La búsqueda de este cache os llevará a conocer uno de esos desconocidos rincones madrileños escondidos que escapan del bullicio dominguero de los estresados urbanitas.
La Dehesa de Brea de Tajo es uno de los ejemplos mejor conservados de encinar manchego.
Lo llaman la Alcarria madrileña y sus límites con la original, la manchega, son tan tenues que la carretera que lleva hasta allí (M-229) salta una y otra vez entre ambas regiones, un rato en Madrid, otro en Guadalajara...
Es un territorio adehesado plagado de colosales encinas y quejigos en perfecta armonía con tierras de cultivo, acompañados de viñas y olivos que en primavera luce rebosante de amapolas y margaritas entre otras flores.
El mejor acceso al escondite es por la mencionada comarcal M-229 que une las localidades de Orusco y Brea de Tajo. Entre los kilómetros 32 y 33 (WPT-1) nace un camino que conduce a la zona del cache.
En unos 150 metros del inicio encontraremos un estupendo ejemplar de quejigo catalogado como árbol singular de la Comunidad de Madrid (WPT-2). Justo allí nace un segundo camino que nos conducirá a la zona del cache. Sólo nos quedará seguir por esa pista y al final caminar un centenar de metros campo a través para llegar al escondite.
Todo el recorrido, salvo los últimos metros, se puede hacer con un turismo normal.