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Secretos y Leyendas de la Catedral de Murcia Virtual Cache

Hidden : 3/16/2018
Difficulty:
1 out of 5
Terrain:
1 out of 5

Size: Size:   virtual (virtual)

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Geocache Description:


SECRETOS Y LEYENDAS DE LA CATEDRAL DE MURCIA

La ciudad de Murcia puede presumir orgullosa de contar con uno de los más significativos y esplendidos ejemplos del arte sacro barroco, su catedral, conocida internacionalmente y cuya belleza y monumentalidad cautiva a cuantos la contemplan.

A lo largo de los siglos, la catedral ha sido testigo no solo del crecimiento y desarrollo de la ciudad sino que también ha vivido los avatares y cambios sociales que se han ido sucediendo a lo largo de su historia.

Son bien conocidas sus características, su inconfundible silueta y la suntuosidad y preciosismo de su fachada. Pero menos son quienes conocen los secretos, misterios y leyendas que a su alrededor han ido surgiendo a lo largo de los siglos y que hacen de ella y su entorno un lugar único y que no debemos dejar de visitar.

Con este caché virtual queremos hacerte partícipe de esas historias, algunas a caballo entre la realidad y la mitología, y acompañarte en un pequeño recorrido donde poder descubrir algunos de sus tesoros y sus mejor guardados secretos.

 

ANTES DE NADA, UN POCO DE HISTORIA SOBRE SU CONSTRUCCIÓN.

 

                Aunque la conquista de la ciudad tuvo lugar en el siglo XIII, no se empezó la construcción de un templo nuevo como catedral en estas fechas tan tempranas pues se empleó, como se hizo en el mayor número de casos, la mezquita mayor de la ciudad para tales fines.

Más de un siglo después, se decidió eliminar la mezquita cristianizada y construir un edificio de arquitectura plenamente cristiana. Así que el nuevo edificio de la catedral de Murcia empezó a construirse ya en el siglo XIV, en tiempos del obispo Fernando de Pedrosa para terminarse en 1467.

                                               

Concretamente su construcción arranca en el año 1394 en un estilo gótico castellano tardío y sería consagrada en 1465 cuando se había alcanzado el crucero. Dispone de diversos añadidos de época barroca como son la torre campanario y la fachada principal que le confiere ese aspecto barroco al exterior.

Durante el pontificado del obispo Pedro de Peñaranda (1327-1349) se derribó la antigua mezquita-aljama y comenzaron las obras de construcción de un nuevo templo que nunca llegó a terminarse. Se construyó un claustro de estilo gótico del que tan sólo se conservan algunos restos y se comenzaron a levantar distintas capillas.

               

Durante el mandato del obispo Fernando de la Pedrosa (1383-1402) se comienzan las obras de construcción de un nuevo edificio de nueva planta, colocándose la primera piedra el 22 de enero de 1394, comenzando por la capilla central de la girola, en el lugar que hoy ocupa la capilla de San Antonio. El primer maestro del que se tiene noticias es el cantero Juan Sánchez natural de Valencia y el maestro Andreo de origen portugués y activo en la Catedral en 1398.

Con el obispo Diego de Comontes (1446-1458) es maestro de obras de la Catedral Diego Sánchez de Almazán. Con este maestro se cierran las bóvedas, se ejecuta gran parte de los trabajos de conclusión del templo y el templo recibe un impulso decisivo en su construcción.

Bajo el obispado Lope de Ribas (1459-1463) se concluyeron las obras de la Catedral pudiendo ser consagrada el 24 de enero de 1465. La puerta gótica conocida como Puerta de los Apóstoles se concluiría en 1488.

 

Y ALGO DE SUS CARACTERISTICAS Y PRINCIPALES ELEMENTOS

 

La Catedral de Murcia es un edificio gótico de tres naves de diferente altura rematada en cabecera con girola. Aunque hay algunos detalles relacionados con el gótico mediterráneo, ciertamente su arquitectura está ligada al gótico castellano. Sus arcos son muy apuntados y las bóvedas de crucería compleja con terceletes. Los pilares son fasciculados con multitud de columnillas con capiteles cilíndricos y ochavados.

Fachada principal

En 1733 una riada del río Segura daña los cimientos de la fachada principal de la Catedral por lo que se hace necesario derribar la anterior portada renacentista realizada por Jerónimo Quijano (1500-1563) y construir una nueva portada. Las obras se dilataron entre 1736 y 1754. De 58 metros de altura, es obra barroca de Jaime Bort, y adopta la estética de fachada retablo de inspiración alemana.

