Continuamos con la serie. Recordad extremar las precauciones, ya que el tráfico es denso en esta carretera. Eso sí, en este caché nocturno, os encontraréis con menos vehículos. Esta vez, tendréis que tener mucho cuidado, pero por otros motivos. Esta es la historia del lugar donde os encontráis...
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Se cuenta que en esta casa vivía una pareja de ancianos que se dedicaban a asesinar a todos los gatos que se atrevían a entrar en su propiedad. Nadie sabe los motivos, pero ambos tenían un odio especial por los mininos y los torturaban hasta matarlos sin piedad. Por ello, los habitantes de las cercanías prestaban especial atención a guardar sus mascotas en las casas, en aras de evitar su desaparición y muerte.
Un día llegó al pueblo cercano un niño huérfano llamado Menes que había perdido a sus padres por la peste y su única compañía era la de un gatito negro. Al poco tiempo, su compañero desapareció y se creyó que había caído en las manos de los sádicos campesinos. Menes, transido de dolor, se acercó a la casa de los dos ancianos e imploró una plegaria en un idioma que solo él conocía. Las nubes se arremolinaron, el tiempo cambió y el cielo se encapotó, pero no cayó ni una sola gota de agua. En lugar de eso, todos los gatos del pueblo desaparecieron. Alguien dijo haberlos visto saliendo del pueblo en una especie de procesión terrorífica. ¿Dónde habrían ido? Nadie lo supo. Pero el caso es que a la mañana siguiente cada uno de los gatos domésticos había vuelto a su casa...
Tras esto, en el pueblo se empezó a respirar un clima más distendido y más alegre. Nadie sabía exactamente por qué, pero desapareció la tensión entre los vecinos. Eso sí, Menes desapareció también. La gente lo empezó a echar de menos y, entre dimes y diretes, alguien pronunció el nombre de los campesinos matagatos. Juntos, los habitantes del pueblo tomaron sus horcas y hachas y fueron hacia la casa en la que ahora estáis. Y cuando llegaron, ¿qué encontraron?
Tan sólo unas ruinas humeantes y en la puerta, dos esqueletos sin una pizca de carne. Sólo se habían respetado los globos oculares, que conferían a sus cadáveres una expresión de incredulidad…
En ningún caso hace falta entrar en la "zona maldita". Eso sí, ya que habéis llegado hasta aquí... ¿os vais a quedar fuera?
(si al encontrar las pistas finales, estas se han borrado, apuntad los números en bolígrafo. Son las coordenadas de un "caja extra". Ahí encontraréis nuevamente las pistas UV y, si también hubieran desaparecido, las coordenadas en bolígrafo. Que no se diga por "porsiacasos"...)