Capítulo 9: El cofre del Tesoro

Eres un joven detective con mucho potencial. Tu vida gira en torno a la emoción de resolver misterios, desentrañar historias perdidas y enfrentar lo desconocido. Más que el dinero, lo que buscas es esa chispa de intriga que te hace sentir vivo, ese fuego que te arde dentro cuando encuentras un misterio digno de resolver y que no se apaga hasta que solucionas el último enigma.
Has sido contratado por un misterioso individuo que firma como "El Guardián de la Leyenda" para encontrar un tesoro perdido. Esto te ha llevado hasta el misterioso pueblo de Boadilla del Campo donde has comenzado una búsqueda del tesoro.

Contienes la expectación como mejor puedes mientras lees el pergamino arrugado por el inevitable paso del tiempo. Sin embargo, las palabras no te resultan claras. Están impregnadas de simbolismo, de una poética antigua que confunde tanto como fascina. Frunces el ceño, lees una y otra vez. Nada encaja del todo. No puedes descifrar el mensaje por completo. Sientes la frustración trepar por tu garganta, pero no dejas que te domine. Tomas el móvil y escribes al guardián, confiando en que él tenga otra pieza del rompecabezas. - "He encontrado el siguiente pergamino. Es el último. Estaba en el XXXXXXX" (lugar donde lo has encontrado en minusculas).

Su respuesta llega en segundos, pero no trae consuelo. Ha conseguido acceder a los ultimos datos del móvil de Álvaro y ha encontrado un audio. En él, la voz de Álvaro aterrado mientras le secuestran. Lo peor es que la ubicación registrada por el móvil en ese momento apenas sirve: fue cerca de su propia casa. Pero algo te devuelve la esperanza, en el audio se escucha a Álvaro gritar "¡Tienes que encontrar el tesoro antes que Don Martín!". El impacto te sacude. La urgencia toma una nueva forma. Álvaro ha dejado información ahí. Lo sabes. Él lo ha previsto todo. 

El guardián ya ha avisado a la policía, pero siguen sin pruebas firmes, sin pistas concretas que vinculen a Don Martín con el secuestro. Aún es una sombra escurridiza entre los pliegues de la duda. Ahora la clave para encontrarle está en el tesoro. 

Debes encontrar el Legado.

Debes encontrar el Tesoro de las Tres Cruces. 

Ahora todo depende de ti. No te puedes rendir.

Tus manos tiemblan ligeramente mientras sostienes el pergamino. Lo has leído ya más de tres veces, repasando cada palabra, cada curva del trazo elegante de Don Juan Fernández de Bobadilla. Te obsesionas con la cadencia del texto, con las imágenes que evoca, con lo que podría estar insinuando entre líneas. Nada encaja… aún. 

Entonces, un leve crujido del papel entre tus dedos llama tu atención. Lo giras y lo ves: en el reverso del pergamino, casi imperceptible, aparece una secuencia de símbolos cuidadosamente trazados. Un código. Un lenguaje secreto. El corazón se te acelera. Has leído lo suficiente para reconocer la intención: ahí hay un mensaje oculto. Un último susurro desde el pasado. Don Juan debió esconder un último mensaje secreto en alguna parte del pueblo. 

¿Pero dónde se oculta ese mensaje?

Te sumerges en un mar de pensamientos. Recorres el pueblo mentalmente calle a calle, piedra a piedra. Te concentras con furia silenciosa, buscando en tu memoria cada rincón de lo que sabes de este pueblo: su historia, sus leyendas, los rincones olvidados por el tiempo. Finalmente, tras una búsqueda tan agotadora como intensa, das con ello. ¡Allí está, escondido a plena vista! ¡Lo has tenido delante desde que empezaste la investigación y no te habías fijado! El aire se vuelve más denso mientras desencriptas, con paciencia febril, el mensaje del código secreto. Poco a poco, la palabra oculta empieza a formarse en tu cabeza. Está escrita en castellano antiguo. Es la pista final. Tras revisar las investigaciones de Álvaro sabes a dónde te tienes que dirigir. Comprueba aquí el lugar escribiendo la palabra secreta tal y como estaba escrita seguida del lugar actual que se corresponde con el antiguo (sin acentos ni espacios). Ej.: "XXXXXXXXXYYYYYYY".

Te lanzas a correr, atravesando el pueblo ya despierto. Algunas miradas se clavan en tu paso apresurado, pero no te importa. Ya no hay tiempo para la cautela, la vida de Álvaro puede estar en juego. Las casas van quedando atrás. El terreno cambia bajo tus pies. Estás en las afueras, el lugar que te ha revelado el código. Sin aliento, te detienes un instante. Buscas con los ojos. ¡Ahí! El muro del que hablaba el acertijo. Cuentas los pasos con precisión. Y entonces lo ves. Una marca en la pared, desgastada pero inconfundible. Una pequeña señal pintada que sólo tú podrías entender... Empiezas a cavar con las manos, con la desesperación de quien ha llegado al final del camino. La tierra cede poco a poco… hasta que algo duro detiene tus dedos. Retiras la tierra de alrededor con nerviosismo. 

¡Ahí está!
Un cofre de madera. Antiguo. Noble.
Ha sobrevivido al paso de los siglos.

Lo extraes con sumo cuidado. Tus manos están sucias, tu respiración es agitada, pero tu alma vibra con una emoción que apenas puedes contener. Lo abres con delicadeza... y lo ves. Oro. Monedas antiguas que brillan con un fulgor que no pertenece a esta época. Un verdadero tesoro. Pero no hay rastro de las Tres Cruces. Por un momento, el desconcierto te paraliza. ¿Don Martín? ¿Habrá llegado antes? Pero no... si hubiera encontrado el lugar, no habría dejado ni una sola moneda.

Entonces lo entiendes.
¡Álvaro llegó antes!

Te lanzas a revisar el cofre con nerviosismo hasta que encuentras algo más al fondo: una carta. Firmada por Álvaro. Reconoces al instante su estilo característico de escritura. En ella explica que las Tres Cruces ya no están allí, que las ha puesto a salvo, en un lugar donde Don Martín no las podrá encontrar si decide acabar con él. Y hay más. Adjunto, deja instrucciones precisas para que la policía pueda localizarle si llegaba a ser capturado. Álvaro lo había previsto todo. Su astucia ha sido su salvación... Sin perder un instante, llamas a la policía. Les das toda la información. El operativo se activa. Las autoridades se mueven.

El rescate es inminente.
Has hecho tu parte.

Si quieres saber el desenlace de la historia encuentra el mensaje que debes escribir al Guardián en el certitude.

Ahora ya puedes respirar tranquilo.
Has resuelto el misterio y encontrado el Legado.
Has salvado a Álvaro.

Y el peso de más de mil años de historia descansa, por fin, en un lugar digno. La satisfacción y el alivio te inundan.
Esa noche, por primera vez en muchos meses... duermes del tirón.

FIN