La fachada está formada por tres cuerpos y ático. En el inferior la puerta adintelada se inscribe entre seis grandes columnas de fuste acanalado, de orden corintio que apoyan en altos zócalos con relieves de los apóstoles. Sobre la puerta en el interior de una hornacina un grupo escultórico con la Coronación de la Virgen por parte de Dios Padre. A ambos lados esculturas de los arcángeles San Rafael y San Gabriel. A los pies de la Virgen dos ángeles-niños, alegorías que representan a la Virgen como "Puerta del Cielo" y "Espejo de la Justicia", ambos con la simbología pertinentes. Bajo el conjunto escultórico un jarrón con azucenas símbolo de la Catedral.

Por encima de los arcángeles, sobre la cornisa del segundo cuerpo las esculturas de San Patricio (patrón de la ciudad de Murcia) y San Lorenzo Justiniano portando la cruz. San Patricio lleva en una mano el libro de "Las Confesiones" y con la otra lleva una corona, símbolo de la ciudad de Murcia. Para los curiosos diremos además, que San Patricio es apóstol y patrono de Irlanda. Ambas esculturas se encuentran en el interior de hornacinas cubiertas con conchas aveneradas. Entre los intercolumnios del primer cuerpo a razón de dos por lado, los cuatro santos de Cartagena: San Leandro y San Fulgencio (a la izquierda) y Santa Florentina y San Isidoro (a la derecha), obras de Manuel Bergaz y también en el interior de hornacinas con conchas aveneradas.

Entre los intercolumnios del segundo cuerpo encontramos las esculturas de San Fernando (Fernando III el Santo) que porta en sus manos la ciudad de Murcia, como símbolo de la incorporación de la ciudad al reino de Castilla y San Hermenegildo del que se dice originario de Cartagena, aunque este punto no está demostrado. En los extremos de este segundo cuerpo sobre la balaustrada imágenes de San Ginés de la Jara, San Poncio Bracarense, San Pallucio y San Liciniano, obispo de la diócesis en el siglo VI y con un cáliz en la mano, escultura salidas de la mano de Pedro Pérez.

En el segundo cuerpo por encima de una gran ventana con frontón curvo partido un relieve de la Cruz de Caravaca. En el tercer cuerpo un altorrelieve con la Asunción de la Virgen en el interior de una bóveda de horno. En el ático encontramos nuevamente el emblema del Cabildo, un jarrón con azucenas.

La fachada dispone de tres puertas que se corresponden al interior con sus respectivas naves. La central más grande responde al nombre del Perdón y estaba reservada a la realeza. Las laterales más pequeñas reciben los nombres de San José o del Concejo (nave de la epístola [derecha]) y de San Juan Bautista, del Cabildo o del Obispo (lado del evangelio [izquierda]), con escudos en la parte inferior. Bajo San Juan Bautista el escudo del cardenal Belluga y bajo San José el escudo de la ciudad. Estas puertas se reservaban para el Cabildo catedralicio y su obispo y para el Concejo de la ciudad respectivamente. Las esculturas son obra de Manuel Bergaz. Sobre el frontón partido de la puerta del Cabildo dos alegorías de la y la Esperanza, mientras que en el frontón de la puerta del Concejo, alegorías de la Caridad y la Oración.

A ambos lados de la fachada dos pequeños cuerpos adosados con hornacinas circulares en cuyo interior encontramos en el lado izquierdo a Santo Tomás de Aquino y en el lado derecho a Santa Teresa de Jesús. Sobre estas figuras y en lo alto de la balaustrada esculturas de San Pedro y San Pablo respectivamente.

La torre campanario

Entre 1337 y 1352 la esposa del jurista Jacobo de las Leyes levantó una modesta torre para que fuera capilla funeraria de su esposo. En el siglo XVI sería derribada para construir la nueva torre campanario.

Construida entre 1521 y 1793 por mandato del obispo Mateo Langa (1510-1540) (de origen alemán Mateo Lang Wudenburg), tiene una altura de 93 metros, es por tanto la segunda torre más alta de España, después de la Giralda de Sevilla. Se situa en el arranque de la cabecera del templo por su lado norte. Su alzado se divide en cinco cuerpos de distinta anchura. Para la construcción de la torre hubo que derribar la anterior edificada sobre terrenos de la antigua mezquita.

