejecutaría si en el plazo de 3 días el Gobierno de España no realizaba un acercamiento masivo de presos a cárceles del Pais Vasco.
El comando Donosti, liderado por Francisco Javier García Gaztelu, alias "Txapote", cumplió con su amenaza y a los tres días asesinó a Miguel Ángel Blanco disparándole en la cabeza en un desacampado cercano a Lasarte. Nada se consiguió con la intensa actividad policial buscando a Miguel Ángel y con los numerosos movimientos ciudadanos exigiendo su liberación.
Sin embargo, la muerte de Miguel Ángel Blanco consiguió movilizar a mucha gente, en lo que se conoció como el Espíritu de Ermua, un movimiento que produjo el despertar de muchos sectores de la sociedad que hasta entonces, fundamentalemnte por miedo, mantenían una actitud de indiferencia y pasividad frente al terrorismo.
El Espíritu de Ermua y el asesinato de Miguel Ángel Blanco fueron, sin lugar a dudas, el inicio del final de ETA.