El santuario

Hasta principios del siglo XV no poseemos ningún dato cierto sobre la existencia de una capilla o devota dedicada a la Mare de Déu de Vallivana, aunque parece casi segura la existencia de algún templo ya a finales del XIV. Sabemos que en 1410, San Vicente Ferrer se albergó en Vallivana y que cuando en julio de 1414, el rey Fernando de Antequera fue a Morella para tratar con el Papa Benedicto XIII, el Papa Pedro de Luna, acerca del Cisma de Occidente, Benedicto pernoctó en Vallivana la noche del 16 de aquel mes y allí permaneció todo el día siguiente con sus cardenales, obispos y servidumbre y concedió numerosas gracias a la ermita de la Virgen en la que pudo realizar sus ejercicios religiosos. Bien por consejo de Benedicto XIII, bien por las gracias concedidas po el mismo, lo cierto es que aumentó en gran manera la afluencia de devotos y los Jurados de Morella proyectaron un plan para construir una Iglesia más capaz, pero, aunque dos años después se resolvió favorablemente esta decisión, no pudo ampliarse aquella devota trecentista, alzada cabe la fuente que nace en el barranco de Vallivana, junto al camino de Morella. Los datos sacados de los archivos locales denotan un florecimiento hacia 1423, época de la sustitución de la primitiva devota y quizá de la construcción de la actual imagen gótica. El 6 de julio de 1427, el rector de la Iglesia de San Juan, Bernardo Mascarell, cede sus derechos administrativos sobre Vallivana, a los Jurados de Morella a cambio de diez sueldos anuales y alguna otra pequeña concesión. En mayo de 1428, se reunieron nuevamente el Justicia, Jurados, Oficial y Prohombres y se acordó levantar nueva Iglesia, capaz y bien adornada, nombrando una comisión al efecto para que pasase a Vallivana en compañía de los maestros de obras y designasen el punto más oportuno. Uno de los comisionados fue el rector Mascarell, de San Juan, y éste, con dos Jurados, pasó a informarse del ermitaño de Nuestra Señora de la Fuente de Traiguera. Consta también que la antigua ermita estaba al cuidado de Bartolomé Balaguer. Aquel mismo año de 1428, comenzaron las obras que no acabaron hasta 1436. El lugar designado fue al lado de la fuente, junto al camino real. Era de una sola nave, sin crucero, con bóveda de madera sostenida por arcos apuntados. Estuvo abierta al culta hasta que se bendijo la actual, quedando entonces relegada para casa hospedería primero y más tarde para cuartel de la Guardia Civil. La devoción a la Mare de Déu de Vallivana fue en aumento durante los siglos XVI y XVII y sobre todo a partir del año 1672, cuando se reconoció su poderosa mediación calmando los estragos de la peste, origen de las Fiestas Sexenales. Por todo ello, los Jurados de la Villa de Morella, a ruegos de muchos devotos, propusieron en 1703 que fuera levantado un nuevo templo. La Guerra de Sucesión entorpeció estos deseos y sólo en 1714, pacificada España, se emprendieron las obras que tras numerosas interrupciones no se vieron acabadas hasta 1738. En la visita que el obispo Camacho hizo a la Arciprestal aquel mismo año, acusó a los regidores de poca actividad y les encargó que cuanto antes trasladasen la imagen de María Santísima al nuevo templo. Esta traslación se hizo en abril de 1738, pocos días antes de las Fiestas Sexenales (véase Sexenio), según la orden que se pasó a Bartolomé Traver, capellán de la ermita. Miguel Climent, maestro de obras, pudo colocar la primera piedra y ver acabado el templo. La iglesia es de una sola nave, capillas laterales, crucero y camarín de estilo neoclásico, con portada barroca. La fachada del templo actual está formada por un campanario cuadrado y un templete corintio, con columnas salomónicas que sostienen un frontón triangular, con estatua de la Virgen y el escudo de Morella, todo labrado en piedra. En las capillas laterales había cuatro altares, platerescos unos, barrocos los otros (desaparecidos en 1936) que ostentaban en el centro de los arcos los escudos de las familias morellanas que los donaron y sobre los cuales ejercieron su patronazgo: los Beneyto, Creixell, Segura y La Figuera. El interior de la Iglesia fue restaurado en 1817-18 por el villarrealense Francisco Candau. Se perdieron también las pinturas que exornaban las paredes firmadas por pintores morellanos: Joaquín Oliet, los Cruella, padre e hijo, etc.

Hospedería del santuario
Aunque no tengamos noticia exacta de su inicio es de suponer que se instalaría en los primeros tiempos que se levantó la primitiva iglesia, téngase en cuenta que el Papa Luna y San Vicente Ferrer ya se hospedaron en su recinto en 1414 y 1410. Actualmente se encuentra adosada a la iglesia y es una mansión gótica del siglo XV, con varios detalles de su estilo.
La hospedería conserva dos ventanales góticos en la habitación que ocupó San Vicente Ferrer a su paso en 1410, y sobre la puerta, el escudo gótico de Morella, coronado por una imagen de la Virgen de Vallivana también gótica. Para entrar en la misma había que hacerlo, hasta 1927, por una puerta de medio punto que conducía a un destartalado patio del que arrancaban las escaleras que conducían a la casa y a la Iglesia. Pero en la fecha indicada, se emprendió una amplia reforma convirtiendo la vieja entrada en un zaguán rectangular con zócalos de azulejos y comunicando a la vez con la Iglesia, la hospedería propiamente dicha y actualmente con un amplio y moderno restaurante.
Dispone de varias habitaciones debidamente amuebladas con todos los servicios de vajilla, ropa blanca, etc. que en verano son alquiladas. Todos los vecinos de Morella gozan del privilegio de poder usar gratis el servicio de vajilla y pernoctar una noche.
Patronato del ermitorio
El patronato sobre el ermitorio lo ejerce el Ayuntamiento de Morella por medio de un Administrador y en lo religioso está enclavado dentro de los límites de la Parroquia de San Juan Bautista, de cuyo rector dependía su capellán, siendo casi seguro que ya lo había en 1436. Para atender las necesidades de este capellán, parece que desde tiempos muy antiguos se asignaban las rentas de la casa y tierras de la posada. El primer administrador del que tenemos noticias del ejercicio de su cargo en Vallivana fue Bartolomé Balaguer en el año 1427. Otros administradores fueron: Don Vicente Girona en 1910; desde 1980 hasta hoy el administrador es don Julián Pastor, de Morella. D. Julián Pastor falleció el 13 de junio de 2011 y poco después fue nombrado Jesús Sangüesa Ortí como nuevo administrador hasta el día de hoy.
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