El primer cuerpo realizado en 1521 es obra de los italianos Francisco y Jacobo Florentino. Es de planta cuadrada y estilo renacentista italianizante y decoración de inspiración italiana. En su planta baja se aloja la Sacristía Mayor. En uno de sus lados podemos ver una lápida conmemorativa del inicio de la construcción de la torre.

El segundo cuerpo es obra de Jerónimo Quijano, comenzado en 1525 y concluida en 1545 en estilo renacentista. Sigue el mismo esquema que el primer piso pero con ciertas variaciones decorativas. En su interior se alojó el Archivo Catedralicio. Con este segundo cuerpo las obras de construcción de la torre campanario quedaron paralizadas durante dos siglos ya que la misma había dado señales de una peligrosa inclinación.

            

El tercer cuerpo se comenzó a levantar en 1765 por José López en estilo barroco. En su interior se aloja la Sala del Reloj. José López tuvo que adaptar este tercer cuerpo para contrarrestar la inclinación que sufría la torre y que había paralizado las obras durante los dos siglos anteriores.

El cuarto cuerpo destaca por la presencia en cada uno de sus ángulos de un templete coronado por una cúpula y que reciben el nombre de conjuratorios, estando cada uno de ellos dedicado a los santos patrones de la diócesis: San Fulgencio, San Leandro, San Isidoro y Santa Florentina. Su nombre procede porque desde estos templetes se conjuraban las tormentas con ayuda del Lignum Crucis que posee la Catedral.

El quinto cuerpo y último es de estilo rococó, en él se sitúa la sala de campanas con sus 25 campanas. Por encima de este cuerpo una cúpula octogonal diseñada por Ventura Rodríguez en 1782 en estilo neoclásico y más arriba una linterna realizada en 1793.

El acceso a la sala de campanas se realiza a través de 18 rampas en los primeros cuerpos y escalera de caracol para llegar al cupulín.

La Capilla de Los Vélez

Situada en la girola, es de planta poligonal, realizada en estilo gótico flamígero, entre 1490 y 1507 y puesta bajo la advocación de San Lucas. Tiene una reja de hierro que cierra la triple arquería de entrada a la capilla.

Construida para el adelantado del reino de Murcia Juan Chacón y terminada por su hijo Pedro Fajardo, primer marqués de Vélez. Se construyó como panteón familiar aunque nunca se llegó a ocupar. Se construyó ocupando el espacio de dos de las capillas del ábside y sobresale por la cabecera al exterior por su gran tamaño, ocupando parte de la vía pública, lo que motivó diversas quejas de los murcianos al Concejo de la Ciudad.

              

Al exterior (en la calle) se adorna con una amplia decoración escultórica con tres grandes escudos de la dinastía de los Fajardo y de los Chacón en la parte superior. Por debajo de estos una gran cadena en piedra formada por 90 eslabones, rodea todo el perímetro de la capilla. En el plano inferior tres nichos de arcos de medio punto, el central con el escudo de los fundadores sostenido por dos salvajes, los otros dos vacíos. Es de admirar el efecto visual de esta capilla con sus grandes escudos nobiliarios que recordarían a los paseantes el poder de los marqueses de Vélez.

En la parte superior una galería de ventanas a razón de dos por paño, permiten la iluminación del interior de la capilla. En cada una de las aristas que forman el polígono, corren altos contrafuertes en toda la altura de la capilla.

La capilla por el interior se cubre con bóveda gótica estrellada de diez puntas. Esta capilla de los Vélez es sin duda alguna la más ostentosa de toda la Catedral. La obra es de autor desconocido aunque se ha atribuido a Juan Guas (* Francia 1430 † Toledo 1496) o a Juan de León, maestro de obras de la Catedral, aunque estas atribuciones son más que dudosas.

La decoración empleada está formada por decoración vegetal y figurativa. Entre las primeras encontramos decoración de cardinas, piñas, granadas, repisas, doseletes, ménsulas y troncos de árbol, mientras que en la decoración figurada hay animales como grifos, leones, perros, ciervos, y personajes bíblicos: ángeles, Cristo, la Virgen y la Magdalena. También escudos de la familia de los titulares de la capilla.

