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Bragas en España, bombachas en Argentina, calzón en Perú, chones en México, blúmer en Cuba, chunchos en Chile, pantaletas en Venezuela… Pese a lo que puede parecer, las bragas fueron cosas de hombres desde el principio de los tiempos hasta bien entrado el Renacimiento. Bragas evolucionadas, herederas de los primitivos taparrabos, llevaron los etruscos y los romanos, aunque la primera ropa interior que se conserva es aún más antigua: data del siglo XIV a.C., y la llevaba Tutankamon debajo de su túnica.
Antes de seguir, volvamos a los romanos: se dice que los gladiadores y los atletas lucieron en los circos y anfiteatros prendas parecidas (los famosos subligaculum) y que, pese a ser una moda plebeya, poco a poco, los patricios empezaron a sucumbir a los encantos de llevar algún abrigo bajo tanta vestimenta suelta. Sorpresa, no fueron Beckham, Cristiano Ronaldo ni Nadal los primeros deportistas influencers que crearon tendencia enseñando su ropa interior.
To sum up, parece que existe cierto consenso sobre la hipótesis de que, mientras los hombres usaban todo tipo de bragas durante siglos (bragafajas, culottes, calzones y greguescos), las mujeres iban literalmente en plan comando bajo sus estolas (primero) y sus faldas (después). Como siempre ha sido tabú el tema de la menstruación, hay pocas referencias a cómo se las apañaban las mujeres para salir airosas del paso durante los días de la regla.
Mas, no fue hasta la revolución francesa cuando las féminas empezaron a llevar una especie de pantaloncitos debajo de sus vestidos. Antes, había habido algunos intentos de popularizar el uso de las bragas, pero la iglesia católica los cortó de raíz, puesto que consideraba la prenda indecente y libidinosa: las mujeres virtuosas debían ir desnudas bajo la camisa de día o el camisón de noche.
A la postre, se impusieron los pololos que, con el tiempo y las crisis económicas, fueron recortando la cantidad de tela empleada, ganando centímetros de libertad hasta llegar a las bragas hípsters, shorties, bikinis, thongs, boxers, culottes, las de tiro alto o tiro bajo, y los tangas brasileños.
No se puede terminar este listing sin ahondar en por qué los superhéroes llevan la ropa interior por fuera. De Superman a Magneto, de Lobezno a Superlópez, pasando por la familia Increíble, son legión los protagonistas de cómics que lucen los calzoncillos por encima de su supertraje. Según los entendidos, los autores se inspiraron tanto en los forzudos y acróbatas del circo como en los luchadores del cuadrilátero a la hora de diseñar esas vestimentas para que resultaran cómodas a la par que elegantes.
