En la periferia de las ciudades contemporáneas, en zonas de promoción reciente, el arte público se ha instalado en las rotondas como un espacio de calidad paisajística, pretendiendo convertir su islote en el nuevo referente urbano. La confluencia de intereses de políticos, constructores, medios de comunicación y artistas, han convertido a este binomio en panacea de un paisaje urbano que se estandariza y empobrece.