
Al amparo de los Montes Obarenes, encajada entre las verticales paredes de las que escapa el río Molinar en busca del cercano Ebro, nos espera Tobera y su Paseo del Molinar, un pequeño recorrido que nos lleva a visitar el caprichoso curso que el río describe a su paso por la población, frontera natural entre el valle del Ebro y la abrupta montaña que precede a la meseta castellana.
La ruta de 1,5 Km. escasos de recorrido nos permiten disfrutar con calma de cada rincón, a cual más llamativo que el anterior.
Esta cuidada población dependiente de la vecina Frías, debe su nombre según parece a la toba, un tipo de roca caliza muy abundante por estas tierras. La localidad ha crecido entorno al río, incansable fuente de energía para los molinos que junto a él se situaban. El paseo nos transporta de un mirador a otro, de un espectacular salto de agua al otro, mientras nos adentramos en el estrecho desfiladero del que se escapa el río.
Las casas de Tobera pronto dan paso a las verticales peñas que preceden al conjunto artístico cultural que forman el puente romano-medieval, el cual nos habla del antiguo paso por este lugar de la calzada romana que unía la meseta con la Cordillera Cantábrica, el humilladero del Santo Cristo de los Remedios o la capilla de Animas que guarda en su interior el crucifijo del Cristo auxiliador y la ermita de Santa María de la Hoz 0,4 Km templo románico-gótico en el que aún se conserva algunas policromías.
No te limites a aparcar y firmar, dedícale un rato a Tobera, no lo lamentarás.