Razas de D&D: Goblins. 12_01N

Los goblins son pequeños humanoides, egoístas y de negro corazón, que habitan en cavernas, minas abandonadas, mazmorras saqueadas y otros lugares lúgubres. Dado que son individualmente débiles, se reúnen en grandes grupos, de un tamaño que llega a ser apabullante. Ansían el poder y abusan constantemente de cualquier migaja de autoridad que consigan.

Historia

General

Trasgos. Los goblins pertenecen a la familia de criaturas denominadas trasgos. A sus primos más grandes, los hobgoblins y los osgos, les encanta abusar de ellos hasta someterlos, pero los goblins son vagos e indisciplinados, lo cual provoca que sean malos sirvientes, trabajadores o guardias.

Mirada maliciosa. Motivados por la avaricia y la malicia, los goblins no pueden sino celebrar las pocas veces que superan a sus enemigos. Danzan y hacen cabriolas de auténtica alegría cuando la victoria es suya. Cuando terminan de celebrar, disfrutan atormentando a otras criaturas y haciendo todo tipo de maldades.

Domadores de ratas y jinetes de lobos. Los goblins tienen afinidad con las ratas y los lobos, a los que crían para que les sirvan como compañeros o monturas, respectivamente. Como las ratas, los goblins odian la luz del sol y duermen bajo tierra durante el día. Como los lobos, cazan en manadas, haciéndose más peligrosos cuanto mayor sea su número. Cuando cazan desde los lomos de un lobo, los goblins atacan sin trabarse, huyendo tras el golpe.

Adoradores de Maglubiyet. Maglubiyet el Poderoso, el Señor de las Profundidades y la Oscuridad es el gran dios de los trasgos. Muchos goblins lo imaginan como un goblin de 11 pies (3,4 m) de alto, lleno de cicatrices, con piel negra y fuego llameante en sus ojos, y no lo adoran por devoción, sino por miedo. Creen que, cuando mueran, pasarán a formar parte del ejército de Maglubiyet en el plano de Aqueronte. Este es un "privilegio" temido por los goblins, ya que piensan que la tiranía eterna de El Poderoso es peor que la muerte.

Ravnica

Ya estén encogiéndose de miedo, carcajeándose con una risa enloquecida o gruñendo de furia, los goblins son desgraciados e inconsecuentes; al menos, al los ojos de los demás habitantes de Ravnica. En sus cabezas, sin embargo, se contentan con acechar en las sombras hasta probar su valía y recibir el reconocimiento que creen que se merecen. Se creen merecedores de algún tipo de crédito por su tenacidad, agilidad, astuta ingenuidad y suerte tonta, todo lo cual les ha permitido sobrevivir en un mundo dirigido por criaturas más grandes y poderosas que ellos.

Pequeños y nervudos. Midiendo alrededor de 3 pies (1 m) de alto y con una verrugosa piel verde o roja, los goblins poseen narices y orejas enormes. Sus cuerpos nervudos son sorprendentemente fuertes, y sus bocas están cubiertas de dientes afilados y torcidos.

La mayoría de los goblins son calvos, ya sea por herencia o por elección, pero unos pocos lucen greñas de pelo rojo o negro. Sus brazos y piernas son largos en comparación con sus pequeños cuerpos, y los dedos de sus manos y pies son también largos y delgados. Muchos goblins prefieren ir descalzos para usar los dedos de los pies para escalar.

Emoción sin restricciones. Siendo criaturas impulsivas, los goblins pueden encontrarse en gremios que valoran esa cualidad, particularmente Izzet (donde suelen servir como ayudantes de los investigadores), Gruul (en campamentos que forman desventurados parachoques entre los clanes y las regiones civilizadas), Rakdos (donde dan buen uso a su amor por las explosiones) y, ocasinalmente, Boros (si descubren una fuente de disciplina y valor en su interior, o no pueden resistirse al brillo de las armaduras y amas de Boros). Muchos goblins son singremio y salen adelante como miembros de bandas callejeras.

A veces, impulsados por sus repentinos cambios de humor, los goblins demuestran una inclinación por la destrucción, que puede tomar una forma juguetona , aunque suele ser de todo menos eso. Algunos goblin aporrean las cosas, otros les prenden fuego, y a muchos les encanta volarlas por los aires.

Los goblins tienen un atroz sentido del humor, que normalmente es expresado mediante traviesas bromas. Los más pérfidos entre ellos encuentran placer en la desgracia ajena y se carcajean como lunáticos cuando se divierten. Actúan con aparente aleatoriedad, a veces sólo con el propósito de confundir a los demás.

Más información en este enlace.

>