Cuatro nichos ocupan los muros del testero, todos ellos vacíos, a excepción de uno de ellos, donde se aloja un sepulcro de mármol rojo con la figura de un infante en la tapa superior. En el muro de la izquierda por encima de una puerta de arco rebajado, un balcón desde donde el marqués podía escuchar misa desde un puesto de privilegio.

A mitad altura, corre un friso epigráfico realizado en letra gótica que dice: "Esta obra mandó hacer el muy magnifico señor don Juan Chacón, adelantado de Murcia, señor de Cartagena. Acabola su hijo, don Pedro Fajardo, marqués de los Velez, adelantado de Murcia.

La entrada a la capilla se realiza a través de un triple arco con vanos de arcos lobulados y arcos imaginativos. Se cierra por una verja de hierro y en los pilares que sustentan los arcos encontramos cuatro grandes coronas en cuyo interior encontramos los escudos nobiliarios de la familia Vélez.

Preside la capilla un lienzo realizado en 1607 por Francisco García, pintor protegido de la familia Chacón-Fajardo con una representación de San Lucas. Sobre este un Cristo Crucificado realizado en piedra bajo un arco trilobulado y fondo con relieves de inspiración gótica florida.

La capilla fue declarada Monumento Nacional en 1928.

Muchas son las historias, algunas totalmente verídicas y otras alimentadas por la tradición popular que han ido surgiendo a lo largo de los siglos en torno a la imponente Catedral, centro de la vida social de la ciudad. Algunas son conocidas por casi todos, otras sin embargo nos dejarán con la boca abierta pues pertenecen a lo más recóndito y secreto de la historia de Murcia. Historias que han pasado de generación en generación -de abuelos a nietos y de padres a hijos- que han estado y siguen estando en la memoria colectiva. Que todavía hoy siguen presentes en las tertulias al calor de la lumbre. Narraciones que no hacen sino marcar los lugares con ese marchamo de lo inexplicable, insólito e irracional para la posteridad y que, como bien refleja en la obra, se convierten y transforman, como así consensan los antropólogos e historiadores, en parte viva de nuestra cultura e historia.

Os proponemos un pequeño recorrido por estas algunos de estos curiosos y sorprendentes

 

SECRETOS Y LEYENDAS EN TORNO A LA CATEDRAL

 

La Sala de los susurros de la torre de la Catedral

 

En verdad, la Catedral de Murcia tiene dos torres. Una dentro de otra. La exterior es bien conocida por todos: 3 cuerpos de distintos órdenes artísticos (el último de ellos porta el reloj), la planta de los conjuratorios, el campanario y más arriba la cúpula y la linterna.

La torre interior sigue siendo un verdadero misterio (a pesar de que se puede visitar), para muchos murcianos. Empecemos por decir que el acceso a la torre se hace por la puerta menos conocida de la Catedral. De hecho si preguntamos cualquier murciano cuántas puertas tiene la Catedral de Murcia, seguramente nos contestará que tres: la puerta barroca principal del Imafronte en la plaza Cardenal Belluga, la puerta gótica de los Apóstoles y la plateresca de la plaza de Cruz. Pero hay una cuarta, una pequeña puerta de arco de medio punto; la conocida como la del Pozo. Se encuentra en la base de la torre y da acceso a ella. Se la conoce como la del pozo ya que en sus proximidades se ubicaba un pozo que abastecía de agua a la misma Catedral.

La subida de la torre se inicia con 18 rampas (6 por cada planta). En la planta baja de la torre se encuentra la sacristía que no tiene acceso desde la torre sino desde dentro de la Catedral. En la planta primera se ubica el archivo de la Catedral, cerrado al público y en la tercera encontramos la sala del reloj.

En esta sala se mantiene la antigua maquinaria del reloj de la Catedral, con unas primitivas y grandes agujas que antaño daban la hora a todos los murcianos. Hoy día esta maquinaria está en desuso, sustituida por la moderna tecnología. Esta sala mantiene varios nombres: la casa del relojero (pues en esta estancia vivía el mismo. Famosa es la leyenda de aquel que voló a lomos del diablo), o sala de los susurros o de los secretos. Con esta denominación de “susurros” se le bautizó, gracias a la espléndida bóveda que encierra una acústica magnífica.

