Llamado por Carlos III “el rey de los puentes”, ocupa
un lugar de honor en la historiografía de estos, por ser uno de los
más bellos que aúna a la perfección la obra civil y la naturaleza.
En suma un impresionante testimonio de la construcción civil del
S.XVIII.
Su construcción fue iniciada en 1757, a instancias del Rey
Fernando VI; en 1757, siendo concluida la obra en 1761, debiéndose
el retraso a la ambición del proyecto de su arquitecto, Marcos de
Bierna.
El cuerpo del puente está construido con piedra caliza de
Colmenar de Oreja, presenta un tendido perfectamente horizontal
formado por veinticinco tramos iguales, salvados mediante arcos de
medio punto construidos en sillería, apoyados en una secuencia de
sólidos tajamares apuntados y rematados en sombreretes gallonados
en las de los extremos, siendo el resto de los estribos muy planos
y con leves cuerpos rectangulares. Cabe destacar la presencia de un
león portando un escudo y una cartela o lápida en cuya inscripción
hace referencia respectivamente al monarca reinante, al autor y a
la fecha de finalización.