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VESTIGIOS DE LA GUERRA CIVIL III Letterbox Hybrid

Hidden : 2/6/2019
Difficulty:
2 out of 5
Terrain:
3 out of 5

Size: Size:   other (other)

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Geocache Description:


 

VESTIGIOS DE LA GUERRA CIVIL III

 

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Indagando vía google, conforme colocabamos caches en otras trincheras, empezamos a ver que Villamayor esta plagada de trincheras por esta zona.  Así que poco a poco vamos a ir escondiendo cachés para que veais estos lugares tan llenos de historia. 

 

Las posiciones de cabezones Petruso, Campoliva, vértice de Flora, Realengo, vértice Primoral y La Puntaza, formaban parte del frente nacional, que pretendían contener a las tropas republicanas, que se hallaban en las zona de la suela alta y balsa de la Salada. El sector fue considerado como muy importante para proteger Zaragoza. La zona tuvo una gran ocupación de militares, por parte de ambos bandos, y eso se tradujo en una gran cantidad de elementos ofensivos y defensivos que componen ambas líneas. Si se siguen con un lápiz el trazos por las diferentes posiciones localizadas se dibuja perfectamente las dos líneas de ataque, la republicana y nacional. Desde la carretera que conduce has Farlete hasta los montes de Aljafarin.
Las trincheras y demás vestigios militares de la zona fueron creados en los primeros meses de la guerra, por ejemplo, la posición de Campoliva, fue ocupada el 25 de octubre de 1936. Las posiciones de Petrusos frenaron el avance republicano de abril de 1937 en la ofensiva contra la ciudad, aunque alguna de ellas fueron ocupadas momentáneamente por las tropas republicanas. En la zona hubo enfrentamientos hasta marzo de 1938,en esa fecha comenzó la ofensiva de Aragón. A partir de entonces a medida que el ejercito franquista fue avanzando, fueron cayendo en manos de los nacionales (Martínez de Baños y Pérez, 2008, p72-75).

 

En la madrugada del 24 de agosto de 1937 miles de hombres del Ejército del Este republicano, desplegados en un semicírculo alrededor de Zaragoza, se ponían en movimiento con la intención de ocupar la ciudad ese mismo día. Otros miles de soldados nacionales del V Cuerpo de Ejército de Aragón, fuertemente anclados al terreno, les iban a hacer frente desde sus posiciones defensivas repartidas a lo largo de la línea del frente marcada por Zuera, San Mateo de Gállego, Leciñena, Puerto de Alcubierre, Perdiguera, montes de Villamayor y de Alfajarín, Pina de Ebro, Quinto, Codo, Belchite, Fuendetodos y Villanueva de Huerva. El objetivo principal de los atacantes, muy pretencioso, era conquistar la ciudad en menos de 24 horas. Los secundarios, unidos inexorablemente al anterior, era el intentar frenar el avance nacional en el frente de Santander y evitar un movimiento rápido de las tropas de Franco que llegase al mar Mediterráneo y cortase en dos la España republicana. Además de considerarla como un núcleo importantísimo de comunicaciones, Zaragoza era una plaza vital en cuanto a la fabricación de munición y de una gran importancia moral y religiosa.

 

La línea de contacto había estado muy estática hasta ese momento, salvo los lógicos movimientos para rectificar y consolidar el frente. Desde el primer instante que se produjo la sublevación contra el gobierno de la República y se inició la guerra el 18 de julio de 1936, los partidarios de uno y otro bando pugnaron por establecerse en la mayor parte de ciudades y pueblos. Zaragoza desde un principio optó por la sublevación. La máxima autoridad militar, General Miguel Cabanellas, no dudó en proclamar el Bando de Guerra y militarizar las fábricas, anuló la huelga obrera revolucionaria que se proclamó al instante, organizó inmediatamente las fuerzas armadas disponibles, recondujo a los muchos civiles voluntarios a las filas de las milicias y organizó columnas de castigo que recorrieron muchos pueblos de Aragón donde hubo resistencia a la asonada.

 

Toda la mitad occidental de Aragón, con las tres capitales incluidas, se pusieron del lado de los alzados en un territorio considerado por el mando rebelde como

 

“un yunque” que debía resistir todos los ataques que iba a recibir. Estas acometidas iniciales vinieron principalmente de Cataluña, Levante y el Aragón Oriental, donde la sublevación había sido aplastada y donde se produjeron acciones represoras. Desde estos lugares se organizaron columnas que inmediatamente se dirigieron, con peor que mejor fortuna y más voluntad que organización, hacia las ciudades de Huesca, Zaragoza y Teruel, con el ánimo de “liberarlas del yugo fascista”.

 

Los milicianos en sus avances solo consiguieron llevar la línea del frente muy cerca de las tres capitales de provincia, pero sin poder avanzar más, por el momento. Durruti, cuando llegó a Osera fue atacado desde el aire y obligado a retroceder a Bujaraloz con algunas bajas, aunque más tarde recuperó el terreno perdido y conquistó Pina.

La ciudad de Zaragoza planeó y ejecutó una defensa perimétrica organizando cinco subsectores donde desplegaron algunas de sus unidades, ocupando lugares estratégicos y tácticos, y dejando muchos espacios vacíos controlados por columnas móviles. Era imposible ocupar todo el territorio con el escaso número de hombres que disponía la 5a División Orgánica primeramente, V Cuerpo de Ejército después.

 

En un despliegue de defensa lejana, tropas zaragozanas se asentaron en los Mon- tes de Alfajarín. Después de encuentros esporádicos, aunque breves e intensos por conseguir Leciñena, Perdi- guera, Farlete y Osera, las posi- ciones defensivas nacionales se establecieron entre otras cotas en los Petrusos, Flora (La Pica), Pinos y Primoral. Los republicanos por su parte se establecieron en posi- ciones avanzadas en Peñáguila y Suelta Alta, a la altura del km 9 de la carretera que une Villamayor con Farlete (actual A-1104), en La Puntaza (al noreste de Villafranca de Ebro) y en Pina de Ebro.

 

En el sur del Ebro los nacionales habían desplegado, después de los primeros combates, en La Zaida, Sástago, Azaila, Gelsa, Fuentes de Ebro, Quinto, Codo, Belchite, Jaulín y Villanueva de Huerva. Por el sur de Zaragoza la columna republicana Carod-Ferrer había llegado a ocupar el pueblo de Fuendetodos el 22 de septiembre de 1936.

Volviendo al día del comienzo de la ofensiva del verano del 37, las tropas republicanas se pusieron en movimiento con una consigna fundamental ordenada por el general Vicente Rojo Lluch: no pararse, como en la Batalla de Brunete, ante objetivos secundarios. Lo prioritario era avanzar a toda velocidad para alcanzar Zaragoza. Lo demás no importaba. Ya habría unidades en segundo escalón que anularían los objetivos fijados y desbordados. Pero no lo hicieron y pagaron caro su error.

 

 

Additional Hints (Decrypt)

Ra yn pnwn

Decryption Key

A|B|C|D|E|F|G|H|I|J|K|L|M
-------------------------
N|O|P|Q|R|S|T|U|V|W|X|Y|Z

(letter above equals below, and vice versa)