Si hay un género que ha triunfado en Andalucía es el WESTERN. Hollywood había puestos sus ojos en las áridas tierras del levante andaluz y a primeros de los años 60 se rodaron escenas de Lawrence de Arabia y Cleopatra. Pero fue un casi desconocido cineasta romano el que puso las bases de una industria que se las ha arreglado para seguir viva medio siglo después. Sergio Leone, siguiendo los pasos de Joaquín Romero Marchén, un director español que había rodado un par de cintas con capital italiano, eligió para los exteriores de su primer western, Por un puñado de dólares (1964), las ramblas, barrancos y llanuras agostadas de los alrededores de Tabernas, un pueblo de 3.600 habitantes a 29 kilómetros de la capital almeriense.
El inesperado éxito de este filme de bajo presupuesto llevó a Leone a construir un poblado y repetir fórmula con La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo. Resultaron un bombazo y, aunque la crítica yanqui dio a estos émulos de sus clásicos el nombre despectivo de spaghetti, Leone tuvo multitud de seguidores: en los años siguientes se levantaron otros siete platós en los alrededores, recreando poblados de frontera, pueblos mexicanos, haciendas y ranchos, para acoger unas 200 producciones tanto europeas como americanas.
«El paisaje y el clima fueron la clave», asegura el historiador José Márquez. Los 280 kilómetros cuadrados del único desierto de Europa, que hace diez millones de años era el fondo del Mediterráneo, están encajonados entre cuatro sierras Nevada, Filabres, Gádor y Alhamilla, por lo que apenas reciben lluvia. Más de 3.000 horas de luz garantizadas al año permiten a los equipos rodar más rápido, sin los incómodos y caros parones que imponen las inclemencias meteorológicas.
A todo lo anterior hay que sumarle que «En los años 60 la mano de obra en España era mucho más barata que en Italia, Alemania o Estados Unidos», recuerda el escritor de cine Juan Gabriel García. Y más en Almería, una de las provincias más pobres del país, antes del boom del turismo y la agricultura bajo plástico.
Aquellos rodajes eran auténticas torres de Babel, ya que al tratarse de coproducciones había que contratar a actores y técnicos de los diferentes países. En su libro Almería, plató de cine, Márquez recuerda que Clint Eastwood hasta entonces «un perfecto desconocido» encontraba surrealistas aquellos diálogos que mezclaban inglés, alemán, español e italiano: «En Almería nadie le entendía: pedía una ensalada y le traían un helado».
Clint Eastwood también recordaba la épica de aquel viaje de casi diez horas desde el aeropuerto en Madrid hasta Adalucía, por carreteras secundarias y caminos de cabras. De hecho, la fiebre de los eurowestern impulsó la construcción del aeropuerto (lo inauguró Fraga en 1968) y de una infraestructura hotelera hasta entonces inexistente, además de una cantera de profesionales.
Pero el mercado se saturó y a finales de los sesenta empezaba a languidecer. En 1970 Le llamaban Trinidad dio un último impulso al género al incorporarle el humor, pero el tono paródico y cada vez más absurdo de sus imitadores acabó por darle la puntilla.
De los ocho escenarios que se construyeron en Tabernas hoy solo quedan tres, reconvertidos en centros turísticos en los años ochenta: además del Oasys Mini Hollywood, Fort Bravo, que incluye un fuerte, un pueblo mexicano y un poblado indio, y Western Leone, donde se rodó la mítica Hasta que llegó su hora (1968). Shows en vivo, espectáculos de cancán, rutas a caballo, estudio fotográfico, bungalows, restaurantes y tiendas de souvenirs son algunos de sus atractivos.
A día de hoy se siguen rodando películas y series de genero western en la provincia de Almería aunque desgraciadamente no son tantas como antes.
EL SPAGUETTI WESTERN
El spaghetti western nació en la primera mitad de los años sesenta y se prolongó hasta la segunda mitad de los años setenta. Debe su nombre al hecho de que la mayoría de ellos fueron dirigidos y producidos por italianos, a menudo en colaboración con otros países europeos, especialmente España y Alemania. El nombre de spaghetti originalmente era un término despectivo, otorgado por los críticos extranjeros de estas películas porque pensaban que eran inferiores a los westerns americanos a pesar del gran éxito cosechado por la trilogía del Dólar del director Sergio Leone. La mayoría de las películas fueron hechas con bajos presupuestos, pero algunas lograron ser innovadoras y artísticas, aunque en su momento no obtuvieron un gran reconocimiento, incluso en Europa. En los años ochenta la reputación del género creció y hoy en día el término ya no se usa despectivamente, aunque algunos italianos todavía prefieren llamar a las películas western all’italiana (estilo western italiano). En Japón se les llama Macaroni westerns y en Alemania Italowestern.
El diálogo es escaso y algunos críticos han señalado que se construyen como óperas, utilizando la música como ingrediente ilustrativo de la narración. Para la mentalida de aquellos años muchos spaghetti westerns eran muy violentos, y varios de ellos tuvieron muchos problemas de censura, haciendo que fueran cortados sus escenas mas duras, o incluso prohibidos en determinados mercados. Muchos de los spaghetti westerns están ambientados en la frontera estadounidense-mexicana y cuentan con bandidos mexicanos siempre hablando a gritos. La Guerra Civil y sus consecuencias era también un tema recurrente. En lugar de los nombres habituales como Will Kane o Ethan Edwards, los héroes a menudo tienen nombres extraños como Ringo, Sartana, Sabata, Johnny Oro, Arizona Colt o Django. El género es sin lugar a dudas un género católico (algunos otros nombres en uso son Aleluya, Cementerio, Agua Bendita Trinidad o Joe!), con un estilo visual muy influido por la iconografía católica de, por ejemplo, la crucifixión, la última cena o similares. El surrealista y extravagante “Django Kill” (Se sei vivo, Spara, 1967), de Giulio Questi, un antiguo ayudante de Federico Fellini (!), tiene un héroe resucitado que es testigo de un reflejo del Día del Juicio, en una polvorienta ciudad del oeste.
EL MISTERY
N 37° 1A.BCD W 006° 4D.EFG