Cada vez que llovía en Derry, los vecinos decían que se escuchaba el eco lejano de una risa infantil en las alcantarillas. Por eso nació el geocaching “El Barco de Georgie”, un homenaje para quienes aún recuerdan al pequeño que un día salió bajo la lluvia y nunca volvió.
Las pistas que los conduce hasta una vieja reja metálica, donde el agua murmura secretos.

“Para completar este viaje, honra al niño que siguió su barco. Infla un globo rojo y déjalo flotar, para que su recuerdo nunca se hunda.”
Quienes cumplen el ritual dicen sentir una brisa cálida, como un agradecimiento silencioso desde las sombras, y se marchan con la sensación de que Georgie, de algún modo, sigue jugando bajo la lluvia.
NI EL BARCO NI EL GLOBO SON LA CLAVE
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