                 

Si nos colocamos en una de las esquinas de la sala, cara a la pared y susurramos algo muy flojito, el sonido se transporta por la cúpula hasta la esquina opuesta, donde se escucha el susurro a la perfección. De la misma manera, si uno se coloca en el centro mismo de la habitación bajo la cúpula, se pueden atender todas las conversaciones que se produzcan en la sala, por muy secretas que sus protagonistas quieran hacerlas, oyéndose con tanta claridad como si se estuviesen susurrando al oído. Es un efecto de la bóveda baída (o de pañuelo) que permite al sonido viajar por la curvatura del techo.

 

Los túneles secretos de la catedral

Es raro no encontrar historias en todos los pueblos y ciudades de España que hablen de túneles que conectan la iglesia principal con algún pequeño santuario, con alguna ermita, con algún convento, o incluso con la casa de algún particular.

 

Lo que hace especial la leyenda de los túneles de la catedral de Murcia es que, de acuerdo con esta, los túneles van desde la catedral hasta el santuario del Cristo de Monteagudo, lo que supone más de tres kilómetros de pasillo, una distancia que supera con creces a la de cualquier otro. Asimismo, se dice que no es el único túnel existente, sino que hay otros que desembocan en el convento de Santa Eulalia y en el de la Fuensanta.

En el caso de estos supuestos túneles, que conectarían Catedral y Castillo de Monteagudo, buena parte de los habitantes de Murcia la han oído en más de una ocasión. Y aunque no hay fuentes documentales, de hemeroteca, que avalen esta leyenda, y si nos atenemos a los testimonios orales como “fuente documental”, hay que recordar  que durante las últimas e importantes obras de rehabilitación de la Catedral de Murcia, en las que se levantó gran parte del suelo del templo, se encontraron con lo que parecía ser, al menos dos, túneles. ¿Llegaban hasta el Castillo de Monteagudo? Nunca lo sabremos. Esas aberturas fueron selladas. Por lo visto su estado era lamentable. Pero sin duda contribuyen a alimentar la leyenda.

La versión más plausible es la de que, el templo, que se asienta sobre la antigua mezquita, contaba con un túnel que corría en dirección hacia el antiguo castillo árabe de Monteagudo. Era una salida ante posibles asedios. No es descabellado suponer que existían túneles, todas las fortalezas los tenían, pero en el caso del pasadizo a Monteagudo estamos hablando de unos tres kilómetros, una distancia muy superior a la habitual. Sea como fuere, las diferentes y sucesivas remodelaciones sufridas por la ciudad han hecho que estos vestigios hayan desaparecido quizá para siempre.

 

El corazón del rey sabio

El 4 de abril del año 1284, en la ciudad de Sevilla, moría Alfonso X de Castilla llamado “el Sabio”. Un monarca, del que se puede decir, había aprovechado bien su vida, en lo militar, en lo intelectual —ordenando y supervisando numerosos libros y manuales— y dejando un gran legado a su sucesor, Sancho IV.

Había ordenado construir también varias iglesias, como la de Santa Cruz en Cádiz o la primera iglesia cristiana de Murcia. En la de Cádiz, en el momento de su edificación, manifestó que quería ser enterrado allí; aunque pasado el tiempo y llegada esa fecha de abril no fue así. Los testamentos reales, fechados en Sevilla, en el invierno entre 1283 y 1284, no dejó escrito el lugar exacto en el que había de reposar su cuerpo, dejando en manos de sus cabezaleros (personas encargadas de cumplir su última voluntad) esta elección:

“(…) que el nuestro cuerpo sea enterrado en nuestro monesterio de Sancta María la Real de Murcia, que es cabeza de este reyno; el primero lugar que Dios quiso que ganasemos a servicio dél, e a honra del rey Don Fernando, e de nos, et de nuestra tierra; pero si los nuestros cabezaleros tovieren por mejor que el nuestro cuerpo sea enterrado en la cibdat de Sevilla, o en otro lugar que sea mas a servicio de Dios, tenemoslo por bien.

