
En el corazón de la Sierra de Irta, y no muy lejos de la costa, se esconde un misterioso enclave del cual sabemos relativamente poco. Se trata del Despoblat d’Irta, un lugar misterioso que pasa desapercibido para muchos.

Según el investigador y psicólogo Vicent Melià i Bomboí, algunos historiadores sostienen que las ruinas del conocido como Despoblat de la Sierra de Irta pertenecen a un antiguo poblado de origen medieval, que pudo llegar a ser uno de los últimos refugios moriscos en el siglo XVII antes de su expulsión. No obstante, esta hipótesis, la de su constitución como poblado, podría no ser del todo acertada, a tenor de algunas observaciones que pueden efectuarse a pie de ruinas y que se describen a continuación:
- Existen pocos restos de viviendas, apenas un par, algo que se antoja insuficiente para albergar un poblado.
- El depósito de agua próximo, o aljibe, apenas tiene capacidad para cubrir las necesidades básicas de una decena de personas, sin contar las necesidades diarias de los animales domésticos y de carga, motivo por el cual se puede pensar que, al menos, no fue un asentamiento al uso.
- Tanto el acceso como la salida del asentamiento son sendas muy estrechas, irregulares y escarpadas, de difícil tránsito.
- La propia ubicación de las viviendas en el entorno, así como las características orográficas del mismo, hacen pensar en un sitio no apto para un estilo de vida cotidiano, por decirlo de algún modo.

Entonces, si asumimos que el Despoblat d’Irta no tiene las características básicas para poder ser considerado un poblado, ¿qué era realmente? Una de las claves para responder a esta pregunta la encontramos en el propio despoblado. Se ubica en el lugar en el que se observa un característico arco. Ésta es la edificación más grande del asentamiento y, por su acceso, tamaño y forma era, casi sin ninguna duda, una caballeriza con capacidad para albergar media docena de equinos. Una prueba de esta afirmación es que el arco es lo suficientemente ancho y alto como para que puedan entrar y salir caballos, aunque lo más probable es que fueran mulas o asnos, dado que estas bestias -y gracias a su resistencia física- eran las utilizadas para transitar, con grandes y pesadas cargas sobre sus lomos, por los estrechos senderos que recorren toda la Sierra de Irta.
Así mismo, otra pista significativa nos la da la ubicación del propio Despoblat; por un lado, está muy cerca del mar, hasta tal punto que desde él se puede controlar a la perfección el horizonte marítimo sin apenas ser visto debido a la orografía del terreno; y por otro, a pesar de esta proximidad a las calas de la costa, tiene un acceso de entrada y de salida intencionadamente difícil. Además, entre las piedras de los muros de sus construcciones, y algunas paredes, se aprecia el mismo tipo de argamasa presente en las murallas de Peñíscola. Por ello, si analizamos estas otras observaciones, nos encontramos ante una ecuación formada por los siguientes puntos:
- Accesos de entrada y de salida intencionadamente difíciles.
- Una cuadra de bestias de carga, posiblemente de mulas o asnos.
- Proximidad estratégica al mar, desde la que poder observar sin ser observados.
- Muros concebidos para durar.
De este modo, y al resolver esta ecuación, la interacción de (a, b, c y d) nos ofrece el siguiente resultado al enigma planteado: podríamos estar ante los restos de una guarida de contrabandistas o asentamiento pirata, en cuyas proximidades, incluso, hallamos un petroglifo ramiforme, una suerte de horno que servía para el destilado de aceite de enebro con finalidades terapéuticas e, incluso, de índole sacral.

Por tanto, más que de un poblado en el sentido estricto del térnimo, podemos hablar de que el Despoblat de Irta era un asentamiento, o guarida, para bandas dedicadas al pirateo, al pillaje y al negocio derivado del contrabando. Esta deducción no es un absurdo, ya que no podemos olvidar que la forma escarpada del litoral de la Sierra de Irta, así como su proximidad a las Islas Columbretes, representan una ventaja evidente para los contrabandistas, siendo ésta una zona de paso de naves con distintos tipos de mercancía. No tenemos indicios del tiempo que el hipotético asentamiento de contrabandistas podría haber estado operando, ni crónicas que recojan dicha actividad de un modo ordenado y contrastado. Tampoco sabemos si la actividad fue continuada o intermitente, aunque se sospecha que tuvo una cierta continuidad desde tiempos antiguos, remontándose a los tiempos anteriores a la Edad Media.


En cualquier caso, este emplazamiento recibió su “jaque mate” definitivo, probablemente, a principios del siglo XX, cuando en su proximidad, y cerca de sus calas de influencia, se construyó el cuartel de carabineros, dejándolo en una situación de difícil manejo para sus moradores si la intención de estos era llevar a cabo actividades de dudosa legalidad. Este hecho fue, sin duda, el final de la larga historia del Despoblado de Irta.

