El punto de partida
elegido es Los Quejigales. Desde aquí continuaremos unos quinientos
metros por el Carril del Sabinal en dirección noreste, observando
la primera vaguada que se abre a nuestra derecha y que sube por la
ladera de la Sierra de la Nieve.
Para alcanzar el
principio de la vaguada, habremos de abandonar el carril y cruzar
el bosquecillo de pinos con un suelo generalmente muy encharcado,
ya que aquí corren varios reguerillos del Arroyo de las
Carboneras.
Al llegar al pie de
la Cañada del Cuerno, que así se llama esta empechada vaguada,
buscaremos en la ladera de la derecha el sendero de ascenso. Es
importante encontrarlo, ya que de otra manera la subida sería muy
fatigosa.
El sendero va
subiendo marcando amplias curvas para romper la pendiente, y
siempre entre el precioso Pinsapar que aquí crecre. Con frecuencia
tendremos que saltar sobre enormes troncos de estos abetos abatidos
por la edad, o pararnos a contemplar los carámbanos de hielo
transparente que se forman entre las rocas calizas que bordean el
camino.
Al alcanzar los 1600
m de altura, los pinsapos empiezan a ralear, y tras un último
repecho llegamos al Puerto de los Pilones.
Por el puerto pasa
una pista que saliendo de Los Quejigales, lleva hasta un repetidor
que se encuentra allí arriba. Tomaremos pues por la pista hasta su
final, dejando la casa de piedra del repetidor a la izquierda, y
buscando el sendero al Torrecilla por nuestra derecha, en dirección
sureste. El sendero es amplio y bien marcado, excepto cuando se
cubre de nieve y desaparece por completo. De todas formas, la cima
del Torrecilla, por su altura, destaca y es visible desde casi
todos lados, por lo que basta dirigir nuestros pasos hacia ella
procurando no perder altura.
Los pinsapos han
desaparecido por completo, y ahora caminamos por un amplio quejigal
de ejemplares viejos, los cuales, durante el invierno, por perder
sus hojas, adquieren con sus retorcidos troncos figuras
atormentadas.
Próximos ya al
Torrecilla, llegaremos a una nave existente al pie de su ladera
noroeste, y allí, bajo una roca, tenemos una fuente de aguas
frías.
El cerro de la
Plazaleta, culminado por el Torrecilla, se nos aparece ahora al
alcance de la mano, pero para coronarlo deberemos primero superar
los últimos doscientos metros de desnivel, zigzagueando por la
ladera hacia el extremo norte de su cordal. Alcanzada ésta, la
pendiente se hace más suave y ya sin dificultad alcanzamos la
blanca columna del vértice geodésico.
Desde la cumbre, la
vista es impresionante y ante nuestros ojos se abre un amplio
horizonte que alcanza no ya toda la superficie del Parque, sino
objetivos mucho más distantes: desde el macizo de Grazalema hasta
la blanca dorsal de Sierra Nevada, y en días claros, Gibraltar, el
Estrecho y la cadena del Atlas sobre el continente
africano.
Excepto en la zona
del noroeste, el Torrecilla se encuentra rodeado de caídas muy
abruptas y el camino de regreso recomendado es el mismo. Sin
embargo, en caso de travesías es posible descender por el Puerto de
los Valientes, alcanzar el Cerro Corona y desde allí, por ejemplo
Tolox. Igualmente podemos desviarnos hacia el norte antes de llegar
al Puerto de los Pilones, encaminarnos hacia el Peñón de los
Enamorados y enlazar con cualquiera de otros itinerarios hacia
Yunquera o El Burgo.
También conviene
saber que desde el Puerto de los Pilones podemos bajar hasta Los
Quejigales por el carril ya descrito. El camino es bastante más
largo y monótono, pero también más fácil, y en caso de
contratiempo, una alternativa interesante.
El tesoro esta
escondido bajo una acumulación de piedras, no creo que tenga mucha
dificultad en encontrarlo. |