(…) E si los nuestros testamentarios tovieren por bien de enterrar nuestro cuerpo en Sevilla, mandamos que lo fagan enterrar alli do tuvieren e entendieren que es mejor; pero de esta guisa: que la sepultura non sea muy alta, e si quisieren que sea alli donde el Rey Don Fernando e la Reyna Doña Beatriz yazen

Se decidió, al final, enterrar al Rey Sabio en Catedral de Sevilla. Pero no podían pasar por alto los otros epígrafes de su testamento, puesto que parecía que tenía más claro el destino de su corazón que el del resto de su propio cuerpo:

“E otrosi mandamos, que luego que finaremos, que nos saquen el corazon e lo lleven a la Sancta Tierra de Ultramar, e que lo sotierren en Iherusalem, en el monte Calvario, (…) e mandamos que faga don Frey Juan, teniente de las vezes del maestre del Temple en los reinos de Castilla, et de Leon, et de Portugal //

Mandamos otrosi que cuando sacaren el nuestro corazon para llevarlo a la Sancta tierra de Ultramar, segund que es ya dicho, e que saquen lo otro de nuestro cuerpo e lo lleven a enterrar al monesterio de Sancta Maria la Real de Murcia, o a do el nuestro cuerpo oviere a ser enterrado, que lo metan todo en una sepultura assi como si nuestro cuerpo fuese y a yazer, si el monesterío fuere en aquel estado que lo nos establecemos e devemos estar; e sy non, mandamos que, fagan esto en la iglesia mayor de Sancta Maria de Sevilla.”

 

 

Buenas sorpresas se encontraron sus testamentarios… Quería ser sepultado en Murcia o en Sevilla, pero solo su cuerpo. Y en el lugar contrario que escogieran ordenaba que se llevasen sus entrañas. Y el deseo más curioso: el Maestre del Temple debía llevar su corazón a Tierra Santa. Así, comenzaron a cumplir el resto de sus voluntades; en Sevilla dejaron su cuerpo y allí extrajeron sus vísceras —para llevarlas a Murcia— y su corazón —para ser entregado a la Orden del Temple.

Sus entrañas fueron llevadas a Murcia, siendo depositadas en la antigua capilla del Alcázar Mayor. En tiempos de Carlos V (1525), se elaboró un mausoleo para las entrañas de Alfonso en la Catedral, a donde se trasladaron. Dejando el Emperador Carlos instrucciones precisas para que, en la capilla en la que reposaran, fuera cual fuese su rango, no pudiera nadie ser enterrado

“AQUI ESTAN LAS ENTRAÑAS DEL SEÑOR REY DON ALONSO X, EL QUAL MURIENDO EN SEVILLA POR LA GRAN LEALTAD CON QUE ESTA CIBDAT DE MURCIA LE SIRVIO EN SUS ADVERSIDADES LAS MANDO SEPULTAR EN ELLA”. Así reza la inscripción que preside la urna con los restos del Rey Sabio

En 1948, el doctor Juan Delgado Roig, realizó un examen médico a los restos del monarca castellano. Tituló su trabajo: “Examen médico legal de unos restos históricos. Los cadáveres de Alfonso X el Sabio y de doña Beatriz de Suabia”. Analizó los ajuares y realizó pruebas médicas en los restos mortales, señalando sobre Alfonso X lo siguiente:

“En el tórax pudimos comprobar un corte quirúrgico de la 3ª, 4ª, 5ª y 6ª costillas del hemitórax izquierdo, como a unos cuatro centímetros de la inserción vertebral, y otro corte paralelo al anterior en el mismo hemitórax, que llega a unos tres centímetros por fuera del esternón. Estos dos cortes paralelos, rectos y de traza limpia, como de haber sido ejecutados con una cizalla o tijera anatómica, sirvieron seguramente para poder extraer el corazón y alguna otra víscera del cadáver real”.

Entonces era cierto, su corazón había sido extraído. ¿Pero se llevó a Tierra Santa? Pues al parecer no… Según Santiago Soler Seguí, investigador histórico especialista en castellología medieval, el copero mayor del rey, García Jofre —nombrado Adelantado Mayor del Reino de Murcia— se encargó de custodiar el corazón. Seguramente hasta que los Templarios pudieran organizar una expedición a Jerusalén, cosa que no ocurrió nunca.

El corazón del rey quedó junto a su custodio, como dice Santiago Soler, y seguramente éste, ante la imposibilidad de cumplir con el deseo del fallecido, decidió depositarlo junto al resto de entrañas que tenía cerca, en la Capilla de Gracia (Murcia).

El corazón de Alfonso X el Sabio aún espera hoy ese deseado viaje a Jerusalén.

 

La leyenda del diablo sonriente

 

Comprobar la veracidad de esta leyenda es hoy muy difícil, debido a que ha desaparecido la escultura de este diablo sonriente, seguramente un Cojuelo, de la catedral sin que muchos murcianos conocieran su existencia.