LA SIERRA DE IRTA Y EL DESPOBLAT COMO ESCONDITE DE TESOROS.
EL TESORO DE LOS TEMPLARIOS
Según algunas leyendas, el tesoro de los templarios se encuentra enterrado en tierras de la provincia de Castellón, tras haber sido transportado hasta aquí desde París. Sabemos que, a nivel histórico, el Maestrazgo fue territorio de dominio templario, que su actividad en estas tierras fue muy importante y que, por tanto, esta leyenda -o hipótesis- podría tener bastantes visos de verosimilitud. No en vano la Orden de Montesa tuvo también una importante presencia en esta región tras la caída de la Orden del Temple.
Según se cuenta, el tesoro templario era inmenso, producto de la acumulación de riquezas por parte de la orden, guardándose en los sótanos del Castillo del Temple en París. Así pues, y antes de que los principales representantes de la orden fuesen quemados en la hoguera, los templarios habrían sacado el tesoro de allí con el objetivo de trasladarlo a un lugar seguro, pudiendo dar sustento a los supervivientes de la orden en la clandestinidad.
De este modo, el tesoro habría sido embarcado en una nave con rumbo desconocido, de acuerdo con un documento que obra en poder del archivo vaticano, y según el cual Jean de Chalon, templario de Nemours -que fue interrogado por el Papa al respecto y cuya declaración quedó registrada en las crónicas de la época-, confesó que algunos dirigentes de la orden lograron escapar de París, al amparo de la noche, junto a 50 caballeros, llevándose el tesoro con ellos en tres carros -dada su magnitud del mismo- dirigiéndose al puerto de La Rochelle, desde el que embarcarían en dieciocho galeras con rumbo desconocido.
Así pues, y de entre las diversas teorías sobre su destino, existe una que afirma que el tesoro habría sido desembarcado cerca de Peñíscola, fortaleza templaria, y enterrado en un lugar desconocido de la Sierra de Irta, lugar en el que habría permanecido oculto durante siglos hasta nuestros días, aunque nada se sabe de él.

EL TESORO DE PERO NIÑO
Cuando el Papa Luna comprobó -a tenor del conflicto existente en el seno de la Iglesia Católica- que su estancia en la Sede Papal de Aviñón seria ya efímera, contactó con el corsario vallisoletano Pero Niño, por haberle mostrado confianza y lealtad en el pasado. Quería que, con sus galeras, trasladase desde Aviñón hasta Peñíscola (en cuyo castillo fijaría su residencia) su enorme fortuna papal, repleta de joyas, enseres eclesiásticos, ropaje y mobiliario. En recompensa a este peligroso y valiosísimo traslado, Benedicto XIII le ofreció al finalizar el trayecto un cofre lleno de monedas de oro como botín para él y los suyos.
Después de descargar en Peñíscola la fortuna y enseres de Benedicto XIII, y con la recompensa en la bodega de su embarcación, Pero Niño debía volver a su base de operaciones en Cartagena, sin levantar sospecha de que había favorecido al Papa de Aviñón, aliado de la Corona de Aragón. A tal efecto, decidió esconder el tesoro en las cercanías del lugar de desembarco, en lo profundo de la sierra que se extendía al sur de Peñíscola, probablemente en una zona próxima al mar, pero oculta del mismo, pensando en volver a recogerlo en un momento más propicio. Sin embargo, ya nunca pudo volver para recogerlo, o no existe constancia de ello, permaneciendo oculto en las entrañas de la Sierra de Irta.
Así pues, de la existencia del tesoro sólo se habla de forma velada en el manuscrito “El Victorial” o “Crónica de Pero Niño” (h. 1436), biografía escrita por el alférez bajo su mando, Gutierre Díez de Games, e importante obra de la literatura hispánica medieval en su género. De este modo Niño dio la orden a Gutierre Díez de que en el manuscrito figurase sutilmente ocultos los datos para la localización del cofre, en caso de que olvidases el lugar exacto después del transcurrir de los años y, sin embargo, no hay constancia de que nunca nadie haya podido encontrarlo.

Fuente: geo-joshua
EPÍLOGO
Llegados a este punto nos surge, pues, la duda. ¿Tendrá el Despoblat d’Irta alguna relación con el tesoro de los templarios? ¿O quizá el Despoblat tuvo alguna vinculación con la incursión del corsario vallisoletano Pero Niño tras haber ayudado al Papa Luna a trasladar su propio tesoro desde Aviñón a su sede papal en Peñíscola, recibiendo a cambio un cofre lleno de monedas de oro, que habría enterrado en lo profundo de la Sierra de Irta? La respuesta la encontrarás en el QR que hay en el contenedor del propio caché.
El usuario que haga el FTF tendrá su correspondiente diploma en formato digital. A tal efecto el usuario que lo haga debe enviar por privado una foto del caché y del logbook firmado.
Caché dedicado a mi padre, con quien descubrí este misterioso enclave hace ya algunos veranos.
INFORMACIÓN ADICIONAL
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Este caché está ubicado dentro del Parque Natural de la Sierra de Irta, es ideal para disfrutar de un día en la naturaleza, pero respetando las normas y regulación del mismo. Consúltalas aquí y aquí.
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Respeta el entorno natural y sigue las normas del parque. No dejes basura, ni si quiera desperdicios orgánicos. Llévate de vuelta todo lo que lleves encima.
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En esta misma zona puedes aprovechar para encontrar otros cachés relativamente cercanos, como Badum Views o Pou del Moro, además de los cachés pertenecientes a la serie VORA-IRTA, dependiendo de por dónde vengas y hacia dónde vayas.