Al parecer, como consecuencia de un encontronazo con el Cabildo de la catedral, un escultor decidió esculpir la figura de un diablo, desde su posición sobre uno de los púlpitos, se mofaba abiertamente y sin pudor alguno del sacerdote que oficiara la misa desde el lugar señalado, ya que estaba en una posición en la que la escultura los señalaba de frente.

Aunque no es la única figura de un demonio burlón, sí que era esta la única que hacía burla a un miembro de la Iglesia. La escultura fue retirada hace unos años sin justificación clara y sin que nadie la echara en falta en la ciudad.

La figura que se representa, es la de un diablo burlón, llamada también cojuelo. Se trata de un personaje legendario en algunos lugares de España; es un diablo que lejos de ser una forma maligna, se le representa como el espíritu más travieso del infierno, que traía de cabeza a todos en el infierno, y que por desesperación, lo entregaron a un astrólogo que lo tuvo encerrado en una vasija de cristal.

Se dice también que es inventor de danzas, música y literatura de carácter picaresco y satírico. Siendo uno de los primeros ángeles en levantarse en celestial rebelión, fue el primero en caer a los infiernos. El diablo cojuelo es el más conocido y nombrado en los procesos, y en la literatura. La referencia al diablo cojuelo es mayoritaria en los conjuros, invocaciones y oraciones de las brujas.

 

Las cadenas de la Catedral

Entre las muchas riquezas que encierra la Catedral, se encuentra la Capilla de los Vélez, toda una obra maestra de la escultura ad maiorem gloriam dei y de sus dueños los marqueses de Los Vélez.

Y entre las leyendas que rodean este monumento, ésta es sin duda la más célebre. De padres a hijos ha ido pasando la historia de su famosa cadena –en la parte del templo que da a la plaza de los Apóstoles–, que no tiene principio ni final, y cuya perfecta ejecución le costó a su autor –dice la leyenda– que le sacasen los ojos, para que nunca más volviese a crear maravilla semejante.

Según cuentan, un mendigo llegó a Murcia y pidió asilo y comida a cambio de esculpir en piedra la mayor cadena que hubiera visto el ser humano. Algo extrañado por la propuesta, pero intrigado, el marqués de Los Vélez aceptó contratarlo como escultor bajo pena de muerte si la labor no era de su agrado. El Marqués de Vélez, de apellido Chacón y Fajardo, le conminó con aspereza:

      Si la obra no me gusta, morirás en la horca.

— ¿Y si os gusta?, -preguntó el anónimo loco.

      Entonces salvarás tu vida…

         Y ahí quedó todo. En tablas, como en el ajedrez…

 

Tras siete años de ardua y secreta labor, en la Nochevieja de 1507, la obra estuvo terminada y fue presentada al noble. Tanto él como el obispo y los séquitos de ambos quedaron maravillados por la perfección y el encanto del trabajo. A partir de entonces, todos alababan y agasajaban al artista y terminaron apodándolo cariñosamente el Cadenero.

Cuando éste, por fin, anunció que había decidido marcharse y seguir su camino, el Marqués de Vélez, temeroso de que pudiese realizar alguna obra parecida en otras tierras, lo mandó apresar, arrancarle los ojos, cortarle ambas manos y la lengua y por fin encerrarlo en una lóbrega prisión.

Así se garantizó para siempre la posesión de una obra de arte única.

Quienes se acercan a la cadena que bordea la Capilla de Los Vélez por su exterior, quedan maravillados por no saber cuál es el eslabón de cierre de la escultura; y pueden comprobar que el escultor, lejos de ser un pordiosero sin patria ni oficio, fue el famoso Jacobo de Cartago, tal como se lee en las iniciales inscritas en la propia cadena.

Lo que menos gente sabe es que la cadena está tallada en piedra caliza que procede de una cantera en la carretera que une Murcia con Cartagena, cerca del Puerto de la Cadena –que se llama así precisamente por eso–.

La campana de La Mora

La noche de Todos los Santos siempre fue costumbre en Murcia que las familias se reunieran para dar cuenta de palomitas de maíz cuando ya caía la tarde y resultaba inevitable que se recordaran historias remotas que tenían como protagonistas a los difuntos, a las que se sumaban otras leyendas murcianas.

Entre estas leyendas destaca la historia de La Mora o la campana de los Moros, una de las más antiguas de España, y que se encuentra en el Museo de la Catedral, aunque siempre estuvo en la torre. La más vieja si tenemos en cuenta la inscripción: en 1383.

                                                             

Los historiadores, según la costumbre extendida, no se ponen de acuerdo en explicar por qué a esta campana se la llamó La Mora. La campana lleva inscrita la siguiente leyenda en latín: "Ecce signum, fugite partes adversae, vicit leo de tribu Judá, radix David. Aleluya". Su traducción, más o menos libre, viene a ser: "He aquí el signo (de la cruz). Huid enemigos (del alma, mundo, demonio y carne). Vence el león de la tribu de Judá (Nuestro Redentor) Cristo".

La leyenda se fundió en la campana a modo de exorcismo, para espantar del reino malos espíritus, epidemias o calamidades naturales. Para reforzar esta teoría y la intención de los fundidores, la campana muestra también una estrella de cinco puntas, el legendario pentagrama de la Estrella de David, utilizado desde los sumerios como símbolo protector.

El esqueleto sonriente y la Virgen de las Preñadas

No lejos de la campana, que se exhibe en el Museo de la Catedral, se encontraba, en un balcón interior de la capilla de los Vélez, un esqueleto que reía, según la leyenda porque así lo mando esculpir el marqués Pedro Fajardo para que se burlara del obispo de Cartagena, después de que ambos llegaran incluso a las manos por una discusión acerca del destino de las limosnas. El noble fue incluso excomulgado. Hace unos años, el esqueleto desapareció sin que nadie sepa dar cuenta de su paradero.

La que se mantiene en su lugar es la llamada Virgen de las Preñadas murcianas, una imagen a la que se encomendaban las mujeres encintas. La leyenda recuerda que fue una árabe, casada con un cristiano y enfurecida por el desprecio que se le hacía en Murcia, la que ante esa imagen exclamó: "¡Maldito el fruto de tu vientre!". Con el tiempo, la musulmana quedó embarazada y, ya superados con creces los 9 meses, soñó que no daría luz hasta que se disculpara ante la imagen. Así lo hizo y desde entonces se considera esta talla patrona de las preñadas.

                                                   

Frente a las tormentas también existen numerosas supersticiones. Aún hoy, en algunos rincones de la huerta y el campo de Murcia hay quien invoca a Santa Bárbara cuando el horizonte se enciende con algún rayo.

 

Y no son las únicas precauciones. Arrojar puñados de sal al suelo, o hacer con ella una cruz en la puerta, colocar tijeras con las puntas señalando al cielo y cerrar puertas y ventanas para evitar las corrientes de aire, son cautelas que han aguantado el paso de los años.

 

Incluso, afirma, "hace algunos siglos era peor, ya que existía la creencia de que las tormentas de verano también afectaban a labores cotidianas, como era amasar pan o hacer queso. Y también enloquecía a las gallinas, cuyos huevos no cuajaban en pollitos".

 

En algunas zonas se encendían las velas que se habían utilizado en la ceremonia del Jueves Santo. Y, por encima de todo, sólo el toque de los conjuros calmaba el ánimo de los más asustadizos.

 

¿QUÉ HACER PARA PODER FIRMAR ESTE CACHE?

En la ficha de este caché encontrareis hasta 5 waypoints diferentes correspondientes a cada una de las historias que se cuentan en el mismo.

Para poder dar por encontrado el caché, deberéis subir una foto en la que aparezca vuestro GPS o al menos vuestra mano con el dedo índice levantado y en las que se vea el lugar de la Catedral a la que se refiere.

PARA DARLO POR VALIDO SERA NECESARIO VISITAR Y SUBIR FOTO DE AL MENOS 2 DE ESOS WAYPOINTS.

Nota: Algunos de los lugares referenciados están en el interior, por lo que solo estarán disponibles durante las horas de apertura de la Catedral. No obstante hay opciones suficientes en el exterior para poder cumplir con los requisitos.

Muchas gracias a todos por visitar la Catedral de Murcia.

  

 

 

 

 

 


Virtual Reward - 2017/2018This Virtual Cache is part of a limited release of Virtuals created between August 24, 2017 and August 24, 2018. Only 4,000 cache owners were given the opportunity to hide a Virtual Cache. Learn more about Virtual Rewards on the Geocaching Blog.

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